Capitolo 45

237 50 3
                                    

Pero de pronto, una voz en mi cabeza me preguntó escandalizada que qué estaba ocurriendo y me ordenó severamente que parara.

—¡No!— jadeé apartando su rostro del mío.

Mi respiración estaba acelerada y el puñado de mariposas volaba desquiciadamente en mi estómago. Miré con el pánico pintando mis ojos el rostro prohibido que acababa de besar y la culpa me revolvió el estómago. Aventé su cuerpo lejos del mío y me llevé las sábanas hasta la cabeza, cubriéndome completamente.

—Lo siento— susurró.

—Vete— alcancé a decir con un hilo de voz.

Segundos después el sonido de la puerta cerrándose y el silencio me hizo derramar algunas lágrimas. Eso había estado mal, muy mal. El que tuvo que haberse disculpado tenía que haber sido yo. Yo fui quien acercó su rostro al mío, quien empezó ese beso, yo, yo, yo... traidor era mi segundo nombre.

La culpa que sentía en ese momento era inexplicable; parecía como si los órganos dentro de mi cuerpo se hubiesen vuelto pesados y luego desaparecieran dejando un vacío abrumador. Había tocado fondo.

Estaba ebrio pero, por supuesto, aún me quedaba una pizca de cordura. Tenía el corazón hecho pedazos, me dolía intensamente de la inmensa culpa que me corroía por dentro, era como si un espina clavada se hubiese clavado en mi bombeador de sangre. Cada latido era una oleada más fuerte de dolor y el mar al que pertenecían aquellas olas tenía un solo nombre: Jaemin.

Jisung me lo había advertido, "nada estúpido" me había dicho, pero parecía que yo llevaba la palabra 'Estúpido' tatuada en la frente. Sabía que Jisung me mataría, pero aquello era lo mejor, yo merecía morir como mínimo... o mi otra opción con menos dramatismo: irme de la vida de Jaemin.

La hora de partida había llegado. Debía irme en cuanto tuviera la oportunidad, tomar el primer avión a Corea o cualquier otro medio que me ofreciera alejarme de aquí.

La cabeza comenzó a punzar de dolor y, con el estómago revuelto aún, me levanté de la cama visualizando rápidamente el baño, lugar donde corrí y en el que devolví lo último que había ingerido.

Tras haber acabado de vomitar, lavé mi cara y me dejé caer sobre el azulejo blanco del piso, sintiendo su frío contacto con mi piel. Y allí, hecho un ovillo en el suelo, perdí la conciencia de nuevo.

[...]

Al abrir los ojos, el dolor de cabeza taladró con intensidad mi cráneo haciendo que los cerrase de nuevo. Traté de abrirlos otra vez, poco a poco, y la luz clara del día me los encandiló a tal grado que el dolor se agudizó.

Tenía un vano recuerdo del día anterior y entre más me esforzaba en ordenar el desorden en mi cabeza, más me dolía.

El bar, el espejo, Jeno, su Hybrid, el beso... ¡Jaemin! Tan pronto como le encontré sentido a esas palabras, el recuerdo llegó a mi mente. Me levanté sobresaltado, observando la habitación en la que me encontraba. No era mía, de eso estaba seguro; había una guitarra negra, una bicicleta y el decorado del cuarto era en color rojo y negro de diferentes tonos. Estaba en la habitación de algún conocido y el único que me venía a la mente era Jeno.

La cama estaba deshecha pero yo estaba seguro de que anoche me había derrumbado sobre el piso del baño y no sobre la cama. Lamentablemente, nada había sido una pesadilla como yo lo hubiese deseado, todo era real y, aquellos labios rosados, rellenos, suaves y con sabor a menta y chocolate, habían sido míos anoche por unos pocos minutos.

Traté de saber la hora de algún modo, pasando mi mirada de nuevo por la habitación y encontrando un pequeño reloj sobre el escritorio. Eran las doce treinta y cinco del mediodía y el dolor de cabeza persistía.

Fui al baño aún algo mareado y lavé mi cara justo como lo había hecho anoche. Traté de acomodarme los cabellos y al verme un poco más presentable decidí que tenía que salir corriendo de esa casa.

Cruzaba los dedos para que Jeno no estuviera y pudiese salir sin que él se diera cuenta.

Tomé mi sudadera que se encontraba en una silla cercana y me la coloqué de manera rápida. Me armé de valor y giré la perilla de la puerta, abriéndola. Salí con la mirada baja y, nada más dar un paso fuera de la habitación y levantarla para no tropezar con nada, me encontré con Jeno.

Él me miraba desde una de las sillas que había cerca de la mesa. Otra espina creció en mi corazón. Ambos nos miramos por un largo rato, como si nos comunicáramos con los ojos.
Aquello pudo haberse interpretado como un "Te odio" doloroso y afrentoso o como el "Te amo" más honesto de la historia.

La sola acción de respirar me dolía, así que bajé la mirada y me dirigí a la que parecía la puerta de salida. Intenté apresurar mis pasos pero sentía como si mis pies pesaran y no me dejasen avanzar todo lo rápido que deseaba.

—Espera, Renjun— su hermosa voz me hizo detenerme, pese a que la razón me gritaba despavorida que saliera corriendo en ese mismo instante.

[...]

—Volveré a Corea, Mark— sollocé.

—¿Por qué? ¿Por qué tan pronto?— inquirió confundido.

La voz se me atoró en el nudo que se me había formado en la garganta, impidiéndome hablar. Me sentía fatal por tener que confesar mi pecado.

—Hice algo muy malo— admití y jalé la puerta para abrirla y subir al auto. Lo hice tan rápido que no le di oportunidad para hablar hasta que ambos estuvimos ya dentro de él.

—¿Cómo de malo pudo haber sido como para que tomes la decisión de irte?— quiso saber.

—Muy, muy malo— las lágrimas eran el vivo recuerdo de todo lo ocurrido la noche anterior y esta mañana.

—Por favor, Renjun, no me asustes. ¿Qué hiciste?

Lo miré con los ojos empañados y mis labios temblando, las palabras a punto de comenzar a salir.

—Anoche me embriagué...

—Oh, vamos, Renjunnie, eso no es tan malo...— el alivio huyó de su rostro cuando continué hablando.

—...y besé a Jeno— confesé tratando de hablar pese al nudo en mi garganta.

Elevó las cejas en gran medida debido a la sorpresa y desconcierto.

—¿Qué?— preguntó incrédulo.

Me llevé las manos a la cara, intentando ocultar mi avergonzado rostro y las lágrimas que lo bañaban, las cuales no parecían querer parar.

—¿Besaste a Jeno? ¿Pero, cómo? ¿Por qué?— sus preguntas sólo sirvieron para que el dolor me sucumbiera más, sin contar que la cabeza estaba a punto de explotarme.

—¡Porque soy un estúpido, Mark!— solté, retirando las manos de mi rostro para elevarlas en señal de desesperación— Jaemin se dió cuenta de que Jeno no era el mismo y el domingo pasado, al muy idiota de mí, no se me ocurrió nada mejor que bailar con él en plenas narices de su novio. Debí imaginarlo, ¿sabes? Hasta la persona más estúpida lo hubiera reflexionado pero se trata de mí, ¡claro! El idiota de mí— farfullé atropellando las palabras.

—Renjun, tranquilo— me tomó del brazo y sentí su cálido tacto sobre mi piel— Cuéntame lo que pasó con calma y sin insultarte, ¿quieres?— me pidió.

Suspiré. Realmente no entendía cómo es que me estaba diciendo que no me insultara a mi mismo cuando sin duda me merecía toda clase de insultos habidos y por haber.




¡Nuevo capítulo!💜

Pasaba para avisaros de que si os gusta el woosan (Ateez), de aquí poco estaré subiendo una adaptación a este shipp☺️

Nos vemos en el próximo capítulo, cuidaos mucho💙

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora