Capitolo 32

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— ¿Te molesta si hago una última parada?— preguntó poco después de enderezarnos en la carretera. Su voz llegó hasta mi corazón en aquel silencio que inconscientemente se había producido.

Le miré.

— No, por supuesto que no— musité. A fin de cuentas, si se me permitía estar más tiempo con él no iba a rehusarme a tal regalo.

— Genial. Quiero saludar a un viejo amigo. Hoy es su cumpleaños. Prometo que no tardaré— estacionó el coche en una calle medio vacía y en un instante ya se encontraba fuera de él, abriéndome la puerta para que bajara.

— Acompáñame— me sonrió y me ayudó a bajar. Inconscientemente comencé a seguirle como si estuviese hipnotizado, acatando su orden con placer.

Caminamos sólo unos pocos metros hasta llegar a un bar-café, o eso me dieron a entender los dibujos con luz neón que sobresalían de la pared, a lado de la entrada de madera recién barnizada. Me detuve confundido y Jeno paró también su andar.

— Oh, tranquilo. Aquí son muy amables— musitó como si adivinara mis pensamientos.

— ¿Tú... alguna vez has...?

— ¡Oh, no!— se rió como si hubiese sido una buena broma— Si te refieres a que si he tomado, jamás— aclaró.

El alivió corrió por mis venas. Yo odiaba todo tipo de alcohol que dañaba los sentidos de las personas, aquello le había quitado la vida a mis padres, indirectamente.

— Ven— me tomó de la mano y no dudé en seguirlo pese a que adentrarme a ese horrible lugar me parecía casi igual de espantoso que subir a la montaña rusa.

El montón de lucecitas de colores me encandiló los ojos y el sonido de la música electrónica retumbó en mis oídos. Gente bailando de aquí para allá con movimientos bruscos de brazos y piernas. Me acordé de Corea, con la única diferencia de que aquí los lugares parecían más decentes. O al menos los que había visitado.

Jeno no me soltó la mano, tirando suavemente para guiarme entre la gente danzante hasta estar en el otro extremo del bar-cafetería. Una vez allí, se recargó en la barra con una elegancia extraordinaria.

— Yangyang, un amigo. Piacere di vederti!— dijo Jeno elevando un poco la voz para que se le alcanzara a oír sobre el ruido.

El mozo que limpiaba algunos tarros con un trapo detrás de la barra se giró a la voz de Jeno.

Jen! Che gioia di vederti qui!— era un sujeto alto, con el cabello color castaño y su rostro era de aspecto viril, sin duda, aunque los labios estaban deliciosamente rosados. Dejó lo que estaba haciendo y se reclinó sobre la barra para darle un cariñoso abrazo a Jeno.

Non poteva mancare il tou compleanno— su abrazo se prolongó por las palabras de Jeno.

Oh, quanti dettagli da parte tua— dijo el joven sonriendo agradecido.

La bella sonrisa de Jeno apareció en su rostro, y entonces el joven por fin fijó su atención en mí. Su mirada curiosa se paseó por mi rostro haciéndome sentir cohibido.

Chi è questo bellissimo ragazzo?

La sonrisa de Jeno se ensanchó. ¡Cómo odiaba no entender italiano!

E 'il migliore amico di Jaemin, è venuto a vivire con lui per un po'. Ti farò conoceré, ma non parla italiano— dijo Jeno. Giró su rostro hacia mí y me miró con... ¿ternura?— Yangyang, él es Renjun. Renjun, él es Yangyang.

El sujeto me sonrió, estirando sus delgados labios rosados y alzando la mano para saludarme.

— Hola— musitó bañando al coreano con un matiz inimitable de italiano.

Sujeté su mano respondiendo el saludo y le devolví la sonrisa a sabiendas de que la mía parecería turbia.

Como no hablé para nada Yangyang volvió a la conversación con Jeno.

Non parla nemmeno coreano— dijo confundido.

Jeno soltó una carcajada que al instante supo contraer.

Penso che odia questi luoghi, man no te la prendere personale— le dijo él con amabilidad—. Beh, è meglio andaré— el pesar en el rostro de Jeno apareció de repente.

Al menos podía estudiar sus expresiones si no entendía nada de lo que hablaban.

Ma se siete appena arrivati!— parloteó el sujeto tras la barra.

Sì, ma siamo di fretta— una mueca se dibujó en el rostro de Jeno.

— Okay, okay. Saluto Jaemin.

— Chiaro— Jeno sonrió fugaz.

Hasta pronto, Renjun. Me dio mucho gusto conocerte— me dijo con su acento italiano, distorsionando un poco el coreano.

— Adiós, Yangyang— musité tímido.

— Arriverdeci— Jeno se despidió también con un movimiento de mano.

Arriverdeci, Jeno— le contestó su amigo.

Jeno me tomó de la cintura, el tacto cálido de su mano sobre mi cuerpo llegando incluso a través de la ropa. La piel se me erizó como si una lombriz de electricidad me recorriera el cuerpo.

Me sacó de aquel lugar y pude respirar algo de aire fresco una vez fuera. Aquel respiro me hizo pensar en Jaemin. Me sobresalté.

— ¿Qué hora es?— le pregunté a Jeno.

Sacó su celular y miró la pantalla del mismo.

— Las ocho y cuatro— contestó como si nada.

— ¡Jaemin ya está en casa!









Capítulo cortito porque últimamente no tengo mucho tiempo de editar la historia (mañana que tengo un rato libre me podré a full para tener suministros e intentar subir más regularmente)

El COVID no hace más que empeorar así que cuidaos y cumplid con las normas establecidas, por favor😔💜

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora