Capitolo 37

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No entendía por qué me encontraba nervioso desde que desperté. Jaemin estaba muy entusiasmado con la fiesta, pero detrás de su entusiasmo seguía habiendo aquella preocupación que me había dejado ver anoche.

—¡Te espero abajo con Jeno!— me gritó desde el exterior de mi habitación— No tardes— me sonrió.

Jaemin de verdad lucía muy bien con ese traje crema que había comprado para esa ocasión especial. Aquella hermosa ropa se le entallaba a su esbelto cuerpo con precisión en los hombros y los muslos.

—Ya voy— musité—. Estoy poniéndome el traje.

Me sonrió y oí cuando salió del departamento.

Suspiré, combinando mi respiración con el oxígeno de mí alrededor. Tomé el traje que Jeno había elegido para mí y me lo puse, intentando no despeinar mi cabello, que pese a haber tardado horas en peinarlo se había vuelto a alborotar.

Traté de abrochar el pequeño moño que se encontraba en el cuello del traje pero la tarea no estaba siendo nada fácil.

—Demonios— farfullé.

Salí de mi habitación. Jaemin ya había apagado las luces del departamento por lo que tan solo quedaba la iluminación del atardecer que se formaba en el exterior y se filtraba por la ventana y la luz amarillenta que salía de mi cuarto entre abierto. Intenté abrochar el moño de nuevo, pero fracasé en la maniobra.

Tal vez era mejor si no lo llevaba, aunque el traje se vería algo soso e incompleto.

De pronto la puerta se abrió. Jaemin podría llegar a ser muy desesperado.

—¿Tienes problemas?— pero esa no era la voz de Jaemin.

Me quedé inmóvil al reconocer a Jeno, luego me giré avergonzado. Aún con la poca luz que había podía verlo perfectamente. Llevaba puesto un traje negro, ajustado a su perfecto cuerpo; su camisa blanca era del mismo color que su moño. Su esbelta figura me quitó el aliento.

—Emm... no puedo abrocharme el moño— musité atolondrado—. ¿Podrías...?— manoteé en la oscuridad, señalando entre mi pecho y mi cuello.

—Claro— se acercó hasta mí y su perfume bailoteó por mi nariz.

Me puse frente a él para que pudiera abrochar el moño alzando un poco mi cabeza para darle más espacio y comodidad para hacerlo.

Sentí sus manos en mi cuello tratando de abrochar el moño; el tacto hizo que la piel de todo el cuerpo se me erizara. El sonido de la tela enredándose entre sí lentamente quebrantó el silencio, no se oía nada excepto nuestras respiraciones y los sonidos apenas audibles provenientes de la calle. El moño quedó bien armado por completo, pero no me moví. Él aún sujetaba con sus manos mi pecho.

Y de pronto, sentí cómo acurrucó su nariz entre el espacio de mi cuello y de mi hombro, y cómo su respiración lo traspasaba golpeando con delicadeza esa zona. El corazón se me aceleró, tanto que me pregunté si él podía oírlo.

—Jeno...— murmuré, ¿qué estaba haciendo?

Pero el silencio persistió y su respiración acariciaba la piel de mi cuello con más intensidad, haciendo que el estómago se me encogiera, que la piel se me erizara y que toda cordura huyera.

—Chicos, ¿por qué tardáis tanto?— la voz de Jaemin me hizo pegar un brinco.

Sentí cómo la respiración de Jeno se alejó de mi cuello y cómo el alma se me desplomaba al piso. ¿Jaemin habrá visto...? El silencio me hizo pensar en una infinidad de opciones diferentes de cómo podía acabar esto, ninguna de ellas siendo realmente buena.

—Esto sí que está oscuro— dijo y luego las luces se encendieron de nuevo.

Al encender el rostro de Jaemin no daba ningún indicio de estar sorprendido, molesto o siquiera de sentirse engañado. Lo vi en la entrada con la mirada puesta en mí y sus ojos grandes maravillado por mi traje. Luego divisé a Jeno, quien también me miraba absorto, como si estuviese fascinado y... a un metro de distancia de mí.

Me preguntaba cómo podía alejarse tan rápido sin que nadie lo notara..

—Te queda tan... bien, Renjunnie— exclamó Jaemin.

—Gracias— musité con la voz temblorosa.

—Démonos prisa— me instó haciendo también un gesto con la mano para que saliera por la puerta—. Vamos, amor— se dirigió ahora a Jeno.

Tomé mi saco y no le dirigí siquiera una mirada a Jeno en todo el camino, o mejor dicho, una mirada que él notara. ¿Qué demonios había ocurrido hace unos instantes? Hubo un acercamiento demasiado... demasiado... a... lo que sea. A fin de cuentas, había sido demasiado para mí.

¿Es que él no se daba cuenta de lo que me hacía? Y cuando lo hacía, ¿no pensaba en Jaemin? Esto estaba sobrepasando los límites, Jeno no era un patán, no entendía por qué se comportaba como uno.

Especulé durante todo el tiempo que duró el viaje hasta la dirección que Jaemin tenía anotada en letra manuscrita en un papel doblado en cuatro.

—Aquí es— dijo Jeno.

Dirigí mi vista a través de la ventana de la Hybrid. Ante mí un hermoso jardín se expandía glorioso en el exterior de aquel salón de eventos, del cual se vislumbraban sus luces, reflejándose en los cristales de los grandísimos vitrales de la casa.

Bajamos de la camioneta después de que Jeno la estacionara en el aparcamiento del jardín. Miré maravillado todo a mí alrededor, vaya celebración para un cumpleaños.

Jaemin se colgó del brazo de Jeno por un lado y por el otro tomó el mío para encaminarnos hacía el interior de la casa.

Me quedé sorprendido cuando divisé la decoración, si el exterior ya era hermoso, cuanto más avanzábamos por los pasillos aún más bonito era.

Del techo colgaban candiles enormes. hechos de cristal y pedrería, que reflejaban poderosamente la luz y la proyectaban en miles de colores danzantes. Las paredes, adornadas con pinturas de algún artista italiano, lucían acogedoras con ese color perla que las coloreaba. El suelo era blanco, de piso que jamás había visto. El lugar era grandísimo y personas vestida elegantemente parloteaba en pequeños grupos, en sus manos había copas de cristal con vino. Por otro lado, la música de fondo eran hermosas melodías a piano.

—Wow— exclamé sorprendido.

—Es... grande— concordó Jeno viendo también los enormes candiles del lugar.

—Jaemin, il mio diamante!— la voz ronca de un señor nos hizo voltear a los tres.

Era un sujeto de aspecto opulento, alto y su cabello peinado lucía algunas cuantas canas esparcidas entre el gris.

—Signor Vittore, buon compleanno!— dijo Jaemin expandiendo su sonrisa al hombre.

—Sono contento che sei venuto— dijo él y luego nos miró a mí y a Jeno.

—Grazie per avermi ricevuto, è stato un piacere per me. Vogliamo presentare il mio ragazzo Jeno e il mio migliore amico Renjun— contestó Jaemin acercándonos hacia ellos.

—E 'un piacere incontrarli— nos saludó. Al yo no entender nada simplemente me limité a sonreír—. Jaemin— llamó a mi amigo volviéndose hacia él—. Vieni qui. Ci sono alcuni progetti che ho voglia di parlare— lo tomó de la espalda y lo condujo entre la multitud mientras hablaba con él.

Jeno y yo nos quedamos parados allí, solos. Y al darse cuenta de esto mi corazón comenzó a latir frenéticamente.

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora