Capitolo 58

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Entre mis manos tenía una de mis fotografías, una de las tantas imágenes que no había visto hacía tiempo. El hermoso rostro de Jeno exponía su perfil izquierdo y las luces de fondo de aquella feria proyectaban un centelleo en sus ojos. Era hermoso.

—No sé si ve lo mismo que yo veo en esa foto— me dijo Gah So—. Yo veo una frase de alguna canción romántica, un cuento corto para contarles a mis hijas en las noches. No sé si me doy a entender— juntó sus manos sobre el escritorio y se inclinó un poco sobre él—. Me gustaría verlas todas, por favor.

Entonces lo miré, saqué de mi morral el sobre que contenía las demás y, aún medio vacilante, lo deslicé sobre la madera del escritorio hasta las manos de Ji.

Él me sonrió y abrió el sobre, sacando todas las fotografías. Cerré los ojos por un momento, bajando la cabeza. No sabía qué estaba haciendo, o mejor dicho, sí sabía pero no estaba seguro de hacerlo.

Entonces, entre toda esa duda Jaemin y Jeno vinieron a mi cabeza. Si de alguna manera se dieran cuenta, ¿cuál sería su reacción? ¿lo creerían un abuso o quizá una burla? Sobre todo Jeno, él es quien aparece en las fotos y... ¡Jeno! Por un momento pude pensar en una cara de la moneda que no había visto aún.

Si Jeno llegase a saber, ¿vendría a buscarme? Al menos para reclamarme, enfadarse o cualquier cosa, y yo... lo volvería a ver. No es que eso cambiara las cosas, quizá me odiaba por destruir su relación con Jaemin y más aún por publicar sus fotografías sin derecho alguno pero... era tanto el anhelo de saber de él que de cierta manera se había convertido en una necesidad. ¿Llegaría la noticia hasta América o hasta donde fuese que Jeno se encontrara? Miré a Ji y de pronto lo vi como una esperanza.

Él había terminado de ver todas mis fotografías y la sonrisa en su rostro me decía que le habían gustado. Repentinamente, la idea de exponerlas no me resultaba tan descabellada. No si eso, de alguna forma, me acercaba a Jeno.

—Vaya—dijo Ji admirando la última imagen—. Son fantásticas— confesó—. Es como si te contaran una historia.

Me reí.

—Tienen una historia, no hay fotografía que no la tenga— admití.

—Me gusta, estoy encantado con su trabajo, joven Huang. Sería un honor para nosotros exponer estas fotografías— me dijo con los ojos rebosando de emoción—. ¿Qué dice usted?

Y entonces, mi mente había cambiado por completo, mi perspectiva ya no era la misma que hace unas horas.

—Hagámoslo— acepté llenando mi cabeza de la imagen de Jeno e ignorando si estaba bien o mal.

La sonrisa de Ji se volvió aun más intensa, acentuándose en su moreno y arrugado rostro, luego me extendió la mano.

—Hagámoslo— repitió.

Estaba loco, severamente loco. Había aceptado la propuesta de Ji y ahora no podía echarme para atrás. Y es que alguna parte de mi cabeza, quizá la más destornillada, tenía la ridícula esperanza de que aquella exposición, de algún modo, me acercara a Jeno de nuevo.

Tenía que llamar a Ji para darle el nombre de la exposición, me había dado sólo un día para pensarlo, ya que todo se llevaría acabo en un mes, a finales de enero.

Había pasado casi toda la noche en vela, ideando algún buen nombre para mi trabajo, algo que fuera como el título de una historia, pero nada era lo suficientemente bueno. Finalmente recordé una de las conversaciones que había tenido con Donghyuck, aquella en la que le mostré la cantidad de fotografías que había tomado de Jeno. Había usado un término para referirme a ellas: Manual de lo prohibido, porque para mi eso eran. Entonces tuve la idea y el nombre para mi exposición, Manuale del proibito, en italiano, porque había sucedido en Venecia.

Tras llamar a Ji y que encantado aceptase el título, tecleé el número de Chenle, él aún me debía ciertas explicaciones. Le pedí que viniera a mi casa y a los pocos minutos apareció tocando mi puerta. Lo hice entrar y lo senté frente a mí en la sala.

—¿Recibiste la noticia, no?— me sonrió no sabiendo qué esperar.

—Justo ayer. ¿Por qué no me dijiste?

—Porque pensé que ibas a decir que no y no estoy equivocado, ¿verdad?— enarcó una ceja.

—Pues no, pero... acepté— exhalé.

—¿Aceptaste? ¿En serio?— la expresión de viva alegría le volvió al rostro.

—En contra de mí mismo, incluso— admití.

—¿Por qué dices eso?— preguntó confundido.

—Porque al exponer esas fotografías terminarán de odiarme, Chenle. Fui y destruí su perfecta relación, le mentí a Jeno al decirle que no lo amaba y, ahora, vengo aquí a exponerle mi vida a medio mundo.

—No estás exponiendo tu vida—me contradijo—. Cada persona interpretará las fotografías a su manera, allí no dice "le robé el novio a mi mejor amigo" ¿o sí?— volvió a levantar la ceja.

—Ya lo sé, pero soy tan egoísta que no importa tanto que Jeno se enoje y me odie por completo, me duele muchísimo pero... sólo quiero verlo de nuevo. Por eso acepté, Chenle, esto me da la esperanza de volver a contemplar su rostro.

—¿Egoísta? Renjun, eres la persona menos egoísta que conozco, pero te diré lo que sí eres: masoquista— fruncí el ceño pero él continuó hablando—. Por una vez en tu vida, Renjunnie, date gusto a ti mismo. Vives preocupándote de la vida de los demás, de sus opiniones y te dejas de lado— me sacudió ligeramente de los hombros—. Piensa por una vez en ti. Si esto puede que te acerque a ese tal Jeno, pues no te detengas. Por una vez en la vida, lucha por lo que quieres.

No me había parado a pensar en que, aunque Chenle fuese un bruto de sentimientos, podría llegar a ser también el amo y señor de la razón. Y justo ahora la tenía, no me iba a echar para atrás pensando en la gente a mi alrededor, o la que alguna vez estuvo allí; por más ridícula que fuera la idea y mis esperanzas fuesen absurdas debía seguir adelante.

—Supongo que tienes razón, Chenle— le sonreí y él también.

—No supongas, la tengo— rió y me abrazó—. Sé que va a ser la exposición fotográfica más popular de toda Corea— me animó.

—O más allá.

Después de aquella tarde y de muchas más, mientras el tiempo transcurría y con él se llevaba mis suspiros, la fecha de la exposición fotográfica se acercaba. Ji había hecho su reconocido trabajo al darle la suficiente publicidad al mío; mandando a imprimir folletos, volantes e incluso una espectacular pancarta gigante en el centro de la ciudad. Ji era un viejo chiflado, pero me daba esperanza. Inclusive creó el diseño de una página web en Internet, anunciando la exposición fotográfica "Manuale del proibito" por Huang Renjun. Al lado de esto había una fotografía de Jeno, concretamente la que Chenle le había llevado a Ji. Ver mi nombre bajo el título y a lado de la fotografía era para mí como una llamada de auxilio para que Jeno la pudiera ver. Algo que esperaba lo trajera hasta mí al reconocer aquel nombre, del cual anhelaba no se hubiera olvidado tan pronto.

No esperaba que me tendiera los brazos y me abrigara en ellos; sólo quería verlo de nuevo, tenerlo frente a mí era el deseo más ferviente de mi corazón, y aunque me odiara con toda su alma, le explicaría que lo amaba y por qué le había mentido; pero eso sólo si él atendía a mi llamado.




❗️Opinión personal: creo que ya lo he dicho alguna vez pero es que el Renjun de esta historia me pone muy nerviosa porque es como que va de "oh no, ya se que yo tengo toda la culpa, no merezco nada" pero realmente creo que se podría haber evitado toda la movida si se hubiese ido antes de Italia. Pero bueno, es más que evidente que si no se hubiese quedado no hubiese hablado drama así que no hay nada que hacer jejeje.

¡Feliz Haueglin a todxs!🖤

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora