Capitolo 13

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Realmente no entendía por qué había preferido quedarse en tierra. Al formularle la pregunta él simplemente se encogió de hombros.

—Ya me subí la vez pasada, me gusta más estar en tierra.

—Ya somos dos.

Nos sentamos en una de las bancas, sintiendo cómo el aire movía mis cabellos.

—¿De qué hablaban Jisung y tú?— preguntó, como quien no quiere la cosa.

Me solté a reír.

—Ya recordé que eres curioso— musité.

—Qué bueno que lo sabes, así que dime ahora— quiso sonreír.

—No, no te voy a decir. Eso es entre tu hermano y yo— no sabía por qué, pero la fierecilla se sentía demasiado bien provocando celos en Jeno, o al menos, creyendo que lo hacía.

—Me voy a enterar, ya verás— amenazó y luego sonrió.

—Ya veremos— reí.

—¿Quieres un helado?— preguntó.

—¿Intentas sobornarme con helado?

El rió.

—No se, ¿funciona?

—Lo siento, no— negué con la cabeza divertido.

—Bueno, entonces te invito, ¿quieres?— le miré, entrecerrando mis ojos—. Sin mañas— alzó las manos.

—Está bien.

Nos levantamos y nos dirigimos a la pequeña heladería que estaba enfrente.

—¿De qué lo quieres?— me preguntó.

—Chocolate.

Me sonrió y luego se dirigió hacía el chico rizado detrás del mostrador.

Due gelato al cioccolato, per favore— musitó con ese acento italiano ferozmente irresistible.

Subito— dijo el chico y se dió la vuelta, tomando dos copas y depositando en ellas dos bolas grandes de helado de chocolate en cada una.

Le colocó chispas de chocolate arriba y luego nos lo entregó. Yo le agradecí con una sonrisa. Jeno le pagó al chico y éste se dio la vuelta de nuevo para tomar el cambio.

Che bella coppia che fate— dijo él cuando le devolvió el cambio a Jeno, luego me sonrió.

Jeno rió y guardó su cambio en el bolsillo trasero de su pantalón.

Grazie— musitó.

Me sentí tonto, definitivamente tenía que aprender italiano. Cuando salimos del establecimiento me mordí el labio inferior, indeciso de preguntarle a Jeno qué era lo que había dicho el chico.

—¿Está rico?— me preguntó él con esa sonrisa burlona en su rostro.

—¿Eh? Sí— dije automáticamente.

—Ni siquiera lo has probado— observó y luego comenzó a reír.

Qué torpe.

—Ah, sí, cierto— reí sintiéndome de verdad tonto—. Oye, ¿qué dijo el chico cuando te devolvió el cambio?— pregunté, tratando de no verme curioso.

Él rió.

—¿Por qué quieres saberlo?

—Es bueno recopilar palabras en italiano para aprenderlo— qué excusa tan tonta.

Rió por lo bajo.

—Bueno, te digo si me dices lo de Jisung— intentó negociar.

—Olvídalo.

—Eres duro— rió.

—Sí, y tú muy curioso. Así que olvídalo.

—Está bien. Ya veremos quién cede primero— especuló divertido.

|🌹💥❤️‍🩹|

No llevaba la cuenta de los días en un calendario, pero ya eran más de dos semana las que habían pasado desde que yo había llegado a Venecia, y con ello; la amistad crecía por varios caminos.

Mark se había vuelto una persona muy comprensible y amable conmigo, incluso cuando lo invité a salir yo se mostró emocionado y dispuesto. Ahora nos veíamos para tomar un café cada vez que queríamos, o si no, simplemente nos poníamos a platicar en el pasillo antes de entrar a nuestros respectivos departamentos. Había descubierto, además, que tenía espíritu de poeta.

Con Jisung era distinto. Había muchísima confianza debido a que yo era la única persona que había descubierto su secreto y contarnos cosas había pasado a ser parte de una plática casual entre ambos. Era bastante atento y siempre me preguntaba por Jaemin. Cuando salíamos a pasear nunca nos faltaba de qué hablar y, al final del día, terminábamos contándonos pequeños secretos.

Donghyuck era otra de las personas con las que había logrado una bellísima amistad en menos de una semana; su simplicidad y simpatía habían sido fundamentales para ello. Era muy animado y siempre, me contara lo que me contara, me sacaba una sonrisa. Además de que yo tomé por costumbre ir al negocio de su familia a revelar mis fotografías. Pese a que no lo parecía, su mente era tan madura que había ocasiones en las que parecía que fuese mayor que yo.

Jeno... ese era un caso muy distinto a todos, él se había vuelto un gran amigo. El tiempo que compartíamos juntos era mucho más grande que el de cualquier otro porque cada noche a las siete tocaba el timbre y pasábamos una hora riendo, hablando y a veces jugábamos con la baraja de cartas que Jaemin conservaba de su padre.

Sí, la amistad entre él y yo crecía cada vez más; pero junto a ello, crecía también una extraña emoción cuando le veía; y junto a ella, también crecía una cálida sensación en mi estómago y un entusiasmo palpable al oír el timbre sonar cada noche. Pero sólo hasta que llegaba Jaemin, porque luego la fierecilla se apoderaba de mí y podía sentirla en mi fuero interno perfectamente disgustada, ella quería más tiempo con Jeno y eso comenzaba a darme cierto temor. Estaba experimentando sensaciones bastante extrañas, al menos las denominaba así porque no tenían que pertenecerle al novio de mi mejor amigo.

Miré el reloj en forma de gato que pendía de la pared cercana a la cocina, eran las cuatro y media de la tarde. Tomé mi estuche y me dirigí al estudio de fotografía de los Lee para que Donghyuck me ayudara con las fotos, como siempre.

Al salir me encontré con Mark, quien al instante me regaló una bonita sonrisa.

—¿Vas a algún lado?— me preguntó.

—Sí, al laboratorio de fotografía de los Lee.

—Oh, ¿quieres que te acompañe?— se ofreció.

—Sí quieres, a mí me encantaría.

Así, salimos hasta allá. Mark era muy inteligente y la verdad es que bastante apuesto también. Jaemin me había mencionado varias veces que era muy obvio que yo le atraía a Mark; sin embargo, era como si mis ojos hubiesen quedado cegados por un meteoro, y ya no pudieran ver las estrellas. En este caso; Jeno sería el meteoro y Mark la estrella.







Que tengáis un buen día :)❤️

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora