Epilogo pt.2

148 20 3
                                    

|Narra Jeno|

Contemplé por un rato a la feliz pareja de pie junto al altar y mi mirada revoloteó hacia el bello chico que estaba sentado a mi lado. Los recuerdos salieron a florecer en mi cabeza, haciéndome vibrar por la nitidez con la que se proyectaron.

Mientras el ministro hablaba uniendo a la pareja frente a él, recordé las palabras de Jaemin el año pasado.

Me golpeaba el pecho con fuerza y rencor, mientras me miraba con sus grandes ojos cafés y lloraba sin contenerse. Me partía el alma verlo así.

—¡Vete tras él entonces! ¡Alcánzalo porque el amor de tu vida se escapa!— me golpeó por décima vez el pecho.

—Jaemin.

—Debí de haberme dado cuenta antes— gritaba—. ¡Nos hubiéramos ahorrado todo esto!— manoteó cansado.

—En ningún momento te engañé, Jaemin. Él me robó un beso, pero estaba ebrio.

—¡Pero tú no!— exclamó con la voz estrangulada—. Además, el que haya estado o no ebrio no quita que se haya enamorado de ti— señaló un papel sobre la mesa arrugado violentamente—. ¿Y sabes qué es lo peor?— sollozó—. Que tú, perfectamente cuerdo, te enamoraste también de él. De mi mejor amigo.

—Jaemin— quise acercarme, abrigarlo en mis brazos para que de algún modo cesara su dolor, pero me quedé a distancia, sabiendo que después de mi confesión, no serviría de nada— Nunca quise hacerte daño. Simplemente... no pude controlarlo.

Recordé entonces el primer día que descubrí que sentía algo por Renjun, o mejor dicho, cuando acepté que sentía algo por él. Aquella vez que él veía una película de terror y que de cierta manera, sin explicarme cómo, quería protegerlo entre mis brazos y luego, jamás dejarlo ir. Con el paso del tiempo me di cuenta de que me gustaba estar a su lado, pasar las horas en su compañía y hacer chistes tontos de cualquier cosa.

—¡Pero podrías habérmelo dicho! No había necesidad de que me hirieras de esta forma— sollozó Jaemin— Pero yo soy el estúpido, ¿sabes? Debí darme cuenta, por cómo mirabas a Mark cuando se le acercaba, le hablaba o lo besaba.

Mi rostro se endureció al recordarlo. Era una furia devastadora, una inquietud por querer alejarlo de Mark cuando éste se le acercaba.

Algo que en ese momento me inundaba de pies a cabeza y que no podía explicar la razón. Ahora lo sabía. Volví a perderme en el recuerdo, en la escena de aquel día gris.

Me encontraba inmovilizado en el centro del departamento de Jaemin. Me sentía un idiota viendo a Jisung parado en la puerta y a Jaemin entre sus brazos sollozando en su pecho. Entonces, sólo entonces, me di cuenta de que yo había sido igual de ingenuo que Jaemin, ahora comprendía quién era el chico misterioso al que Jisung amaba y por qué nunca me lo había dicho. Estaba de pie, allí, mirándome con la comprensión de un amigo, con el dolor de un hermano; mientras Jaemin lo apartaba, llevándoselo consigo como el único apoyo con el que contaba.

—Acepto— musitó mi hermano, mirando fijamente a su futuro esposo y sonriéndole, haciendo que mi mente volviera al presente.

—Y tú, Na Jaemin, ¿aceptas a Lee Jisung como tu futuro esposo; para amarlo, cuidarlo, en la salud y enfermedad, hasta que la muerte los separe?— preguntó el ministro.

—Acepto.

Renjun se levantó de la silla y sacó su cámara fotográfica. Lo miré desde abajo, sentado aún.

El recuerdo continuó en mi mente.

Me acerqué hasta la mesa en la que Jaemin había dejado aquel papel arrugado y volví a desarrugarlo curioso. El corazón me volvió a palpitar cuando leí escrito del puño y letra de Renjun, las palabras "te juro que lo amo". Pero ya era demasiado tarde, su avión había despegado y se lo había llevado lejos.

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora