Capitolo 49

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—¡¿Por qué?!— volvió a repetir.

Estaba consiente de que Jaemin tenía que saberlo, pero de pronto, me volví cobarde y las piernas me empezaron a temblar.

—Sólo... ya... Es que ya no tengo nada que hacer aquí, tengo que volver a Corea— murmuré.

—¿Cómo que no tienes nada que hacer aquí? ¿Y yo qué? ¿A caso estoy pintado? ¡Claro que tienes mucho qué hacer aquí! Se supone que viniste a pasar las navidades conmigo, a estar juntos en año nuevo, ¿y dices que no tienes nada qué hacer aquí?— explotó con todas esas lágrimas corriendo por su rostro.

—Jaemin, discúlpame— mi voz para este momento ya estaba rota—, pero entiéndeme, necesito irme.

—¡Es que no te entiendo! No logro comprenderte, ¿por qué?

Verlo así, derramando lágrimas por mí era devastador, pero verlo enojado y que no encontrar explicación a mi huida, era preferible que verlo con el corazón roto, sin novio ni mejor amigo.

Pero él tenía derecho a saberlo. Las lágrimas se me atoraron en la garganta y la voz no salió del nudo de ella, sólo abrí la boca, pero no hubo sonido alguno.

Llamaron a la puerta y ninguno de los dos nos movimos, sólo mis ojos se dirigieron al armazón de madera. Los golpes seguían así que Jaemin se giró y fue a abrir. Y cuando pensaba que nada podía ir peor, con la llegada de la persona que estaba del otro lado de la puerta confirmé que definitivamente sí que podía.

—Jaemin, ¿por qué lloras?— Jeno lo miró preocupado, el rostro de Jaemin estaba enrojecido y sus ojos no paraban de llorar.

Él se dió la vuelta sin contestarle y caminó de nuevo hasta mí. Cuando Jeno me vió llorando también, abrió sus ojos como platos y pensó lo peor.

—Jaemin...

—¡Dime por qué maldita sea te vas!—su grito lo interrumpió, y allí Jeno pareció caer en la cuenta.

—¿Te vas?— me preguntó, en su rostro se asomó una expresión de dolor, la noticia parecía haberle descolocado en sobremanera.

Ya no podía más, no lo soportaba. Sentía que me derrumbaría allí mismo con la mirada de dolor de ambos, de dos personas a las que amaba.

—Sí— obligué a mi garganta a abrirse de nuevo, sólo para contestarle a Jeno.

—¿Por qué?— inquirió desconcertado y cínico.

Me quejé incrédulo, ¿él me preguntaba por qué? Moví la cabeza negativamente, lo odiaba.

—Mi vuelo sale a las tres. Perdóname, Jaemin— tomé mi sudadera y salí corriendo de allí, simplemente ya no podía soportarlo.

Corrí escaleras abajo y salí al exterior, no tenía dinero y la gente me regalaba miradas raras porque mi rostro estaba bañado en lágrimas.

Faltaba una persona a la que aún no había visto, una persona que debía enterarse de que me iba y las razones de por qué me iba. Faltaba despedirme de uno de mis mejores amigos, Jisung.

Lo llamé y le pedí que me recogiera ya que yo no sabía dónde vivía. A los pocos minutos apareció en el parque en el que estaba sentado.

Me llevó hasta su casa, pues le pedí que lo hiciera, no quería hablar en plena calle sabiendo que comenzaría a llorar más de lo que ya lo hacía.

Ni siquiera me molesté en apreciar la casa o lo que había en ella, todo lo que hice fue seguir a Jisung hasta su cuarto tras saludar a su madre.

—Ahora dime, ¿qué pasa?— me hizo sentar en su cama y él se sentó en la silla de su escritorio.

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora