Capitolo 51

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Era la carta más sincera que jamás en la vida había escrito. Sin embargo, la sentía insuficiente, pero ya no me quedaba tiempo. Doblé el papel por la mitad garabateando rápidamente el nombre de Jaemin al frente y la coloqué sobre la mesa.

Fui a por mis maletas y guardé el par de euros que aún me quedaban. Di una última mirada nostálgica al departamento, una lágrima rebelde se estrelló contra la alfombra del suelo. Dejé las llaves en la misma mesa en donde estaba la carta y salí por la puerta arrastrando mis maletas junto a mí. Al sale del edificio paré un taxi y le pedí que me llevara al aeropuerto.

Aún en la agonía misma de estar yéndome, sabiendo que la única familia que me quedaba tenía el corazón roto por mi culpa, no podía evitar pensar en él. Miré a través de la ventana del taxi y vi pasar las casas y calles, jamás volvería a verlas de nuevo, ni a él.

Me iba hasta el otro lado del mundo pero dejaba mi corazón cerca de él. Seguro. Mientras más lo pensaba, más me dolía. Dejaría al amor de mi vida y renunciaría a él totalmente, porque era lo mejor.

Nunca pude dejar de quererlo, sencillamente por que lo amaba más de lo que me convenía. Era como redactar mi carta de despedida; como si al hacerlo, cada palabra que plasmaba me doliera cada vez más al acercarme al punto final.

No quería irme, partir de su lado era como tirarme de un precipicio o interponerme en el camino de un autobús en movimiento... o con menos dramatismo, era como quitarle el sentido al paso del tiempo.

Me dolía irme, por supuesto; pero era lo mejor que podía hacer después de todo. Me llevé la mano a mi mejilla izquierda y me ardió con el recuerdo. La cara desencajada de dolor de Jaemin se plasmó en mis pensamientos, sus lágrimas volvieron a verse en mi mente.

Mi corazón ya no palpitaba, podría hasta jurar que ya no estaba allí; pero podía sentir el dolor indescriptible y sabía que, aunque hecho pedazos, mi bombeador de sangre seguía allí.

Pude ver el aeropuerto a través del vidrio empañado por mis suspiros y supe que el tiempo se me acababas. Pagué al taxista y le dije que se quedara con el cambio, a fin de cuentas a mi ya no me serviría.

Me ayudó a bajar mis maletas del maletero del auto y las hice rodar sobre el pavimento hasta adentrarme al aeropuerto. Algo justo pero había llegado. Chequée todo para comprobar que todo estaba correcto, facturé las maletas para y pasé el control de seguridad para, a continuación, sentarme en una de las bancas a esperar que el tiempo restante se pasara rápido. Mientras veía a la gente ir y venir, Jeno volvió a mi pensamiento. ¿Vendría a buscarme y me pediría que no me fuera? ¿Me diría que me amaba con la misma intensidad con la que yo lo hacía? Me reí, burlándome de mi mismo. Esto no era una película con final feliz, Jeno no vendría; porque su lugar era junto a Jaemin, el que yo consideraba mejor amigo.

Poco tiempo después, una voz masculina anunció mi vuelo, la hora había llegado. Me paré y caminé hasta el andén correspondiente, colocándome en la fila de personas que aguardaban para subir al avión. Miré hacía atrás, hacia todos lados mientras mordía mi labio inferior; hice un barrido por todo lo que mi visión me permitía ver del aeropuerto, todas las personas tenían diferentes rostros y expresiones... ¿en qué estaba pensando? Él no vendría. Me volví a girar y caminé lentamente hasta que llegó mi turno. Le entregué el boleto junto con el pasaporte a la azafata, quien lo revisó y lo validó.

Buon viaggio— me sonrió devolviéndome ambas pertenencias.

Le ofrecí una casi imperceptible sonrisa. Di una última mirada alrededor y suspiré. Cerré los ojos y deseé fervientemente que él apareciera, tan sólo para decirme adiós. La gente seguía pasando a mi lado cuando los abrí. Me faltaba magia porque los rostros que veía seguían siendo desconocidos. Resultaba inútil desearlo, esperar que él... por supuesto que no, ¿en qué cabeza cabía? Volví a reírme de mi mismo sin atisbo alguno de alegría y caminé hasta llegar a lo alto del avión.

Me senté en el asiento que me indicó el señor que atendía a los pasajeros y los guiaba para que consiguieran llegar más rápidamente y no causasen atasco. El asiento estaba forrado de azul rey y decorado con rayas amarillas, se encontraba justo a lado de la redonda ventanilla. Miré a través de ella, ningún movimiento fuera del avión me pareció inusual.

Decidí relajarme, ya era demasiado tarde para cualquier cosa. Ya nada tenía sentido.

Las tripas me rugieron en de mi abdomen y fue entonces que caí en la cuenta de que no había comido nada desde el desayuno. Sin embargo, la comida del avión era muy cara y yo no tenía casi dinero ni había traído comida en mi equipaje de mano. Fue por eso que mi única u mejor opción fue esperar la merienda del avión, esforzando en dormir en tanto que llegaba la hora de la merienda. Eran dieciocho horas las que me esperaban de camino y tenía que intentar empezar a adaptarme al horario coreano.

Una voz femenina se escuchó por todo el avión, primero en italiano, luego en inglés y por fin en coreano, para después seguir hablando en otros idiomas

El avión despegaría en dos minutos. Las ruedas comenzaron a moverse y a rodar por el pavimento, el rugido del motor era claramente perceptible. El tiempo se había acabado.

Cerré los ojos, no quería ver cómo mi corazón se quedaba en ese lugar; pero detrás de mis párpados su rostro apareció y gemí de dolor. Los recuerdos se proyectaron como una película en mi mente mientras el avión se elevaba en el aire. El primer día que llegué, su sonrisa, esos jeans ajustados que usaba esa noche... una solitaria lágrima corrió por mi mejilla.

El mal ya estaba hecho, ya no había vuelta atrás.




Estos capítulos son de llorera continua 😔😭

Cuidaos, no os resfriéis💙

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora