— Conduciré rápido.
¿Era en serio? ¿Esa era su respuesta? ¿Acaso me sentía más culpable yo que él? ¿Él se sentiría siquiera culpable? Las preguntas revolotearon en mi cabeza con voz propia mientras me forzaba a mandarlas todas al rincón de mi mente, callándolas.
Subí a la Hybrid de Jeno cuando este me abrió la puerta. El tiempo se me acababa; había pasado casi toda la tarde con él, lo cual era una buena cantidad de tiempo. Sin embargo, para mí pareció sólo la prolongación de lo que dura un suspiro y ahora iba a ponerle final al día, a mi tarde con él.
Condujo hasta el departamento de Jaemin, y en el camino casi no hablamos debido a que mi cabeza se encontraba llena de pensamientos, buscando alguna manera de explicar la situación. Situación que a Jeno parecía no preocuparle.
Cuando llegamos y él estacionó frente al edificio me congelé en el asiento por que aun no tenía el pretexto ideal para excusarme ante Jaemin. Hoy era una de esas noches en las que la cabeza no me daba para más mas que para sostener el cabello.
El rugido del motor se detuvo y el silencio se produjo al instante.
— Listo, subamos rápido— dijo Jeno satisfecho del tiempo que había tardado en llegar. ¿Veinte minutos se le hacía poco?
— Espera— le sujeté del brazo antes de que bajara.
Me miró intrigado.
— ¿Qué vamos a decirle?— pregunté.
— ¿A quién?— inquirió confundido.
— A Jaemin— dije obvio.
— ¿Por qué?— su ceño levemente fruncido me decía que no estaba fingiendo confusión.
— Por la hora a la que llegamos, por que estamos juntos, querrá explicaciones— intenté explicarle desesperado, la culpa me estaba comiendo por dentro.
Jeno rió por lo bajo.
— Pues le diremos la verdad, ¿no?— dijo— Que salimos a la feria y que pasé a saludar a Yangyang.
— Pero...
— No hicimos nada malo, Renjun— me interrumpió, pero aun en la oscuridad de la noche pude ver el brillo ladino que sus ojos desprendían en un intento de persuasión y el tono de voz cínico que salía de sus labios carnosos.
Tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural por no aproximarme a ellos y acallar los ridículos latidos de mi corazón que podrían dejarme en evidencia. Tuve que obligarme a retener a la cordura para no contradecir lo que él acababa de decir.
La oscuridad sólo me hacía desearlo más. Me hacía querer acercarme de una manera casi incontrolable. Pero la voz en mi cabeza mascullando el nombre de mi mejor amigo impidió todo tipo de incoherencia que mi mente pudo haber producido.
— Renjun— me llamó haciendo que regresara al momento—. ¿Estás bien?— preguntó.
— Sí, yo... sí— tartamudeé.
— Bien— se bajó del auto y quise evitar la oportunidad de que fuese caballeroso, porque todo aquello no ayudaba mucho en el asunto del enamoramiento absurdo en el que ahora estaba metido. Pero la puerta no abrió. Él rápidamente se encontró de mi lado y él mismo la abrió para ayudarme a bajar.
Subimos por las escaleras hasta el tercer piso y llegamos por fin al departamento. Jeno parecía relajado, sin embargo, yo seguía sintiéndome culpable.
Abrí la puerta con el corazón palpitante de desazón y visualicé por un momento cómo debía ser el mundo.
Jisung se encontraba con Jaemin y ambos miraron al instante hacia donde Jeno y yo, ambos con expresiones distintas. La de Jaemin era un rostro inquieto, preocupado, sin duda; la de Jisung estaba tranquila, serena. Me pregunté cuál sería la mía.
— ¡Oh allí están!— exclamó Jaemin y corrió a abrazarnos a Jeno y a mí.
Me quedé quieto y confundido.
— Bestia, ¿por qué no te llevaste tu celular?— me dijo— Jeno, ¿por qué no respondías el tuyo?— inquirió al interpelado.
Más que un amigo que se sintiera engañado o especulando alguna artimaña parecía un padre preocupado como cuando sus hijos no llegan a casa y pasa de la media noche. Me sentí aún más culpable que antes.
— Lo siento, amor— dijo Jeno, y en la última palabra el corazón se me encogió adolorido—. Llevé a Renjun a la feria, ¿recuerdas que me contaste que jamás había ido a una? Bueno, quise hacer algo realmente lindo por él— me miró y me sonrió, pero con una de esas sonrisas que te dan los amigos: expansiva y sin rastro alguno que me confundiese—. Y después pasé a saludar a Yangyang , recuerda que hoy es su cumpleaños. Por cierto, te mandó saludos— se acercó a Jaemin y besó su frente.
Capté la escena desde muy cerca y mi corazón, aún encogido en alguna parte de mi pecho, se sacudió violenta y dolorosamente. Jaemin se tranquilizó tras la explicación de Jeno.
— Pero debiste al menos avisarme, amor— musitó y se alzó en puntillas para besar a Jeno en los labios.
Ya no pude mirar más. Bajé la cabeza y me retiré con rapidez hasta llegar a donde Jisung estaba, este se encontraba también con la mirada gacha. Esa escena le lastimaba tanto como a mí.
— Pero, ¿te divertiste, Renjun?— me preguntó Jaemin con una sonrisa sincera cuando se hubo desocupado de los labios de su novio.
— Por supesto, aunque casi muero arriba de una montaña rusa— dije aparentando que todo estaba bien.
Jaemin estalló en estruendosas risotadas y luego miró a Jeno.
— ¿Lo hiciste subir a una montaña rusa? ¿Cómo lo lograste? Yo lo he intentado miles de veces y siempre me dice que no— dijo sorprendido y divertido.
Jeno se encogió de hombros.
— Supongo que tengo el don de la convicción— bromeó.
No estuve en desacuerdo con Jeno, aunque su definición de "don de convicción" fuese más algo así como "retenerme en sus brazos para no dejarme escapar".
Miré los mimos que Jeno y Jaemin se daban y me sentí mal, sin hablar del ya tan lastimado bombeador de sangre bajo mi pecho.
Jisung me codeó y me hizo seña de que nos fuéramos de ese lugar, a ambos nos lastimaba. Lo tomé de la muñeca y le dirigí hasta mi habitación. Cuando cerré la puerta fue cuando supe que la atención de ambos estaba en nosotros. Lo último que quería era que Jaemin y Jeno pensaran mal acerca de Jisung y de mí. Sin embargo, en ese momento tenía el corazón demasiado adolorido como para detenerme a pensar en otra cosa que no fuese como saldría de esta sin que mi corazón saliese más lastimado.
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Manual de lo prohibido {Norenmin}
FanfictionFalso y pérfido eran sinónimos de mi nombre. De todos los papeles que pude protagonizar, era dueño del único que cualquier otra persona en mi situación rechazaría. Lo peor era que esta no era una obra de teatro, cuyo objetivo es sólo representar, ac...