Capitolo 15

263 48 6
                                    

—¡Chicos, ya he vuelto!

Ambos pegamos un brinco al oír la voz de Jaemin y ver el rayo de luz que la puerta abierta introducía a la habitación. Nos separamos tan rápido que no pude ni procesar la información del todo bien. ¿Jaemin? ¿Qué hacía aquí? ¿Eran ya las ocho de la noche?

—¿Por qué está tan oscuro?— encendió las luces de la sala, las cuales me cegaron haciendo que tuviese que parpadear repetidas veces, atolondrado y desconcertado.

—Estábamos viendo una película— explicó Jeno, quien de repente se encontraba muy lejos, a diferencia de cómo lo había tenido antes.

¿Cuándo se alejó tan rápido?

—¿En serio? ¿Cuál?— preguntó Jaemin tratando de ver hacía el televisor y de descifrar a qué filme pertenecían esas escenas.

Infectados— le respondió.

—Renjun, no sabía que eras masoquista— bromeó Jaemin. Sólo entonces, cuando oí mi nombre, aterricé—. Esa película es aterradora— musitó haciendo un mohín—. ¿Por qué la has alquilado?

—Porque no sé italiano. ¿Te parece una buena excusa?— musité medio atontado.

Aún no sabía qué había ocurrido y por qué Jaemin estaba allí siendo las siete con treinta.

Él soltó una risotada.

—Jaemin, amor. ¿Por qué has llegado tan temprano hoy?

—Ah, he salido antes— no le tomó mucha importancia y se encogió de hombros.

Dio unos pocos pasos para besar los labios de su novio y me giré instantáneamente, de pronto mas aterrorizado por esa escena que por la película.

Oí el chasquido de sus labios al unirse y quise taparme los oídos o subirle todo el volumen a la TV con tal de que me fuera imposible captar ese tipo de sonidos.

La fierecilla apareció de pronto, atenta, molesta y enfurruñada. Se movía inquieta dentro de mi estómago y me rogaba que me levantara del sofá y me largara.

Miré por el rabillo del ojo y pude verlos aún besándose. La fierecilla se removió y comenzó a rasguñar lastimosamente. Ahora era un sentimiento casi palpable, podía sentirlo con claridad dentro de mí, alguna especie de punzada cerca del corazón que hacía los latidos pesados, moribundos. Esto no debía de hacerme daño... pero me lo hacía.

Me levanté del sofá y quité la película del televisor. Hice ruido cuando el control del reproductor se me cayó de la mano al presionar su botón con excesiva fuerza. Al menos eso sirvió para que Jeno y Jaemin se dejaran de pasar microbios y me miraran.

—Perdón— farfullé.

—¿No vas a terminar de verla?— preguntó Jaemin.

—No, recordé que tengo que arreglar mis cosas— dije mientras ponía con movimientos torpes el DVD de nuevo en su lugar.

—Ay Renjun, pero tú nunca arreglas tu habitación— me acusó.

—No me refiero a eso, Jaemin— lo miré—. Lo que quiero decir es que mañana saldré con Mark y me llevaré la cámara— no sabía de dónde había salido la mentira, porque eso era, una mentira. Mark y yo no teníamos planes de nada—. Y para tu información yo sí arreglo mi habitación, aunque no muy seguido.

—¿Saldrás con Mark de nuevo? Vaya, ¿cuántas veces van ya?— Jaemin decidió ignorar mi último comentario, se emocionó y comenzó a especular.

—No las cuento, Jaemin— reí.

—¿Y a dónde irán? ¿De nuevo a tomar café?

Miré el rostro de Jeno, a un lado del de su novia conjeturante y pude ver en él ese tipo de gesto que le producía cada vez que yo hablaba de Mark. Aquello me alentó a seguir con la mentira.

—No, a la plaza de San Marcos— dije— . Así que, si me disculpas, tengo que ir a ver qué me pongo— sonreí, pero de esa manera en la que sonríen las brujas malvadas de las películas.

—¿No vas a cenar?— inquirió Jaemin.

—No, no tengo hambre; pero por si me da, creo que tengo una barrita de granola en mi escritorio— me encogí de hombros.

—Está bien, pero no es mi culpa si te mueres por desnutrición.

—Bueno, las barraitas de granola me pueden dar los nutrientes necesarios para lo que queda del día.

Jaemin rió y rodó los ojos.

—Hasta mañana, Jeno— dije cordialmente y le sonreí. De verdad que me sentía malo y a la fierecilla le gustaba eso.

—Hasta mañana, Renjun— musitó serio.

Me di la media vuelta y me dirigí a mi habitación. Había calmado a la fierecilla e incluso le había dado una dosis de satisfacción, pero ahora tenía otro problema. ¿De dónde demonios había salido mi mentira? No me quedaba más que cruzar los dedos para que Mark pudiera ser mi cómplice y aceptara la invitación que le iba a hacer.

Marqué rápidamente su número y me aparté de la puerta para que no pudieran oírme. Timbró un par de veces y a la tercera su voz de ángel contestó del otro lado de la bocina.

—¿Renjun?— me dijo, sorprendido por mi repentina llamada.

Él siempre era el que me llamaba a mí.

—Hola, Mark, ¿cómo estás?— susurré.

—Bien. ¿Por qué hablas tan bajito?—me preguntó, bajando su tono de voz hasta igualarlo al mío.

—Porque no quiero que me oigan.

—¿Quién?

—Mañana te explico, ¿sí? Sólo quería preguntarte si querías salir a pasear conmigo a la plaza— arrugué el suéter negro que llevaba puesto, nervioso.

—¡Por supuesto! ¿Mañana?— suspiré de alivio.

—Sí, gracias.

—No, gracias a ti por invitarme— dijo.

—Entonces hasta mañana, buenas noches y gracias.

—Hasta mañana.

Colgué la llamada e hice una exclamación de victoria. Sabía que podía contar con Mark cuando fuera.

Me senté sobre la cama y me incliné para abrir el cajón inferior de mí escritorio. Rebusqué entre varios papeles y debajo de todos encontré lo que había guardado como un tesoro a capa y espada hasta hoy. Levanté las diez fotos y miré cada una hasta encontrar alguna que dibujara el rostro mejor.

Cuando lo hice, la tomé entre mis manos y estudié el bello resplandor que por sí sólo reflejaba el rostro de Jeno. Sentí en mi estómago como si un montón de burbujas se inflaran y fueran flotando en el espacio libre. ¿Por qué él me provocaba todo esto? Ahora empezaba a tener un miedo racional y tangible. Jeno no debería de provocarme ese tipo de sensaciones, por que yo sabía qué significaban.

Recordé lo que había ocurrido hace rato y no quise ni imaginarme lo que hubiera pasado si Jaemin no hubiese llegado. Su rostro estaba demasiado cerca. Demasiado. Nos habríamos besado.

Sentí cómo las burbujas se inflaron más y revolotearon por todo mi estómago. Sacudí la cabeza, queriendo deshacerme del recuerdo y por consecuente de la reacción.

Guardé de nuevo todas las fotografías en mi cajón, debajo de todo el montón de papeles, en donde deberían de estar. Me arropé para dormir y observé el techo en total oscuridad. Luché contra los pensamientos que en ese momento estaba teniendo, a mi no me podía gustar el novio de mi mejor amigo, no debía.







What is up? Espero que tengáis un buen fin de semana lindos :)💖

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora