Capitolo 8

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Levanté la mirada y me topé con un bello rostro meramente inmaculado. Su piel llana y morena hacía lucir oscuros sus ojos. Sin embargo, poseían un hermoso color marrón al igual que su pelo. Sus finos y rosados labios se estiraron y formaron una bonita sonrisa curiosa.

Hola— pronunció.

—Hola— dije medio atontado por el bello rostro juvenil que tenía justo enfrente.

—Perdóname. Es que soy un poco distraído— musitó ligeramente ruborizado.

—No, no; el distraído soy yo— dije y luego me reí.

—Soy Mark Lee pero puedes llamarme sólo Mark— me estrechó la mano.

—Huang Renjun— me presenté.

— ¿Eres coreano?— adivinó.

—Chino, pero a los dos años me mudé a Corea así que se podría decir que de allí vengo— intenté explicar.

—¿En serio? Yo crecí en Canadá pero también soy coreano con raíces europeas. Me mudé a Corea después de la escuela media— explicó con emoción.

Ahora había entendido por qué me había hablado desde un principio en coreano; pero luego dirigí la mirada hacia la puerta del departamento en el que él iba a introducir la llave antes de que chocásemos.

—¿Vives aquí?— balbuceé, al captar el trío de números que formaban el ciento veinticinco.

—Sí, con mi tía; te dije que tenía raíces europeas— abrí los ojos de la sorpresa.

La anciana gruñona a la que Jaemin había dejado la llave de su apartamento era tía del lindo muchacho que me sonreía en este instante.

—¿Eres sobrino de la señora Kim?— inquirí.

—Sí, ¿la conoces?

—Sí, bueno no— su expresión pasó a ser una mueca de confusión—. Mi amigo me dejó la llave de su departamento aquí y sólo pasé a recogerla, de eso conozco a tu tía— expliqué.

—¡Oh! ¿Eres tú el lindo chico que se mudó con Jaemin?— preguntó como si hubiese completado un rompecabezas en su memoria.

—Sí y... gracias por lo de «lindo».

—Oh, bueno, eres lindo— musitó y se encogió de hombros—. ¿Vas a algún lado?

—Sí, a un laboratorio de fotografía. ¿Sabes dónde queda la calle Squero de San Trovaso?— pregunté mirando el papelito arrugado en mi mano y tartamudeando al leer el nombre de la calle.

—Sí, está cerca de uno de las canales hacía el norte.

—¿Está muy lejos?

—No, puedes ir caminando; son como cinco cuadras de aquí.

—Oh, gracias.

—Puedo llevarte si quieres, tengo auto— se ofreció.

—No, gracias. Prefiero caminar, tengo tiempo de sobra— musité con aplomo.

—Oh, está bien, ¿puedo invitarte luego a un café? Para conocernos, digo, vamos a ser vecinos— se encogió de hombros un tanto avergonzado y ligeramente ruborizado.

—Claro, me encantaría.

—Hasta luego, entonces.

—Hasta luego— dije— . Oh, y grazie mille — murmuré lo que había aprendido de Jeno el día de ayer, cuando agradeció al mozo.

Mark me sonrió.

Di niente, bellissimo ragazzo— pronunció.

Me ruboricé un poco a la par que le decía adiós con la mano, baje las escaleras y empecé a recorrer las calles de Venecia esperando encontrar lo que buscaba.

Luego de unos minutos y de contabilizar mentalmente las cinco cuadras que Mark me había mencionado, miré hacia el pequeño recuadro blanco ubicado en el muro externo del último edificio de la cuarta calle: Squero de San Trovaso. Sonreí satisfecho al haber acertado en mi búsqueda. Tenía la calle pero aún me faltaba el laboratorio, decidí caminar hacía la izquierda, en donde los números ascendían, tenía que encontrar el doscientos dieciocho.

Afortunadamente, lo encontré, además de que pude visualizar fuera del lugar el letrero en letras grandes y negras que decía «Photo Lab». Eso hasta un torpe puede entenderlo.

Crucé la acera y me adentré en el lugar solitario y oscurecido, solamente iluminado por las luces del exterior que traspasaban por el ventanal. Por desgracia, aquello no redujo ni un poco los escalofríos.

—¿Hola?— musité, esperando a que alguien en el oscuro lugar me respondiera.

—¡Tonta máquina!— gruñó una voz que salió de detrás de los almacenes. Una voz de un chico.





Otra actuación, posiblemente la última hasta el martes :)💖

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora