Capitolo 59

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—Es espectacular, ¿no crees?— el eco de la voz de Chenle resonó en el salón vacío, devolviéndome al presente.

—¿Cómo dices?— pregunté haciendo demasiado evidente mi falta de atención.

—El lugar, es grandioso— dijo fingiendo no darse cuenta—. Ya me imagino todo, ¡no puedo esperar a que llegue el martes!

Miré a mi alrededor curioso por las palabras de Chenle. Aunque la mayoría de veces era un exagerado, esta vez tenía razón. Era un salón grande con suelo de mármol en color negro. Las paredes blancas se expandían extensas dándole un espacio realmente grande y una ventilación y luminosidad al lugar. Aquel era el sitio perfecto para que se llevara a cabo mi exposición y, aunque quedaba casi fuera de la ciudad, Chenle se había ofrecido a llevarme y traerme las veces que fuera necesario.

Él siguió andando por las habitaciones del lugar cuando, de repente, otras de las palabras que dijo captaron mi atención. Faltaba menos de una semana para que se llevara a cabo la exposición y el mes de espera había pasado lento a pesar de todo, o mejor dicho, lento para mí, ya que cada día la agonía de desconocer el resultado de mi atrevimiento me arrastraba a una incertidumbre desconocida que me obligaba a ignorar el paso de las horas en el reloj.

Cuando terminamos de ver el lugar, Chenle me llevó a casa y me hizo prometer que no pensaría en otra cosa más que en la exposición fotográfica. Y aunque traté de hacerlo, me resultó completamente imposible, Jeno se había convertido en un pensamiento constante y, además, era la razón de mi exposición. ¿Cómo no iba a pensar en él? Eso, ni aunque me borraran la memoria.

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Por la tarde charlé con Donghyuck y le conté las nuevas buenas noticias tratando de evitar, por supuesto, el plan que había tras ellas. Además, él me lo ponía bastante fácil, ya que procuraba no hablar de Jeno tampoco. Me contó sobre lo bien que iba su relación con Mark y que él me mandaba saludos, luego algunas cosas triviales que ocuparon el lugar de la conversación.

Yo debía de mantener la farsa, hacerle creer a las personas a mi alrededor que esto no era para mí más que el placer del trabajo bien recompensado y no una esperanza a mi locura.

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El martes llegó con prontitud a pesar de mi desvarío por el tiempo. Veía cómo acomodaban las fotografías en la pared, tratando de encontrar la manera de que se vieran elegantes y perfectas. Pero para mí ya lo eran. Me mordí el labio inferior con nerviosismo y luego divisé a Chenle hablando con Ji en la otra esquina, mientras le mostraba unos papeles y el viejo asentía.

Quedaban menos de un par de horas para que las puertas se abrieran y la gente pasara. Puse mi atención en el lado izquierdo de donde me encontraba parado y miré a los meseros acomodar los aperitivos en distintas bandejas para poder servirlos. A pesar de que todo era una situación distinta a otra, mi mente no dejaba de volar en torno a una sola cosa con nombre propio.

No es que tuviera precisamente la esperanza de que él apareciera justo aquí, pero sí de que al menos que me buscara luego, de que supiera que estaba cerca de aquí, de que supiera que lo necesitaba. Vi a Chenle acercarse a mí y le sonreí nervioso.

—En un momento empezará todo, ¿estás listo?—sin siquiera dejarme contestar añadió— Hay mucha gente que desea entrar.

—Estoy nervioso, era todo lo que deseaba cuando comencé a trabajar en esto y ahora ya está aquí.

—Los sueños se cumplen—me sonrió—. ¿O lo dudas?

—Te contesto más tarde. ¿Qué te dijo Ji?— pregunté cuando lo vi salir por la puerta giratoria, además de querer cambiar de tema.

—Oh, tiene que irse, pero me dijo que le pasara un reporte de cómo había resultado todo. Él también está emocionado y ansioso. Oh, y quiere que pruebes los bocadillos.

—¿Ji quiere eso?— dije extrañado.

—No, en realidad el que quiere eso soy yo, se ve tan bueno todo... Relájate, Renjun. Vamos— me tomó del brazo y me llevó hasta donde los mozos acomodaban las charolas.

Mordisqueé con ansiedad un par de aperitivos que rápidamente hicieron aparición en mi garganta al pasar por ella. Pronto llegó la hora, el reloj marcó las diez de la mañana del martes treinta y uno de enero, las puertas se abrieron y gente comenzó a entrar, girando sus cabezas hacia cuanta foto veían y dirigiéndose a ellas. Me di la media vuelta y cerré los ojos, yendo a sentarme a otro lugar para no ver la cara de las personas al mirar las fotografías. No deseaba saber qué pensaban, qué se les ocurría. En ese momento me arrepentí de haber dicho sí.

Así pasaron cuarenta minutos de las dos horas que se habían predestinado para la exposición. Cuarenta largos y tormentosos minutos de ver (aunque no hubiese querido y hubiese hecho casi todo por evitarlo) el rostro de las personas que sonreían y movían sus cabezas en forma de asentimiento y fascinación al contemplar las fotografías que habían sido tomadas por mí. "Manuale del proibito" estaba siendo un éxito que a la gente le gustaba por encontrar inspiración en aquellas imágenes en blanco y negro.

Alguien me tocó el hombro y el corazón se me paró por un segundo. Me giré sobre mis talones y una chica de ojos cafés me sonrió. El corazón volvió a su ritmo, decepcionado.

—Disculpa, ¿eres el autor?— me preguntó mientras en su mano izquierda sostenía una libretita.

—Si así podría llamársele, sí— le devolví la sonrisa que antes me había dado.

—Hola, soy Park Jihyo y trabajo para el periódico local— me ofreció la mano en saludo de presentación y yo la tomé—. Debes de sentirte orgulloso de que tus fotografías estén fascinando a todo el que entra por esa puerta y las ve, ¿no es así?

—Vaya, gracias— dije tímido.

—En lo personal, a mí me han encantado, pero ¿podrías decirme por qué el título? ¿Qué significa? Si no me equivoco es italiano, ¿verdad?

—Así, es. Significa manual de lo prohibido— respondí sintiéndome repentinamente incómodo al no haber visualizado esto en el plan.

—Y, ¿por qué?— insistió.

—Bueno...— tartamudeé. No iba a darle una explicación extensa ni a hablarle de mi vida, así que sólo dije lo primero que me vino a la mente al pensar en Jeno—. ¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista de «No toques ni codicies» pero que cada momento te incita más y más a... tenerlo.

Ella miró a su alrededor después de lo que yo le había dicho y miró todas la fotografías de forma rápida. Después me sonrió.

—Ya entiendo—dijo—. Todo tu conjunto de fotografías forma un manual de una sola cosa prohibida, ¿verdad?

Abrí los ojos ante la sorpresa de que ella realmente lo hubiese comprendido.

—Así es— confirmé.

—Gracias por responderme— me sonrió y volvió a darme la mano—. Ha sido un placer conocerte.

—Igualmente— respondí y la vi alejarse haciendo anotaciones en su libreta.

Me quedé parado en el mismo lugar por un par de minutos, viendo hacia donde la muchacha se había ido y luego le regalé un suspiro al aire.

Credo di essere quello che ha vietato l'manuale.

Mi corazón latió con una fuerza devastadora y luego colapsó de repente de forma teatral. Giré desorientado a fin de encontrar al dueño de aquella voz, sin saber si era sólo una fantasía en mi cabeza o una alucinación de mi mente.

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¡FELIZ AÑO NUEVO CON MUCHO RETRASO!🥳🥳🥳❤️❤️❤️

Siento no haber actualizado en mucho tiempo, estoy en exámenes en la universidad y se me está haciendo difícil poder editar capítulos :((. A lo largo de la semana intentaré publicar uno o dos más 🧡

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora