Capitolo 9

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Me quedé pasmado y mis pies se quedaron congelados en el mismo lugar en donde se habían parado.

—¿Hola?— volví a repetir, ahora un poco temeroso.

Un chico se asomó de detrás de aquellos grandes almacenes y me miró con sus grandes ojos.

Pese a tener la piel muy bronceada mostraba un rubor natural esparcido en sus mejillas. Su joven rostro y el color café de sus ojos artísticamente coloreados resplandeció con la luz del exterior. Su cabello, ondulado y con un color entre rubio y anaranjado, estaba ligeramente despeinado. Me sonrió.

Hola— dijo amable.

—Amm... hola.

—¿Hablas coreano, verdad?— preguntó. Asentí con la cabeza sólo una vez—. Genial, entonces, ¿en qué puedo ayudarte?— me regaló una sonrisa bastante extensa llena de amabilidad. Pude distinguir cómo sus grandes orbes brillaban, parecía un pequeño ciervo.

—Bueno yo...— tartamudeé— quería... digo quiero— corregí— revelar algunas fotos.

—Oh, claro, sólo, ¿podrías esperarme un poquito? Tengo problemas allá atrás con esa tonta máquina de fotocopiado— hizo un mohín.

—Claro— reí.

Pese a que se perdió de mi vista en aquella densa oscuridad detrás de los almacenes de los que antes había salido aún podía escuchar con claridad sus refunfuños hacía la máquina.

—Eres coreano, ¿verdad?— dijo.

—Emm... chino, pero nací en una provincia fronteriza con Corea y me mudé a Corea del Sud hace tiempo— expliqué a la par que intentaba adivinar el lugar exacto del que provenía su voz, elevando mi cabeza sólo un poco para poder ver algo—. ¿Tú lo eres?

—No, pero me encanta el continente. ¿De dónde vienes?

—Jeonju.

—¿En serio?— saltó de pronto, saliendo del lado contrario al que se había metido, lo que me hizo pegar un brinco.

—Sí...— balbuceé.

—¡Qué emoción! Siempre he querido ir a Asia, pero aun me falta mucho por vivir aquí así que...— se encogió de hombros—. Me llamo Donghyuck, nombre coreano, lo sé— parloteó poniendo los ojos en blanco—. A mis padres también les gusta todo lo relacionado con Asia— me extendió la mano.

—Un gusto enorme, Donghyuck. Soy Renjun.

—¡Qué bonito nombre, Renjunnie! Me encanta— dijo haciendo que me riera halagado.

—Gracias, Donghyuck.

Aquel lindo chico hizo que el tiempo que esperaba para que mis fotografías fuesen reveladas se me pasara en un santiamén. Platicaba conmigo y me hacía sentir como si me conociera desde hace años, además de que el entusiasmo que aplicaba en cada palabra me hacía sentir cómodo y familiarizado. Jaemin era casi igual.

—¿Quién es el chico lindo de las fotografías?— me preguntó. Mientras tanto se encargaba de sacar los papeles del ácido cianhídrico y los colgaba en el lazo con cuidado—. ¿Un modelo?

—No— reí—. Es el novio de mi mejor amigo.

—¿Y lo tomaste como modelo?

—No exactamente.

—Pues sale en la mayoría de las fotografías— alzó sus cejas con gesto de acusación—. Y es muy guapo, déjame decirte.

—¿Insinúas algo?— entrecerré mis ojos en él.

Manual de lo prohibido   {Norenmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora