13.- Helicóptero.

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Un helicóptero nuestra salvación de este lugar. Tan solo tenemos que llegar a él, antes que Juan. Ese hombre que intentó matarnos, logrando solo matar a Manuel.

Lo extrañare mucho, aunque no llevábamos mucho de conocernos. Habíamos forjado una gran amistad.

Ahora nos dirigimos hacia los ruidos del helicóptero. Tarde que temprano llegaremos.

Hemos colocado una pequeña venda a Dulce en la pierna, la mordida no le ha impedido seguir caminando.

Yo aún sigo teniendo miedo, pero eso no importa tal vez llegando al helicóptero podremos salir, salir del Amazonas y regresar a casa.

Después de todo lo que hemos pasado, podía sonreír, una sonrisa se dibujó en mi rostro.

Luis ayudaba a caminar a Dulce, ella solo necesita que alguien la detenga un momento.

—¡Estamos por llegar! —Comento Karen.

Dianet me miro y dijo—. Ahí debe estar Gonzalo.

—Si, tal vez Ortega también —Sonreí un poco.

Seguimos caminando, aún podíamos escuchar el ruido del helicóptero.

—¡Falta poco! —Agrego Diana—. Conozco este lugar.

Ella comenzó a caminar más de prisa. Todos al igual que ella apresuramos el paso.

—No, esto no puede estar pasando —Gritó Dulce.

El sonido del helicóptero ya no se escucha, creo que eso es normal pero a Dulce le afectó un poco, debe ser por los nervios.

—Solo apagaron el motor —Trate de tranquilizarla.

—¡Juan ese hombre hizo esto!

Ella se soltó de Luis y comenzó a correr. Ya podía ver las cabañas, podía ver la entrada del aeropuerto.

—¡Corran!, debe haber alguna señal de Ortega —Grite corriendo.

Yo rápidamente corrí a nuestra cabaña, tal vez Juan no se lo llevó y lo dejo aquí.

Me pare enfrente de la puerta, recordé lo que había hecho Karen con el nombre de Erika.

Agarre la pluma y sobre el nombre de Manuel coloque una raya.

—¡Haces lo correcto! —Mencionó Karen acercándose a mí.

Yo sólo asentí para luego abrir la puerta, entre rápido para solo darme cuenta de que Ortega, ni Gonzalo estaban.

—¡Puede que ellos fueron a buscarnos! —Karen seguía parada junto a la puerta.

—¡Puede!

Los dos salimos de la cabaña. Pablo nos esperaba para entrar al aeropuerto.

—¡No hay señal de ninguno de los dos! ¿Entraremos ya? —Sonrió Pablo.

Yulma abrió la puerta y entramos, rápido nos dirigimos a la pista donde aterrizan los aviones.

—¡Esperen! —Lizuly se había detenido.

Todos volteamos a verla, ella estaba parada sin hacer nada.

—No han pensado que es una trampa —Comento.

Todos negamos y rápido nos dirigimos a la pista. Ya desde aquí podía ver el helicóptero.

Veía algo más sobre el suelo, acercándome más puedo darme cuenta que son cuerpos.

Cuerpos con un hoyo en el estómago, un hoyo de tamaño de una lanza.

Atrapados en el AmazonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora