49.- Desprevenidos.

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Narra Carlos.

Abro mis ojos, veo alrededor de mí, logro reconocer inmediatamente que estoy en una cabaña, pero, ¿Cómo he llegado aquí?

—¡Pablo! —Grito, sin pensarlo.

Escucho susurros fuera de la cabaña, luego la puerta se abre, por ella entra Pablo, en sus manos lleva una botella de agua. La cual rápido al acercarse a mí, me entrega.

—¡Toma!, has estado inconsciente cinco días —Comenta mirando.

Abro los ojos de la impresión que sentí al enterarme de eso, lo último que recuerdo fue que estábamos corriendo y Juan me lanzo algo, veía demasiada sangre y caí al piso.

—¿Por qué?

Pregunte soltando la botella de agua, la cual caí hasta el piso.

—¿Qué no recuerdas? Un cuchillo entro en tu abdomen —Pablo me miraba.

Volteo y veo mi abdomen, este estaba vendado, ahora me doy cuenta porque estaba inconsciente demasiado tiempo.

—Creí que solo había sido un corte pequeño, pero ya veo que no —Sonreí un poco.

—¡Tuviste suerte!, Dawn dice que casi te desangras —Pablo aún me miraba,

—Yo solo quería salvar a Marisol.

Miraba mi abdomen, al menos no puedo ver la herida. Creo que ya no me duele nada.

—Al menos la salvaste, salvaste a todos en la gran cabaña —Pablo sonrió.

La puerta se abrió y por ella entró Marisol, ella traía consigo algunas frutas.

—En cuanto me enteré que despertaste, rápido corrí a traer esto, creo que estas muy hambrientos. Nunca creí que alguien durmiera tanto —Marisol sonreía, mientras me entregaba la fruta.

—¡Gracias!, pero prefiero salir, quiero caminar.

Trato de pararme pero era obvio que Pablo y Marisol iban a impedirlo.

—¡Puedes abrir tu herida!, recuerda que no está cocida —Anuncio Marisol, algo enojada.

Miro a Marisol y luego miro a Pablo, los dos están parados en cada lado de la cama viéndome fijamente.

—¡Estoy aburrido!, quiero salir —Comente, tratando de nuevo ponerme de pie.

Esta vez sí lo logro, pues empuje a Pablo un poco.

Al apoyarme solamente en el suelo, un gran dolor en el abdomen hace que caiga al piso.

—¡Estoy bien!, no necesito ayuda.

Me pare enseguida y comencé a caminar a la puerta.

La abro y miro a todos lados, la luz me cega por algunos segundos pero luego logro mirar todo.

Susan y Marcos hablaban con Karen y Ángel.

—¡Veo que ya se llevan mejor! —Logro gritar un poco alto.

Ellos me observan y se acercan a saludarme, creo que son demasiados saludos juntos.

—¡Disculpen! Tengo que ver a Dianet —Me alejo un poco, pero la herida no me deja seguir caminando.

Me quedo inmóvil por breves segundos, hasta que Paco se acerca a mí a ayudarme.

—¡Gracias!, ayúdame a llegar a la cabaña de Dianet.

Susurro, Paco me tomo del brazo y me ayuda a llegar hasta Dianet.

Ella aún seguía recostada en la cama, no entiendo porque sigue así, ya pasaron varios días desde que le pico la serpiente.

Atrapados en el AmazonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora