Capítulo 18

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Tenía que hacer algo o nuevamente Yao se hundiría como en su tercera vida.

¡NO LO DEJARÍA!

¡No dejaría que esta vez su mente se perdiera y enloqueciera!

— ¡YAO REACCIONA!, ¡YAO!, ¡YAO!—grito su nombre muchas veces pero no vio reacción en él.

Cheese comenzó a desesperarse, si el duraba una hora más en esa condición, mataría a la persona más cercana, que en este caso sería Eleonor.

— ¡Tranquilízate!—le dio una bofetada para que reaccionara— ¡Tú hijo aún está vivo! ¡No te hundas Yao, o todo esto será en vano!

¿Su hijo?, ¡Ah! era cierto, su hijo aún estaba vivo.

¿Pero cómo podía estar tan tranquilo cuando descubrió al fin la verdad?, su hijo siempre fue inocente y él lo único que hizo al final fue culparlo.

—Vamos señor acosador, ponte de pie y vayamos a buscar a tu hijo.

Yao miro alrededor y vio que Ares ya no se encontraba con Eleonor, ¿durante cuánto tiempo entró en crisis?

—Una hora, señor acosador, llevas una hora en Shock.

—Lo siento Cheese—se disculpó Yao y se puso de pie—, pero Ares se ha ido y no sabemos dónde está ahora.

—Está bien—respondió Cheese para tranquilizarlo — fue algo traumático para ti, ahora toma mi mano, iremos donde está tu hijo.

Yao tomó de la mano a Cheese y en un abrir y cerrar de ojos estaba en un refugio de animales.

—No sabía que te podrías teletransportar.

—No lo hice—indico Cheese—El tiempo está en cualquier lugar.

—¿...?

Yao no entendió a lo que se refería y tampoco le dio tanta importancia, lo único que quería, era ver a su hijo, lo busco con la mirada, pero cuando por fin lo encontró, se sorprendió.

El, jamás hubiese imaginado que la sonrisa de Ares pudiera ser tan inocente cuando se encontraba rodeado por esos canes.

—Es un buen chico

—Siempre lo fue—respondió Cheese

—Él nunca me odio en su totalidad en sus otras vidas—comento Yao mientras miraba a Ares cuidar de los cachorros— No sé qué paso esta vez, pero estoy seguro que Ares me odia al punto de querer vengarse de mí, no es como si no lo entendiera, de hecho lo entiendo, por eso creo que puedo empatizar con él, si yo tuviera un padre como lo soy yo, también lo odiaría.

Cheese miro de reojo a Yao, en realidad él estaba en la misma posición que Ares.

—El alma de tu hijo aun es pura, él no te odia en su totalidad, es solo que... hay mentiras que parecen ser reales y confunden a las personas, dañándolas, pero no te preocupes, que tu hijo no se ha roto por completo, recuerda que en sus otras vidas a pesar de que fuiste horrible con él, tu hijo siempre te guardo un aprecio por el hecho de que eras su padre.

—...

Eso no lo hacía sentir mejor, sino todo lo contrario, el siempre juzgo mal a su hijo, creyó que era un delincuente, un matón desde chico pero Ares no lo era, nunca lo fue.

—Ares, no deberías estar aquí.

La mirada de Yao se enfocó en una amable señora que hablaba con su hijo.

—Tus piernas no se han curado ¿verdad?—cruzo las manos y movió negando con la cabeza.

Ares se encogió de hombros y después acaricio a un perro ya viejo.

—Quería ver como estaban, así que no se preocupe Señora Madison, hoy sólo estoy de paso.

Madison sonrió a Ares y se acercó a su lado.

— ¿Por qué te gusta estar aquí?—pregunto con una amable sonrisa—otros chicos de tu edad estarían divirtiéndose en otros lugares más llamativos.

Ares hizo una sonrisa complica, de que servía estar en otro lugar si estaría solo?

—Ellos...—señalo a los animales del refugio—estoy seguro que ninguno de ellos me traicionaría, al igual que usted, por eso me gusta estar aquí.

Madison se sorprendió de las palabras de Ares y acarició su cabello negro.

—Algún día encontrarás lo que buscas pequeño, no deberías preocuparte tanto.

Si tan sólo supiera esta señora Madison que su hijo nunca encontró lo que buscaba.

— ¡Ese olor!— dijo Cheese sobresaltado.

—...

Yao olfateo pero no encontró algún olor extraño, excepto de los animales de este refugio.

Cheese miro alrededor y sus ojos se encontraron con un sujeto de extraños ojos rojos con grandes ojeras, la capucha negra cubría parte de su cabeza pero no es como si no lo reconociera.

Red—murmuró y desapareció del lado de Yao.

Los chasquidos del sujeto sonaron antes de que Cheese lo detuviera.

— ¿Cheese?—pregunto extrañado Yao al notar que Cheese había desaparecido de su lado.

— ¡Hey chicos que les sucede! —grito Madison.

— ¡Qué demonios! —se sobresaltó Yao al ver que los canes venían directo a él.

Tal vez si fuera por que venían a jugar no habría algún problema, pero los perros gruñían con toda la intensión de agredirlo.

Era bueno que nadie más viera lo patético que se veía al estar sobre una mesa para evitar que lo mordieran.

— ¡Cheese!—grito Yao, pero nadie llegó para rescatarlo.





Pd: sólo por si no entendieron, los perritos no querían agredir a Yao. Les lavaron el coco.

Salvando Al Hijo DesterradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora