Capítulo 62: Difícil de destruir

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— ¡Señorito Pardis! —dijo el empleado, que se acercaba con sigilo a Ares.

El hombre que media alrededor de 1.80, se encorvo de espaldas y trato de hablar con la voz más baja que podía.

—Los elevadores han dejado de funcionar como usted ordeno señorito, también dejamos que su primo fuera el único que tomara las escaleras...—rasco la parte trasera de su cabellera y miro con confusión a Ares. —Pero...ahora que lo vemos antes de lo planeado, me preguntaba si deberíamos esperar por más tiempo o está bien esperar a que terminen los treinta minutos que usted nos indicó.

—Reactiva el funcionamiento de los elevadores—ordeno Ares— y avisa al personal que ya pueden usar el elevador al igual que las escaleras.

—Está bien señorito Pardis, lo haremos de inmediato. —dijo gustoso el empleado.

— ¡Espera! —Jalo Ares cuidadosamente el hombro del empleado—en el séptimo piso, está el mazo que te pedí, llévalo al almacén y tenlo ahí hasta que te lo solicite de nuevo.

—Como usted diga señorito. —se dio la vuelta, dirigiéndose animadamente con sus otros compañeros de trabajo.

¡Estaba feliz!

Esta era la segunda orden que ellos recibían de este señorito, la primera orden fue esparcir aquellos rumores por toda la empresa, que no era por nada pero todo funciono de maravillas y esta que era su segunda orden, sentían que por alguna razón estaban siendo de más utilidad para esta persona que sería el próximo sucesor de los Pardis y próximamente su presidente.

—Joven Pardis, ¿sucede algo con ese empleado? No me diga que... ¿lo estaban intimidando de nuevo? —pregunto Judas preocupado.

Pensaba que de nueva cuenta, estos mismos empleados querían volver a intimidar a su señorito como la última vez.

Y si así era...

¡No los dejaría ir fácilmente!

Si su señorito le confesaba que lo intimidaban, esta vez haría algo más que solo reprenderlos con palabras.

—No, —respondió con tranquilidad Ares a su pregunta y esto dio un soplo de alivio a Judas— Reyes solo me informo que la falla del elevador de la cual le reporte fue arreglada.

— ¿Tenía una falla el elevador? —dijo sorprendido Judas.

—Sí, pero al parecer era algo sin importancia, así que no se preocupe por eso que ya todo está solucionado.

— ¡Señorito Pardis! —expreso su conmoción— usted no debería ser quien se preocupe por estas cosas, en la empresa hay personal dirigido a esto.

¡Por supuesto que los había!

Cada semana enviaban a personal capacitado para una revisión exhaustiva a todas las instalaciones de la empresa, por eso veía conmocionado la actitud de su señorito.

—Señor Ross, —llevo Ares su mano a la frente— sé que no me creería, pero a mí me preocupa la seguridad de todos los empleados, por eso lo reporte, porque me preocupo por todos ustedes, además gracias a esto, pude confirmar algo...

Oh... estaba conmovido, además de ser una persona madura en su comportamiento, su señorito también tenía ese lado protector.

Que buen chico, pensó.

Ahora solo se preguntaba qué era eso que confirmo su señorito.

—Si no le molesta, —índico Judas— podría preguntar ¿Qué fue eso que confirmo?

Ares volteo hacia Judas y se dirigió a la pared más cercana a ellos, alzo su mano y golpeo con toques suaves a esta.

—Es difícil de destruir —dijo con un toque de humor. — me refiero a que será difícil de destruir esta empresa, probablemente habrán pequeñas fallas pero no es algo con la cual no se pueda lidiar, esta empresa con el tiempo perdurara así como ha perdurado hasta hoy la familia Pardis... por todo este tiempo...son difíciles de destruir...—murmuro— Señor Ross...—froto su frente Ares, dando suaves masajes — ¿podría conseguirme pastillas para el dolor de cabeza?

'¿Entonces era por ello que frotaba constantemente su frente?, era razonable, tal vez por ello su tez lucia algo pálida cuando le hablo.

Creyó por un momento que su palidez se debía a que estaba siendo acosado por reyes pero en realidad era solo un dolor de cabeza'

— ¿Señor Ross?

— ¡Ah! —Despertó Judas de sus pensamientos— discúlpeme Joven Pardis, estaba divagando. Sobre las pastillas, claro, ahora mismo las conseguiré.

—Se lo agradezco Señor Ross—dijo con un gesto amable Ares— yo estaré en la oficina del señor Yao, así que cuando consiga las pastillas, llévelas ahí por favor.

—Entendido Joven Pardis.

Se dio la media vuelta, yendo a la oficina de presidencia.

Al entrar vio a su padre con una expresión sombría y fría mientras miraba unos documentos en su escritorio.

—Estoy aquí Señor Yao.

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Salvando Al Hijo DesterradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora