Sus ojeras delataron que no durmieron nada durante toda la noche y aun así, los dos estaban más radiantes que nunca. Ares los miró de reojo sin que ellos se dieran cuenta, era claro para él lo que sucedía entre sus padres.
—El desayuno está listo Jefe—Anunció Gabriel entrando al comedor con el carrito de servicio.
Ares volteó a ver a esta persona que no lucía como alguien de la servidumbre.
El hombre de cabello negro y corte militar era claramente un guardia de seguridad, lo sabía por ese traje negro y sobre todo porque ningún sirviente de la mansión llevaría consigo un arma a la mesa.
— ¿Gabriel que haces aquí? —preguntó Yao. En ese momento sin que él lo quisiera, su cuerpo actuó por reflejo cuando vio de nuevo un carrito de servicio, su tés se volvió pálida y su estómago comenzó a revolverse por un leve recuerdo de ayer.
El guardia se detuvo con firmeza aún costado de Yao y llevo sus manos hacia atrás.
—Jefe—respondió Gabriel—Debido a los sucesos ocurridos de ayer, todos mis compañeros y yo estuvimos ocupados arreglando el desorden hasta hoy en la madrugada.
Ares Miró a Yao y después a su madre, gracias a sus miradas furiosas hacia el guardia indiscreto, tuvo una idea más clara sobre el final que tuvieron los sirvientes que abusaron de él desde los cinco años.
—Jefe...—miro Gabriel por un instante a Yao, ya que su jefe era un tanto responsable de que no hubiera servidumbre que les sirviera el desayuno. — Nadie Recordó llamar a la agencia para que mandarán a empleados nuevos, así que me tome la libertad de preparar el desayuno del día.
Gabriel comenzó a servir a cada uno de ellos.
Yao mientras tanto no dijo nada y dejo que Gabriel les sirviera, ya que efectivamente había olvidado este detalle, además en ese momento sólo tenía en su mente la conversación pendiente con su esposa.
—Que...¿Qué es esto?—señalo Erina el desayuno americano que habían preparado, tal vez todo sería delicioso a no ser porque el huevo y el tocino estaban sumamente crujientes, incluso el pan tostado tenía muestras claras de haberse quemado y todo lo demás era algo que para ellos no les apetecía en absoluto.
—Gabriel...—lo miro Yao con disgusto— ¿Crees voy a dejar que mi familia pruebe esto?, retira esto de inmediato y trae algo que si se pueda considerar un desayuno.
Las palabras de desagrado congelaron a Gabriel, tanto que paró de servir el desayuno.
—Lo siento Jefe, creí que...
Quería disculparse por su error pero trago sus palabras por vergüenza y comenzó a retirar los platos de nuevo.
—Espera un momento—detuvo Ares a Gabriel para que no retiraran su plato.
Probó el tocino y el huevo, limpió con una servilleta sus labios y bebió un sorbo de jugo recién exprimido.
—Señor Yao— dijo con firmeza a su padre — Este es el mejor desayuno que he probado en mi vida.
Las tres personas mayores se miraron entre sí y vieron nuevamente el menú para cerciorarse si habían visto mal.
Gabriel incluso miró extrañado al joven señorito, ya que hasta él sabía que esta comida no era digna para alguien de su clase.
—Gabriel... te felicito, eres un gran cocinero—alabó Ares al guardia y sonrió levemente en agradecimiento. Ya que este desayuno, era el primero en mucho tiempo que no contenía tierra, no estaba podrido y tampoco era agrio. Miro a su padre y a su madre, se preguntaba lo que estaba mal con ellos. Todo este desayuno era... ¡sumamente delicioso!
Yao frunció el ceño a este empleado, él ni siquiera había recibido una alabanza así de su hijo, ¡Mucho menos una sonrisa agradable!
—Se...Señorito Pardis—dijo conmovido Gabriel al notar que su señorito en verdad estaba disfrutando de su desayuno —Es un gran honor para mí que gusté de mi comida.
Yao miro a su hijo feliz por comer algo así que volvió a colocar su plato en su lugar y comenzó a comer a regañadientes. Esto a Erina le dio gracia que de igual forma hizo lo mismo que su esposo.
Al final terminaron todo lo que les fue servido.
—Gabriel, gracias por el desayuno— agradeció Ares y volteo a ver a sus padres. —Señor Yao, Madre si me disculpan, yo paso a retirarme.
—Señorito Pardis...—dijo Gabriel y llevo su puño al pecho.
Ares se detuvo, volteo hacia el guardia y asintió con la cabeza, despidiéndose de él, después se retiró del lugar.
El hombre de casi un metro ochenta, con cuerpo fornido y voz áspera, había tenido una buena impresión de este adolescente del que todos decían era una desgracia por ser un delincuente sin modales, al aparecer todo eran patrañas mal infundadas.
Pero si lo recordaba mejor, ¿De dónde había escuchado estas patrañas?
¿No fue aquél joven de cabello dorado y complexión frágil quien comento esto?
¿El joven Iris Pardis?
—Gabriel—llamo a su guardia después de que Ares se fuera— Desde hoy ya no pertenecerás a la guardia de seguridad de esta mansión.
—Jefe... ¿Por qué? —pregunto consternado, ¿acaso su comida daba tanto asco como para provocar que lo despidieran?
Yao volteó hacía Erina que lo miraba confundida por su decisión.
—Desde hoy se te asignará un nuevo cargo, así que por lo mínimo espero excelentes resultados de ti.
Gabriel sintió una leve emoción mientras más escuchaba a su Jefe hablar sobre de lo que trataba este nuevo cargo y del cual estaba más que dispuesto en realizarlo.
— ¡Un guardián!—dijo Erina sorprendida—Entiendo que quieras proteger a nuestro hijo, ¿pero porque hacerlo de esta forma?
—Sé que suena algo ilógico —respondió Yao—Pero es preferible que Gabriel este ahí sin que Ares tenga conocimiento de él, además...
Su intención al poner a Gabriel como guardián de su hijo era para obtener información sobre "esa persona", estaba seguro que más de alguna vez " él " estaría muy cerca de Ares.
Y su segunda intención al poner a Gabriel y no a otra persona es...
No porque Ares lo haya alabado, si no por el historial de este hombre.
Hace cuatro años, cuando Gabriel se desempeñaba como el mejor francotirador de sus tiempos en las fuerzas armadas, en un día como cualquier otro, fue dado de baja sin oportunidad alguna de volver a reincorporarse y esto se debió a que Gabriel desobedeció una orden de sus superiores.
Según a lo que investigo en el pasado, la orden de Gabriel era muy simple, su orden fue tirar a matar a "todos sus adversarios", una orden simple y fácil, sin embargo Gabriel desobedeció por el simple hecho, de que la orden de sus superiores incluía también a los civiles del lado contrario.
Gabriel no solo había desobedecido, sino que se atrevió a salvar a los civiles y esto fue la gota que derramo el vaso.
El hecho de haber contratado a Gabriel a pesar de su clara desobediencia fue porque vio en él, alguien justo y con gran valor. Además de que en sus pocos años que ha trabajado para él y por lo que recordaba de sus otras vidas, Gabriel siempre fue leal a él.
Asignarlo como guardián de su hijo, tenía un motivo en específico, comprendía muy bien que el mismo no era justo, así que, si alguna vez volviera a equivocarse con su hijo y ordenara algo injusto para Ares, sabía que Gabriel siendo su guardián lo desobedecería y haría lo que sea por mantener a salvo a su hijo.
—Gabriel, ¿aceptas esta responsabilidad?
— ¡Jefe!—grito con firmeza— ¡Nada me haría más feliz que cuidar del próximo sucesor de los Pardis, juró que protegeré con mi vida a mi Joven Maestro Ares!
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Salvando Al Hijo Desterrado
Kısa HikayeIgnoro a su hijo solo para darle prioridad a su sobrino favorito. Y las consecuencias fueron... Si, sus acciones convirtieron a su hijo en un asesino. Pero por alguna razón después de verlo morir, se sintió infeliz. Culpable y devastado regreso al...