Lavo cada parte de su cuerpo por aproximadamente dos horas, cuando al fin estuvo conforme con su limpieza se dispuso a ir a la habitación de su esposa, miro la hora en su reloj y se dio cuenta de lo tarde que era, si, eran exactamente las 5:45 am del día siguiente.
Probablemente su esposa dormía pero aun así iría a su habitación, necesitaban hablar antes de que pasara otro día más sin arreglar sus diferencias.
Cuándo entro a la habitación de Erina la encontró de pie frente al balcón.
— ¿Los mataste? —pregunto sin voltear a ver a Yao.
Yao se acercó lentamente a ella sin embargo opto por mejor recostarse en la cama de su esposa.
Cerró sus ojos y llevo su antebrazo cubriendo parte de su rostro, quería descansar aunque fuera por unos instantes. Estaba tan cansado y tan asqueado por ver tanta mierda y vomito durante toda una noche.
—No—respondió a la pregunta de Erina, volteo hacía ella y noto que su esposa suspiraba aliviada, como si el hecho de no haberlos matado, le tranquilizara demasiado.
—Es bueno que no lo hayas hecho, eso no le haría feliz a Ares y mucho menos me haría feliz a mí, yo... no quiero cargar con la muerte de esas personas, aunque ellos lo merezcan.
Él lo entendía perfectamente, sabía que matarlos era lo mejor para todos, ¿pero que sucedía con ellos?
¿Serían capaces su esposa y su hijo de llevar una vida normal, sabiendo que fueron asesinadas personas por lo que les hicieron?
Si recordaba lo que había dicho Ares acerca de sus compañeros, sobre la culpa y esas estupideces de personas nobles, estaba seguro que Erina y tampoco su hijo serian felices por su acto de hacerles justicia.
—Corta sus manos
Yao levantó su cabeza y miro a Erina asombrado, ¿acaso había escuchado bien?
— ¿Qué has dicho? —pregunto para cerciorarse de la petición de su esposa.
—He dicho que cortes sus manos, sin sus manos, ellos nunca podrán hacerle daño a otro niño inocente.
Cubrió su sonrisa y se recostó nuevamente.
—Entonces así será querida.
—Yao...—hablo una vez más Erina pero con un tono más serio—Quiero el divorcio.
—...
— ¿Qué?
Estaba tan impactado, que sin darse cuenta se levantó de la cama y se aproximó a ella con pasos veloces.
— ¿Porque? ¿Qué sucede ahora?
Erina no volteó y siguió velando por el sol que se aproximaba por el Este.
— ¿Que, que sucede?—dijo como si Yao se estuviera burlando de ella— Es que no te das cuenta que el estar juntos le provoca daño a mi hijo, ya lo he hecho sufrir demasiado por culpa de mi egoísmo, Ares ha hecho todo por mí y yo por él, ¿Qué he hecho?... ¡Nada!, Yao...—volteo hacía él —No tiene caso que estemos juntos, tu no me quieres y a ti nunca te ha importado mi hijo.
Las palabras de Erina fueron como un eco que resonaban en su cabeza, no comprendía porque ella creía eso.
—Erina, tú... ¡QUE DERECHO TIENES AL JUZGAR MIS SENTIMIENTOS POR TI!—grito enojado sin poder contenerse.
Estaba cansado, soñoliento y asqueado, que ahora su esposa saliera con su inesperada separación lo abrumó.
Trató de calmarse, porque él nunca los dejaría ir de su lado.
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Salvando Al Hijo Desterrado
ContoIgnoro a su hijo solo para darle prioridad a su sobrino favorito. Y las consecuencias fueron... Si, sus acciones convirtieron a su hijo en un asesino. Pero por alguna razón después de verlo morir, se sintió infeliz. Culpable y devastado regreso al...