Capítulo 6

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Caminó sin rumbo fijo después de salir del hospital, no sabía qué hacer de ahora en adelante, su hijo ya era todo un adolescente rebelde, ¿por qué llegó a este punto de su vida y no mucho antes?

Si iba a retroceder en el tiempo, hubiese querido que fuera cuando Ares era apenas un bebé.

—¡Señor! —gritó un pequeño niño y agitó su mano para que Yao lo viera —¿Me puede devolver mi pelota?

Yao miró a sus pies y notó la pelota de color anaranjado con un oso en el centro. La levantó y la llevó al pequeño que jugaba con sus otros amigos en el jardín de niños.

—¡Gracias! —dijo y salió corriendo para seguir jugando.

Al ver correr por todas partes a ese pequeño, se dio cuenta de que ya estaba cansado de tanto caminar, se sentó no muy lejos del jardín de niños bajo la sombra de un árbol esponjado, cerró sus ojos y los abrió de nuevo al escuchar las pequeñas risas de todos ellos jugando. Sonrió al imaginar que Ares fue en su tiempo un niño como esos otros pequeños.

—Pareces un señor acosador y tu rostro es escalofriante, ¿pretendes asustar a todos esos niños con esa sonrisa siniestra?

— -_-*

Yao se enojó y miró a su lado para ver quién era el que se atrevía a decirle que él era escalofriante, pero para su suerte se encontró con un extraño niño de cabello azulado y de aproximadamente seis años a su costado ¿Desde cuándo estaba ese niño ahí?

—Eres muy joven para entender que mi sonrisa no es para nada siniestra —dijo con total seriedad y un poco ofendido por las palabras del pequeño —, soy elegante y refinado, eso es todo, no compares un simple acosador con un hombre de mi clase.

—... —El pequeño se encogió de brazos y llevó sus manos a su estómago, Yao lo observó temblar y se asustó.

—¿Oye estás bien? —preguntó afligido.

—¡Puff! ¡jajaja!

El pequeño estalló en carcajadas y esto molesto más a Yao.

—¿Enserio puedes hablar así de ti mismo? Eres gracioso Señor Acosador.

Por un momento, Yao experimentó por primera vez la vergüenza. Era bueno que nadie más que ellos dos estuviera ahí.

¿Nadie más?

Yao miró alrededor dándose cuenta que no había nadie cerca del pequeño y extraño niño.

—¿Dónde están tus padres?

El niño siguió sonriendo y ladeó su cabeza sin dar respuesta.

—Deberías preocuparte más por ti que por mí, Señor Acosador.

Yao frotó su frente al escuchar de nuevo que lo llamaran Señor Acosador.

—Mi nombre es Yao Pardis así que no vuelvas a decirme Señor Acosador.

El pequeño asintió feliz y comenzó a jugar con sus pequeños zapatos.

—Yo soy... —sonrió —Cheese.

Él no creía que el pequeño se llamara queso pero era bueno que tuviera precaución con los extraños.

—Te haré compañía mientras aparecen tus padres.

El silencio se apoderó de Yao y contempló de nuevo a aquellos niños. Los sentimientos de un padre a veces podían ser demasiado complicados.

—Luces triste, Señor Acosador.

— -_-*

Yao se había dado por vencido con este niño y su falta de tacto.

—Y te das por vencido casi siempre —comentó Cheese con total seriedad —No eres divertido, siempre te ves enojado y disgustado por todo lo que te rodea, y además puedes ser demasiado frívolo con las personas que amas.

Salvando Al Hijo DesterradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora