Capitulo 33

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Era un lugar que desconocía por completo, así que hacer cualquier movimiento lo podría llevar a desencadenar problemas aún más mayores de los que ya tenía y más ahora que no contaba con el supuesto "favor" de su padre.

Lo que debía hacer, era analizar su situación, necesitaba saber que tan manchada estaba su reputación en la empresa, aunque si consideraba el comportamiento de Judas durante todo su recorrido hasta la oficina, diría que él era considerado como alguien que ocasionaría problemas a donde quiera que fuera.

Debía borrar ese y todo tipo de perjuicios que tuvieran de él, pero ¿Cómo haría eso?, sabía muy bien que para lograrlo se requería esfuerzo y tiempo dentro de la empresa, ganarse la lealtad de los empleados era un requerimiento muy necesario. Porque sin ellos, ¿Cómo llegaría los logros que obtuviera a oídos de su bisabuelo?

No podía confiarse de Yao y sus cambios repentinos de humor, el bisabuelo Max era su mejor opción para poder vengarse de esas personas.

Aunque...

—Bien, es momento de remodelar la oficina de nuestro presidente.

Las puertas de presidencia fueron abiertas abruptamente por Diana y otros cuatro empleados más que la seguían por detrás, por el tipo de uniforme que llevaban estas personas que desconocía, dedujo que eran del área de mantenimiento.

¿Se suponía que debían de hacer este tipo de cosas ahora que no era el mejor momento?, estaba seguro que lo estaban haciendo para molestarlo, pero que pasaría si su padre llegara en medio de su remodelación imprevista.

No creía que su padre se atrevería hacer este tipo de cosas, por lo poco que conocía de Yao, el no haría una cosa como remodelar su oficina en un día de trabajo.

¿Qué debería hacer?, pensó al mirar a Diana a los ojos, quien al notar que la veía, lo miró con desprecio.

Se burló por dentro, entendía que lo despreciaran, sin embargo, aunque Yao no lo quisiera como su hijo, ¿creía Diana que saldría librada de esto?

Pronto, los cuatro empleados comenzaron a llevarse todos los muebles hasta que llegaron donde él estaba sentado.

— Niño, ¿Por qué sigues ahí sentado?, no ves que estas entorpeciendo nuestro trabajo, ¿eres tonto o algo por el estilo?—dijo malhumorado uno de ellos.

Las cinco personas lo miraron con desaprobación, al ver que no se movía del sofá.

—Aunque seas el hijo del presidente, debes de entender que hay personas trabajando y que no debes interferir en su camino. —comento Diana tras mirarlo por encima del hombro.

Ares no respondió nada a Diana y se levantó del lugar.

Y es este el hijo de nuestro presidente —murmuraron entre risas para nada discretas.

— ¡Vaya Broma!—exclamo Diana al momento de cerrar la puerta.

Ares los siguió y se acercó a la puerta para escuchar lo que decían de él.

—A mi parecer ese chico no es el hijo del presidente, probablemente la madre engaño al Señor Pardis y le hizo creer que era su hijo.

—Cierto, cierto —asintieron a favor.

—Dicen que es el miembro más inútil de la familia Pardis y al parecer es verdad, ese niño no tiene agallas, ni siquiera se defendió de unos empleados como nosotros.

— ¡Oye!—dijo nervioso otro de ellos — ¿No crees que el presidente se enojara por esto?, después de todo es su hijo.

—...

Hicieron una pausa y rieron con más ganas.

—Todos saben que el presidente odia a este hijo suyo—respondió Diana aún hombre de cabello rizado y de aspecto delgado. —Si nos acusa, nosotros diremos que él fue quien lo ordenó y así quedará como el culpable todo.

Miraron a Diana y aplaudieron a su idea.

Ares por su parte también le aplaudió, solo debía esperar pacientemente y averiguar si todavía era favorecido por Yao o si este efecto de "Padre preocupado" había dado fin.

Si él era todavía favorecido, lo aprovecharía y si no...

De todas formas si su padre era como antes ya no tenía importancia para él. Ya que nunca espero nada de Yao.

Pero a pesar de todo, le agradecía a su padre, gracias a este comportamiento extraño de Yao por fin podía avanzar con su vida.

El niño inocente había obtenido lo que quería, un poco de atención y unas cuantas palmadas en la cabeza.

Ya era suficiente, con eso era suficiente para enterrar al niño que aún esperaba por él.

Pronto cumpliría la edad de 15 años y durante un mes tendría la misma edad que Iris. Así que ya no podía darse el lujo de comportarse como un niño.

Un niño no podría proteger a nadie y el ya no quería ser uno.

Sí sus sueños de ser pintor se habían desecho, porque no también desechar esta inocencia que nunca le sirvió para nada y el cuál le hacía sentir culpable por todo lo que hacía.

—Adiós, pequeño niño—sonrió al darle fin a esta faceta de su infancia.

~★~★~

Yao recostó su cabeza sobre la mesa del consejo, estaba aburrido de estar ahí, ¿Cuánto tiempo más tenía que esperar?

—Media hora más —respondió Cheese que llenaba su boca con gomitas rellenas de caramelo.

Yao lo miró con una cara aburrida. ¡Ya no podía más, esto lo estaba matando!

—Señor Yao, no creé que deberíamos ir a la oficina— comento Judas con impaciencia.

Desde hace una hora había llegado a la sala del lado oeste y sólo para enterarse que nunca hubo tal junta.

Estaba desesperado al estar ahí sin hacer nada, pero más le desesperaba que el joven Pardis estuviera tanto tiempo solo esperando a que su padre regresara.

Miró a su jefe de reojo y apretó su pañuelo al ver que Yao no se movió ni un milímetro para ir de regresó.

—Esperemos media hora más—informó a Judas.

Suspiró profundo y cansado. No entendía nada a lo que Cheese le pidió, porque tratar así a su hijo y evitarlo por casi una hora.

Que tenía que ver esto con corromper a su hijo, eso no tenía nada de lógica.

—Ahora mismo tu hijo está siendo intimidado por tus empleados —dijo Cheese que seguía llenando su boca con gomitas.

— ¡QUE!—grito Yao asustando a Judas.

¡Pero qué demonios!

Como podía estar aquí sentado mientras su hijo era intimidado por unos simples empleados. Se levantó de su asiento y se dirigió a toda prisa a la salida.

— ¡Te dije que esperaras!— hablo Cheese para tratar de detenerlo.

Yao Volteó y miró furioso a Cheese.

— ¡Quien crees que soy como para quedarme sentado sin hacer nada, es mi hijo!

Judas que seguía de cerca a su jefe vio como este le hablaba a la pared. Miró a todos lados para verificar que nadie más lo viera. No sabía que pasaba pero entendía que estaba preocupado por su hijo y si era por el joven Pardis, él haría como si no viera nada.

Salvando Al Hijo DesterradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora