Capitulo 64: El ojo que todo lo ve

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No recordaba haberle dicho a su hijo sobre los infartos que provocarían asustarlo, la única persona que sabía de esto ¿no era Cheese?

Tal vez, sin que se diera cuenta, alguna vez hizo un comentario similar y por eso Ares lo sabía.

Porque era imposible que Ares...

—Por cierto, no le he respondido a su pregunta.

—Es cierto...—respondió Yao esperando a que le dijera aquella verdad que sabía Ares.

Si era lo que pensaba, entonces sus sospechas se incrementarían.

—Iris es...alguien consentido, siempre tuvo demasiadas atenciones de usted y de muchas personas a su alrededor, si el sigue así, de adulto será alguien arrogante y vanidoso, por eso no le de tantos privilegios Sr. Yao.

No esperaba ese tipo de respuesta. ¿No había nada más?

— ¿Eso es todo? —pregunto a Ares.

—No hay nada más que decir, usted me pregunto sobre lo pensaba de mi primo y eso es lo que pienso de él, por supuesto esto es algo que también desconoce usted, así que eso responde a su segunda pregunta, ¡bien!—palmeo el hombro de Yao—no lo detengo más y vaya a tomar un poco de aire fresco.

—Si...está bien.

~★~

Le dolía demasiado, como si fueran pequeños clavos que atravesaban su cabeza o como descargas eléctricas que explotaban en cada parte de su cerebro.

¡Maldición!

Pequeñas gotas rojas comenzaron a salir de su nariz.

—Joven Pardis—entro Judas con un vaso de agua en una mano y con la otra sosteniendo un frasco lleno de pastillas. —He traído lo que usted me solicito.

Ares se acercó al ventanal dando la espalda a Judas, asintiendo y señalando el escritorio de Yao.

—Déjelo en ese lugar.

Judas hizo caso y lo dejo donde se le fue señalado.

—Joven Pardis, —Dijo y miro alrededor de la oficina— el presidente Yao, creí que estaría con usted.

—Estaba, —respondió y llevo su mano por encima de la nariz, cubriendo la mitad de su rostro— pero se marchó hace unos instantes, el necesitaba tomar un poco de aire fresco.

—Entiendo... —agacho levemente la mirada—Joven Pardis, ¿necesita alguna otra cosa?

Ares negó con la cabeza.

—Por ahora puede retirarse.

Judas asintió, yéndose del lugar.

—Por dios—dijo al retirar su mano y ver la sangre que contenía en el—estás jugando muy sucio, ¿Qué es lo que quieres?

La sangre pronto comenzó a desaparecer de sus manos, No...él lo estaba absorbiendo, como si su cuerpo fuera un tipo de esponja humana.

Se acercó al escritorio y tomo las pastillas que le fueron dejadas, una por una comenzó a masticarlas hasta que el frasco quedo completamente vacío.

— ¿Qué harás?—pregunto al ojo que se abría y lo miraba fijamente sin apartar un solo movimiento de este. — ¡Jajaja! —Comenzó a reír—las personas se asustarían si te vieran, ¿sabes? Eres un maldito ¿ya te lo han dicho?

















Salvando Al Hijo DesterradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora