Capítulo 8

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¿Dulces?, ¿Pastel? o ¿Juguetes?, ¡NO!, Ares ya no era un niño como para darle ese tipo de cosas, tal vez si fuera un padre atento y cariñoso sabría con exactitud los gustos de su hijo, pero él no era un padre atento y mucho menos era cariñoso.

Suponía que tendría que recurrir a Iris para saber los gustos de su hijo, era eso o espiarlo sin que este se diera cuenta.

—...

Aun si Iris le hacía saber sobre los gustos de Ares, esto no significaba que se hicieran más cercanos, aunque tampoco estaba bien espiarlo. Sin embargo, si espiaba a Ares sabría bien con quienes tenía relación y si perjudicarían tales personas a su hijo en el futuro. También podría saber un poco de su día a día como el vándalo que era. Todo saldría bien mientras Ares no se enterara de que tenía como acosador a su propio padre.

Miró su reloj, marcaban las 21:32 horas, si la sincronía era correcta, Ares debería estar esperándolo en la puerta de la habitación.

La última vez llegó pasada de la media noche y Ares aún seguía de pie apoyándose con las muletas, esperando a que este padre irresponsable regresara. Probablemente su hijo quería conversar con él, pero no lo dejó, estaba cansado y quería dormir, lo único que dijo fue "Muévete, estorbas el paso" y nunca se enteró del porqué lo estaba esperando.

Pero si recordaba bien, tal vez Ares quería reclamarle por sus cuadros. Cerró sus ojos y vio la imagen de su hijo con los ojos hinchados, él debió de llorar pero nunca derramó lágrimas frente a él, excepto cuando llegó el día en que lo ejecutaron.

Subió de prisa por las escaleras y exactamente en el mismo lugar que aquella vez, estaba Ares esperando su llegada.

El ambiente era diferente, pero eso no le importó, aquél adolescente con ojos hinchados no se encontraba ahí, no existía en ese momento.

—Ares, ¿que haces aquí?, si es sobre tus cuadros, quiero pedirte que...

Él no sabía por dónde comenzar, con pedir perdón no se solucionarían las cosas pero tampoco se justificarían sus acciones.

—¿Sobre esa basura?—interrumpió Ares con una sonrisa, pero sin ningún rastro de alegría en sus ojos —Señor Yao, usted no debería preocuparse por pequeñeces como esas, de hecho quería agradecerle por haberse deshecho de esa basura, creo que desde ahora podré concentrarme en lo que de verdad quiero y deseo... Pero no lo lograré sin su ayuda, así que, ¿podría atreverme a pedirle algo?

Que Ares le quisiera pedir algo ya era un avance para Yao. Aunque si su memoria no fallaba, Ares en este momento...

—Claro, Pídeme lo que quieras.

Lo odiaba, odiaba a su padre más que ayer, más que hoy y como nunca imaginó que odiaría a una persona, aunque si lo pensaba mejor ese lugar ya estaba reservado para alguien más aquíen odiaba mucho más que a Yao.

—Quiero que me dé la oportunidad de verme como un candidato para ser el siguiente sucesor de la familia Pardis, le prometo que no lo defraudaré.

Así como todos ellos lo destruyeron, él también los destruiría, cuando tuviera el poder necesario acabaría con todos ellos.

—Ares, ¿eso es lo que realmente quieres? —preguntó dudoso ante esta petición.

—Nada me haría más feliz...—Su garganta hizo un esfuerzo más, quería clavarse un cuchillo solo por decir esa palabra —Padre...

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"Tu hijo te odia más que otras veces, más que antes y más que en sus otras vidas".

Cheese se había equivocado, solo hasta ahora se dio cuenta de ello, su hijo nunca lo odió. Recordaba aquel rostro con un inmenso dolor en sus ojos, Ares siempre actuó a la defensiva, para que no lo dañaran más de lo que lo habían hecho.

¿Cómo lo sabía? Eso es porque estaba padeciendo ese mismo dolor en estos mismos instantes al darse cuenta de su error. Cómo es posible que hasta ahora notara la diferencia entre alguien que sentía odio y alguien que solo estaba siendo destrozado por dentro.

Su hijo había sido destruido antes de que él lo salvara.

Ares, ¿eso es lo que realmente quieres?, pero la verdadera pregunta era ¿quieres vengarte?

—Si es así, te apoyaré —respondió Yao.

Si su hijo quería vengarse, él lo aceptaría, pero antes que nada, primero tendría que mantenerlo a salvo.

Las intenciones de Ares eran muy obvias para él, aunque probablemente nunca se hubiese dado cuenta si no fuera por los recuerdos que conservaba de su otra vida, pero la verdadera razón de cómo descubrió esto es porque Ares nunca se doblegó ante él.

—Gracias padre y discúlpeme por haberlo retenido por mucho tiempo, debe estar cansado, así que me retiro para dejarlo descansar.

Ares se dio la media vuelta con una expresión sombría, ya no soportaba tener cerca a alguien tan detestable.

—Ares, perdóname —La voz de Yao contenía una voz sincera, una que Ares jamás había escuchado.

Su padre parecía estar arrepentido pero él ya no creía en esas falsas muestras de afecto.

—Perdón por lo de tus cuadros y por no ser un buen padre hasta ahora.

Arrugó su frente, sentía que su rabia estaba a punto de explotar pero se contuvo.

—No debería pedir perdón, los padres no deberían pedir perdón a sus hijos —dijo sin darse la vuelta —Después de todo, ustedes los padres siempre tienen una buena razón para hacer lo que hacen. Padre... Yo solo quiero moldearme a sus gustos, quiero ser el hijo del que usted se sienta orgulloso.

Después de decir estas palabras Ares se retiró de la vista de Yao.

Yo siempre estuve orgulloso de ti.







Salvando Al Hijo DesterradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora