Capitulo 70: Sueños rotos pt2

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Después de dos horas de viaje, llegaron al fin a la mansión de Máximo Pardis.

Antes de salir del auto, Yao acomodo pulcramente su traje, después volteo hacia Ares e hizo lo mismo con él.

Mientras acomodaba la bufanda color vino de su hijo, lo miro con toda esa seriedad y frialdad que lo caracterizaba.

—Recuerda lo que te dije Ares, no lo olvides.

—Sí.

—Bien, vamos.

Los dos bajaron del auto y el mayordomo de Máximo ya los esperaba en la entrada principal para darles la bienvenida.

—Sr.  y Srto. Pardis , sean ustedes bienvenidos, el Sr. Máximo Pardis, los espera, por favor, permítanme guiarlos a la sala principal.

—Gracias—asintió levemente Yao y discretamente miro por el rabillo del ojo a Ares.

Esperaba una expresión nerviosa por parte de su hijo pero Ares se veía tan tranquilo y sereno, como si ese lugar fuera un lugar sin importancia.

Bien, eso estaba bien, esperaba que Ares siguiera así.

Al entrar a la sala principal, vieron de inmediato a un anciano de finos cabellos blancos que cubría todo su cuero cabelludo, el anciano vestía ropa informal pero se notaba su elegancia en el porte, esta persona al verlos les sonrió cariñosamente desde la silla de ruedas en que se encontraba.

—¡Mi querido nieto, ven aquí! —extendió sus brazos con una sonrisa cálida hacia Yao, incitando a que este se acercara y recibiera su abrazo.

—Abuelo Max, tanto tiempo sin verte—dijo Yao al momento de recibir el abrazo de Max.

[Brbrbrbr]

La tés de Yao palideció cuando sintió que su teléfono comenzó a vibrar, esto provoco que se apartara de inmediato de Máximo.

Naturalmente debía de apagarlo, pero, ¿Qué sucedía si Erina quería contactarlo para saber cómo estaba su hijo?

Si lo apagaba, estaba seguro que su esposa se preocuparía, por ese motivo opto por dejarlo en vibrador, sin embargo, ¿Por qué precisamente ahora tenía que vibrar?

— ¡Eres un sinvergüenza! —regaño con seriedad Máximo.

—¡...!

Yao se sorprendió, no sabía que apartarse de los brazos de Max, haría que este se sintiera ofendido.

Debía explicarle antes que su ofensa afectara a su hijo.

—Abuelo, lo sien...—antes de poder disculparse, Máximo añadió, cambiando pronto esa seriedad por un rostro lleno de alegría.

— ¡Siempre te estas olvidando de este viejo hombre, eh!, ¡Sin vergüenza!, pero...me alegro de que hayas visitado a tu viejo abuelo, Yao, ven y dame otro abrazo.

Yao se acerco y nuevamente acepto el abrazo de Max.

Tardaron por unos minutos así hasta que Máximo lo soltó de sus viejos brazos arrugados.

— Y bien —volteo hacia Ares con asombro— parece que por fin te has dignado en traerme a mi bisnieto, ¡Hey! ¿Por qué no te acercas muchacho?, deja que este viejo te vea mejor.

Ares se acercó al anciano sonriente con una mirada relajada. Max abrió sus brazos con el objetivo de abrazarlo como lo hizo con Yao, pero antes de que Máximo lo tomara en sus brazos, Ares interpuso el pequeño obsequio que cargaba en sus manos.

—Bisabuelo Máximo, este es un pequeño presente para usted, espero que sea de su agrado.

—Oooh, —dijo asombrado el viejo hombre, —Ya veo— susurro y llevo su mano a la barbilla antes de aceptar el regalo que Ares le daba—me pregunto qué tipo de regalo has comprado para mí.

Salvando Al Hijo DesterradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora