Capítulo XV

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Killua bajaba las escaleras a toda velocidad mientras las lágrimas le cubrían el rostro. Necesitaba salir de allí lo más rápido posible, y ya ni siquiera le importaba si lo castigaban en casa por escapar de la escuela; ahora mismo era mil veces más doloroso quedarse ahí y ver la cara de Gon.
Por un momento tuvo la esperanza de que el moreno lo seguiría para intentar hablar con él, pero nada de eso ocurrió. Killua sentía que se estaba ahogando por la pena y la desesperanza. No sabía que pasaría de ahora en adelante, ni si su amistad con Gon estaba completamente arruinada. ¿Acaso era posible seguir igual que antes?
Ya no podía ignorar el hecho de que estaba enamorado y de que Gon lo sabía. No había vuelta atrás. Estaba seguro de eso. Quizás el moreno lo odiaría y se alejaría. Después de todo, cualquiera sentiría asco si se enteraba de golpe que su mejor amigo estaba enamorado de él.

Apenas lograba ver algo por las lágrimas, y se sumergió tanto en sus pensamientos que no se dió cuenta cuando resbaló. Su cuerpo siguió por inercia bajando rápido por las escaleras, pero Killua ya no podía controlarlo. Chocaría contra el piso en cuestión de segundos, y por un instante agradeció que de esa forma se olvidaría del dolor que estaba sintiendo. Cerró los ojos resignado, pero una mano fuerte y áspera lo agarró por la muñeca, haciendo que quedara suspendido antes de chocar contra el piso.

Confundido miró alrededor y vio el rostro asustado de Erick.

—¿Qu...?

—¡Qué mierda Zoldyck! —interrumpió antes de que pudiera decir algo— ¿Acaso estás loco? ¡Te dejaste caer! ¡Si no estuviera aquí te habrías matado!

Killua abrió los ojos y lo miró con incredulidad, sin entender bien qué ocurría.

—Su-suéltame... —masculló tirando de su brazo.

Erick se sonrojó levemente y lo dejó libre de inmediato.

Ambos guardaron silencio por un momento, incómodos por la situación, hasta que Erick volvió a hablar, avergonzado.

—¿Estas llorando?

Las palabras del chico resonaron en su cabeza como un golpe. Rápidamente se llevó las manos a la cara, intentando secar las lágrimas que salían profusamente, pero no podía parar.

—Mierda... —sollozó lleno de verguenza, y sin soportarlo más se echó a correr en dirección al patio trasero.

La campana había sonado hace rato por lo que no se topó con nadie en el camino, y cuando llegó a la verja que separaba el recinto de la calle, se apoyó en ella y se echó a llorar sin contenerse. Lo único que quería en ese momento era escapar, pero no sabía cómo.
Las piernas comenzaron a flaquearle así que se deslizó hasta sentarse en el suelo de tierra con las manos aún aferradas a la reja, ensuciando su uniforme, mientras sus lágrimas dejaban manchas oscuras en el polvo.

—Zoldyck...

Killua dió un salto y se dió vuelta a mirar cara a cara a la persona que lo había interrumpido.

Erick lo miraba de vuelta con una expresión extraña que Killua no pudo descifrar, así que sus instintos de supervivencia se pusieron en marcha. Como pudo se puso de pie y a pesar de las lágrimas lo miró ferozmente.

—¿Vienes a burlarte de mi? —gritó enojado— ¿Acaso vas a golpearme y quitarme el dinero que no tengo? ¡Dilo rápido maldita se...!

Erick le cubrió la boca rápidamente con una mano, impidiéndole terminar.

—¡Silencio! —susurró llevándose un dedo a la boca— ¿Acaso nunca has escapado de clases? Los maestros nos encontrarán enseguida si sigues gritando así...

La Luz de tus Ojos - Gonkillu AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora