Gon caminaba por el pasillo rápidamente para olvidar el sentimiento de culpa que lo estaba consumiendo. Necesitaba ver a Killua. Necesitaba disculparse. Necesitaba creer que las cosas estarían mejor de ahora en adelante.
Un recuerdo fugaz atravesó su mente haciendo que se detuviera en medio del corredor, confundido.
¿Acaso había cometido el mismo error dos veces?
Sus ojos se abrieron por la impresión. No estaba seguro de lo que estaba pasando, pero en algún lugar recóndito de su cabeza, quizás en su inconsciente, sabía que en otro momento había tenido que "disculparse con Killua apropiadamente".
Un pequeño golpe que se escuchó dentro de la sala de clases que estaba a su izquierda hizo que volviera a la realidad. Sacudió la cabeza y continuó su camino. No era momento de pensar en esto. Lo más importante para él ahora, era Killua.
Cuando llegó a la enfermería abrió la puerta con cuidado y se encontró con la mirada serena de Kurapika, que esperaba sentado frente a la ventana.
—¿Qué pasó? ¿Por qué tardaste tanto? —preguntó mientras se ponía de pie y se acercaba a él.
—Lo resolví... —le dijo mientras entraba y cerraba la puerta tras de sí, con una mirada inocente.
—Gon...
—Hablé con Biscuit y ella me ayudó, así que expulsarán a la persona que hizo esto.
Kurapika lo miró fijamente, esperando a que continuara.
—Ah..., bueno las demás chicas serán castigadas también, así que creo que todo irá bien —le dijo rascándose la cabeza, pero el rubio no despegaba la vista de él. Odiaba que hiciera eso, pues no tenía más remedio que confesar todo lo que estaba pensando; Kurapika sabía muy bien como hacer que hablara.
—Y también... también traje las cosas de Killua, Biscuit dijo que podíamos ir a casa por hoy.
—Gon, ¿por qué no lo dices de una vez?
El moreno bajó la cabeza.
—Soy un idiota. Lo arruiné.
—Hey...
—¡Lastimé a Killua! ¡Todo fue mi culpa! Me siento culpable, Kurapika... —sollozó al fin tratando de bajar la voz todo lo que podía— ¡Es mi culpa! ¿Cómo arreglo esto? ¿Cómo hago que Killua lo olvide...?
El rubio se acercó y lo abrazó para contenerlo mientras Gon se apoyaba en él, haciendo que la diferencia de altura pasara desapercibida.
Después de todo el moreno aún era joven e inmaduro, y Kurapika entendía por lo que estaba pasando.—Gon, las cosas que hiciste o dijiste, no pueden ser cambiadas. ¿Lo sabes, verdad? Todo lo que nos queda es aprender de nuestros errores y seguir adelante. Y si lastimaste a alguien en el camino, debes disculparte y prometer, por tu honor, no volver a cometer el mismo error...
—No quiero que Killua me odie... —murmuró con un tono desesperado.
—Te aseguro que Killua no podría odiarte.
—... él...¿está mejor? —preguntó levantando la cabeza mientras se secaba las lágrimas con el dorso de la mano.
Kurapika lo miró en silencio por un momento.
—Sí... —le dijo al fin—. Ve a verlo. Avísame cuando quieran volver a casa, los llevaré en el auto.
—Gracias Kurapika...
—Eres un buen chico, Gon —sonrió el rubio mientras volvía a su asiento para encargarse del papeleo diario.
El moreno se dirigió al último cubículo con la mirada perdida, y sin hacer ruido, abrió la cortina lentamente.
El rostro dormido de Killua casi parecía fundirse con las sábanas blancas. La luz del atardecer quedaba atrapada en sus pestañas y su cabello, que aún tenía el manchón rojizo, haciéndolo brillar con reflejos plateados y escarlata.
Gon se quedó pasmado por unos instantes, y su boca se abrió involuntariamente. Sin duda era lo más hermoso que había visto en su vida.
Cerró la cortina tras él y se sentó en la orilla de la cama con cuidado para no despertarlo, mientras lo miraba. Alzó la mano sin darse cuenta, y la acercó al rostro de Killua, rozando apenas su piel: parecía que si lo tocaba demasiado se rompería en mil pedazos entre sus manos, tan frágil como la porcelana, pero tan cálido y suave.
Posó sus dedos en algunas de las manchas rojas y pequeñas que aún tenía en el rostro, como si las estuviera contando sin ninguna prisa, y luego ubicó la mano con cuidado sobre su cabello, suave y esponjoso, que aún estaba ligeramente húmedo.Con solo mirarlo estaba seguro. La respiración calmada de Killua hacía eco en sus oídos, tranquilizándolo.
Si solo pudiera verlo así, todos los días de su vida... Si tan solo pudieran quedarse en ese momento por un tiempo más...Gon sonrió. ¿Cómo podía ser tan tonto? No sabía por qué no lo había notado antes, pero ahora entendía que la obsesión por ese sueño lo había tenido buscando a tientas en la oscuridad por años.
En ese momento y lugar se dio cuenta de que había encontrado su propósito: era una pequeña luz, su pequeña luz, a la que se aferraría por el resto de su vida. En esta vida, y en todas las vidas, amaría a Killua Zoldyck.
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La Luz de tus Ojos - Gonkillu AU
FanfictionUn encuentro brusco significó el principio de todo, y Killua Zoldyck no pudo evitar enamorarse, aún sabiendo que Gon Freecss buscaba incesantemente a la persona de su sueño. Pero, ¿Acaso la historia se está repitiendo? Los recuerdos dolorosos del pa...