La Luz de tus Ojos - Gonkillu AU

Capítulo XVIII

Desde ese día en adelante, una serie de pequeños cambios comenzaron a hacerse presentes, y no de buena manera. A veces encontraba algo desagradable en su escritorio, o alguna cosa pegada a su  mochila. Su casillero aparecía rayado, o dejaban notas con amenazas en él. Las chicas lo miraban de mala forma, y estaba seguro que varias veces lo empujaron por los pasillos de la escuela sin que fuera un verdadero accidente.
Pero podía soportarlo. La verdad es que solo lo veía como bromas infantiles y cobardes, pues sabía que nunca se atreverían a enfrentarlo cara a cara. Bueno, a excepción de Lía.
Si de algo se había dado cuenta Killua es que la chica era peligrosa, y no quería meterse en problemas. Cualquier cosa que ocurriera llamarían a casa, y entonces todo estaría perdido. Ya había tenido una advertencia lo suficientemente dura, y aún llevaba las cicatrices frescas en su cuerpo tras el castigo, así que si sus padres o Illumi se llegaban a enterar de algún problema en más, tendría que abandonar la escuela definitivamente.
Al menos, pensó Killua para consolarse, no era difícil evitar a Lía; sus clases y horarios eran totalmente distintos, así que solo debía ser cuidadoso para no toparsela en los pasillos.

Por su parte, Gon estaría suspendido por al menos dos semanas, y, por lo que se enteró Killua, Erick estaba recuperándose de sus heridas en casa y nadie sabía cuánto tiempo tomaría para que volviera. En ese momento lamentaba no haber intercambiado números con él, y no podía preguntarle a nadie pues el chico no tenía amigos. De hecho Ikalgo se había sorprendido por su repentino cambio de actitud hacia Erick, pero él solo se encogió de hombros y le dijo que habían arreglado las cosas como personas civilizadas. 

Killua se sentía solo, y cada cosa que ocurría se iba acumulando y dañando su estado mental. Por supuesto Ikalgo estaba con él y ahora más que nunca trataba de acompañarlo y no dejarlo a la deriva, pero el albino prefería darle su espacio para no interrumpir su relación con Palm. Ella era una buena chica que siempre le ofrecía una sonrisa serena y amable cuando lo veía, e Ikalgo era un buen amigo, así que lo que menos quería hacer era interponerse en su relación. 

La mayoría de las veces subía solo a la azotea y se quedaba mirando el patio de la escuela para distraerse mientras el viento frío le daba en el rostro y su estómago rugía. Todos parecían felices ahí abajo, jugando y diviertiendose sin preocuparse por el mañana. 

Extrañaba a Gon. Pero éste ni siquiera había intentado localizarlo. Ni un solo mensaje. Ni una sola llamada. Y ésta vez él no iba a dar el primer paso. 

Killua suspiró. Ojalá pudiera ser libre. Ojalá pudiera tomar su destino con sus propias manos. Volaría como un pájaro lo más rápido que pudiera, si tan solo tuviera la oportunidad y la fuerza para hacerlo. 

Su celular vibró. 

Él se sobresaltó y rápidamente lo sacó de su bolsillo, deseando muy en el fondo que fuera Gon. 

Era Alluka. 

«Hermano, ¿Cómo estás? Sé que es muy dificil que nos veamos, pero, ¿podrías venir esta semana? Necesito decirte algo importante. Por favor no te saltes las comidas y recuerda borrar este mensaje para que él no lo vea. ¡Te amo!»

Killua sonrió. Amaba a su hermana más que a sí mismo, y era imposible decirle que no. Ya vería cómo arreglar ese asunto. Tendría que escaparse de la escuela, pues Illumi estaba alerta luego de la última vez, y no podía llegar siquiera un minuto tarde.
Tenía que ver a Alluka. Quizás le ayudaría hablar con alguien sobre lo que estaba pasando. Solo debía planear las cosas con cuidado, y estaría bien. 

Rápidamente le escribió de vuelta, y borró todas las evidencias de su celular. 

La campana para regresar a clases sonó, y se apresuró a llegar al salón para no cruzarse con Lía y su grupo de amigas.

Mientras miraba hacia el patio para asegurarse que la chica no venía, lo recordó. Debía agradecerle a Erick; podía escapar por el patio lateral de la escuela.
Ahora sólo quedaba hallar el momento adecuado.