Capítulo XXXVII

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La alarma sonó rompiendo el silencio que había en la habitación.
Gon se volteó sobre la cama, sin dejar de abrazar a Killua, y la apagó con un suspiro.

Era un nuevo día, un nuevo comienzo.

—Killua, es hora de despertar —le susurró al oído mientras le acariciaba el cabello.

El chico se movió levemente y se frotó los ojos con el dorso de la mano.

—Despierta... —repitió dulcemente mientras se sentaba sobre la cama cuidando de no sobresaltarlo.

De inmediato Killua lo imitó, a pesar de que aún estaba aturdido por el sueño y tenía los ojos semicerrados. Gon sonrió al verlo.

Había pasado una semana desde que comenzaran a vivir juntos y poco a poco se estaba dando cuenta de los hábitos (a veces muy adorables) que Killua tenía.

Casi se había habituado a su rutina, y le parecía que las cosas iban cada vez mejor, probablemente porque el chico se sentía cada vez más seguro y confiado a su lado. Al moreno le recordaba a veces a un pequeño gato asustado que llega a vivir a un hogar por primera vez.

Una de las cosas que había observado era que a Killua siempre le costaba despertar, aunque, probablemente por lo problemática que era su familia, se levantaba de manera rápida y asustada aún medio dormido, y en modo zombi se preparaba y vestía como si pudieran regañarlo en cualquier momento.
Poco a poco Gon estaba tratando de que despertara de una manera más calmada, sin presionarlo y haciendo que tomara desayuno tranquilamente, pero Killua había estado levantándose de la misma forma durante tantos años, que se había vuelto un hábito. Aún así había mejorado un poco y al menos ya no saltaba de la cama apenas sonaba la alarma.

Gon se levantó y abrazó a Killua ayudando a que se pusiera de pie también. Este le rodeó el cuello con los brazos por un momento, suspirando.

—¿Estás bien?

—Mmm...

—¿Estás despierto?

—Mmm... —asintió mientras lo soltaba— Estoy despierto... —masculló con la voz ronca.

El moreno lo miró con atención, tomándole la cara con ambas manos. Aún tenía los ojos medio cerrados, pero parecía más despierto que antes al menos. Con mucho cuidado lo besó en la frente, y sintió bajo sus palmas que las mejillas del chico se ponían más cálidas.
Lo soltó con cuidado y solo sonrió: después de todo esa era la mejor forma de despertar a Killua.

Sin decir palabra, el albino lo miró por un momento y luego se alejó hacia el cuarto de baño para tomar una ducha.
Apenas cerró la puerta, Gon se dirigió a la cocina y preparó el desayuno.

Este era su primer día de clases desde el incidente, y quería que todo resultara bien.
Killua había estado en cama por tres días, recuperándose, y el viernes habían decidido ausentarse para ir a comprar algunas cosas que faltaban y poner todo en orden antes de retomar las clases.
De todas formas Kurapika y Leorio los habían estado cubriendo en la escuela, así que no había de qué preocuparse...o al menos eso hubiera deseado Gon que no podía dejar de preocuparse por Killua.
No sabía cómo lo iban a recibir en su salón luego de todo lo que había pasado, pero estaba listo para enfrentar a cualquiera que tratara de pasarse de listo.

Escuchó como la puerta del baño se abría y se cerraba apresuradamente, y los pasos rápidos de Killua en la habitación. Un momento después se asomaba por la puerta, con el uniforme listo, el cabello revuelto y húmedo, y los ojos bien abiertos.

—Llegaremos tarde...—le dijo disimulando su preocupación.

—¡Claro que no! —rio Gon— aún son las 7:30 y las clases no empiezan hasta las 8:30.

La Luz de tus Ojos - Gonkillu AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora