El tiempo transcurría tan lentamente...
Killua ya no sabía si estaba dormido o despierto, vivo o muerto, pero la calidez que sentía había logrado calmar todos sus pensamientos intrusos.
No sabía bien dónde estaba, ni qué ocurría, solo era consciente de que en algún momento Gon había apagado la secadora de cabello y lo había abrazado por la espalda, haciendo que se recostara sobre él mientras permanecían sentados.En algún lugar de su cabeza se encendió una alarma, pero su cuerpo se resistió a moverse y solo dejó que las sensaciones agradables lo invadieran, mientras escuchaba los latidos del corazón del moreno.
—¡Estoy en casa!
La voz clara y amable de Mito lo devolvió a la realidad de golpe.
—¡Estamos arriba! —contestó Gon de inmediato, sin soltarlo.
Volviendo de golpe a la realidad trató de levantarse de la cama de un salto, pero el moreno lo abrazó con más fuerza, impidiéndoselo.
—Si te levantas tan rápido te vas a marear —rio mientras se ponía de pie y lo levantaba sin esfuerzo.
Killua no alcanzó a regañarlo cuando el rostro sonriente de la mujer apareció por la puerta.
—¡Ah, Killua! ¡Me da tanto gusto verte!
El chico se sonrojó de inmediato y la miró obedientemente, mientras caminaba hacia ella sin notarlo.
—Siento molestar... —masculló.
—¡No es molestia! —sonrió cálidamente—. Si pudiera tenerte aquí más seguido estaría muy feliz.
—Ah, tía Mito, no tenemos mucho tiempo... —le recordó Gon acercándose al lado de Killua.
—¡Tienes razón! Bien, aquí está la camisa, y la tintura de cabello. Creo que esto será lo mejor.
Killua miró a la mujer, y luego a Gon, confundido.
—Ah, le expliqué a tía Mito la situación y ella sugirió esto, así que compró las cosas camino a casa...
—¿Qué...? —Killua se sonrojó un poco más y miró a Gon con el ceño fruncido. Aunque el moreno se lo había dicho antes, no podía evitar sentirse incómodo y avergonzado, pues odiaba darle problemas a los demás—. Lo siento muchísimo... —masculló mientras miraba con la cabeza gacha a Mito— este era mi problema y ahora...
—¡Killua, no digas eso! —lo interrumpió la mujer con un dejo de regaño cariñoso en la voz— Gon y yo siempre estaremos felices de ayudarte. Te aseguro que no es una molestia para nosotros, además, ¿no es lo que hacen las familias? Lo siento si lo digo de esta forma egoísta pero, ya que tú y Gon son tan buenos amigos, siento que eres como un hijo para mí. Además eres el primer amigo que trae a casa, así que... De seguro eres muy especial.
Killua la observó con los ojos bien abiertos y conteniendo la respiración. La mujer lo miró de vuelta, sonriendo cálidamente, y adivinando lo que ocurría se acercó a abrazarlo. Sin una gota de resistencia se apoyó en ella, suspirando mientras cerraba los ojos. Así debía sentirse tener una madre.
Gon los había estado observando sin intervenir, pero decidió unirse a ellos y los abrazó con fuerza.
—¡Hey Gon! —lo regañó Mito riendo— Nos vas a dejar sin aire... ¡Controla tu fuerza! —gritó mientras le daba palmaditas en la cabeza, pero el moreno simplemente se echó a reír y los abrazó un poco más fuerte antes de soltarlos.
—¡Sé más delicado! —protestó la mujer mientras lo golpeaba en el brazo.
Killua los miró en silencio, y una gran sonrisa aparecía sin querer en su rostro.
—Bien, ¡Manos a la obra! —sonrió Mito, llena de energía y determinación— Killua, tu vienes conmigo, Gon, ve a planchar la camisa. No tenemos mucho tiempo, ¿verdad? ¡Vamos entonces!
Y tomando la mano del albino lo arrastró al cuarto de baño, lo sentó y comenzó a teñir su cabello en los lugares en que aún se veían manchas rojas.
Killua ni siquiera alcanzó a darse cuenta por lo rápido que pasó todo, pero antes de que fuera la hora de salida de su escuela, estaba listo: con la camisa impecable puesta y su cabello completamente blanco, como siempre. Incluso había empacado algo de comida que Mito había insistido en cocinar especialmente para él.
Estaba listo para partir.
Todo estaría bien. Se sentía muchísimo mejor y estaba preparado mentalmente para volver a casa.
Se despidió con un abrazo de Mito, agradeciéndole en un susurro por todo lo que había hecho, y montó con una sonrisa en la bicicleta de Gon, quien lo esperaba sonriendo. Ambos se despidieron agitando las manos, y a continuación el moreno aceleró rápidamente por el pequeño camino rural.
El frío invernal les calaba los huesos y Killua comenzó a sentirse un poco nervioso.
«Todo estará bien...» pensó para darse ánimos, y sin darse cuenta se abrazó a la espalda de Gon. Sintiendo su calidez a través de la ropa sus nervios se calmaron de inmediato. Ya no estaba solo.
Tenía a alguien en quien confiar, y eso lo hacía sentir más vivo que nunca. Estaba agradecido de tener a tantas personas a su lado ahora...y de alguna manera todo había empezado a suceder desde aquel día en que conoció a Gon...
—Killua, ¿me dirás dónde vives de verdad esta vez? —le preguntó el moreno, jadeando por el frío y por el esfuerzo físico.
—Lo prometí, ¿No?
Gon solo dejó escapar una pequeña risa de satisfacción, y Killua sintió que su corazón se derretía. Avergonzado de sus propios sentimientos, apoyó la cabeza sobre la espalda del moreno y se aferró a él solo un poco más fuerte, para que no lo notara.
—¡Ah, Killua! ¡Está nevando!
El chico levantó la vista rápidamente, y miró hacia el cielo. Los copos de nieve caían suaves y esponjosos a su alrededor y sobre el cabello y hombros de Gon. Todo se veía tan pálido y brillante que casi hería sus ojos. Un pequeño copo aterrizó en su nariz, haciéndole estornudar; a pesar del frío, a pesar de la nieve, a pesar de todo...
«Estaré bien...» pensó mientras sonreía.
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La Luz de tus Ojos - Gonkillu AU
FanfictionUn encuentro brusco significó el principio de todo, y Killua Zoldyck no pudo evitar enamorarse, aún sabiendo que Gon Freecss buscaba incesantemente a la persona de su sueño. Pero, ¿Acaso la historia se está repitiendo? Los recuerdos dolorosos del pa...