Capítulo XXXII

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El camino se había vuelto resbaladizo por la nieve, así que Gon pronto desaceleró y ambos bajaron de la bicicleta en un parque cercano a la casa de Killua.

Rápidamente se metieron entre los árboles para que la nieve no los mojara más de lo que ya estaban, y también para evitar ser vistos. Todo lucía blanco a su alrededor y parecía que la nieve no tenía intenciones de dejar de caer, al menos no hasta el día siguiente.

Killua sacó su celular y miró la hora, disimulando sus nervios.

—¿Estamos a tiempo? —le preguntó Gon, preocupado.

—Ah, sí, de hecho creo que tengo que esperar algunos minutos... Ya sabes, en los días de nieve se retrasan los autobuses y todo eso... —sonrió despreocupadamente mientras se encogía de hombros.

Gon suspiró y lo miró sin decir palabra por unos segundos, haciendo que el chico desviara la vista y comenzara a juguetear con su celular.

—¿Estarás bien? —preguntó al fin.

Killua levantó la vista y asintió con la cabeza, más que nada para convencerse a sí mismo.

—Estaré bien... —sonrió como siempre.

Un silencio pesado se interpuso entre ambos, y el moreno comenzó a buscar desesperadamente algo que decir, pero las palabras se le escapaban. Para su suerte, Killua rompió el silencio con un susurro.

—Gon...uh... —el moreno lo miró de inmediato pero el chico tenía la vista perdida en algún lugar sobre el suelo. Metió las manos en los bolsillos junto al celular, y tomando una bocanada de aire, soltó lo más rápido que pudo lo que estaba tratando de decir—. Gracias. De verdad, si no fuera por ti yo...mu-muchas gracias.

Gon sintió que su corazón comenzaba a latir rápidamente, y una sensación dulce y nostálgica lo invadió.

—¿No me lo dirás mirándome a los ojos? —rio.

Killua pareció ofendido por la pregunta, y dejando escapar un pequeño gruñido levantó la vista con el ceño fruncido y el rostro completamente rojo.

—Gra-graci...

No alcanzó a completar lo que estaba diciendo cuando la mano de Gon se posó en su mejilla, interrumpiéndolo, tan cálida y dulcemente, que lo hizo olvidar todo lo que estaba ocurriendo.

El moreno lo miraba directamente a los ojos, con una expresión que no había visto antes... ¿O si lo había hecho? Quizás, en un pasado lejano...

Gon estaba perdido en sus ojos casi sin poder pestañear. Por un momento sintió que miraba el mar profundo de invierno, inquieto, pero que refleja la luz que pasa entre las nubes, pues los ojos de Killua brillaban solo para él.
Un segundo después advirtió la mirada de pánico que éste le dirigía al darse cuenta de la situación, y se detuvo, aguardando su respuesta. Esperaría el tiempo que Killua necesitara y se detendría de inmediato si él lo quería así, pero todas sus dudas se despejaron cuando el chico miró sus labios sin darse cuenta, tragó saliva, y lo miró de nuevo, como si estuviera aguardando por algo.

El corazón del moreno dio un vuelco. Había besado muchas veces antes, pero nunca había estado tan nervioso. Poco a poco comenzó a acercarse, mientras acariciaba la mejilla suave del chico. Sintió como su aliento cálido chocaba contra su rostro, y al ver que el albino cerraba fuertemente los ojos, no pudo evitar sonreír. Apoyó sus labios sobre los de Killua, y con la mano que tenía libre lo abrazó con cuidado. Fue solo por un instante, pero Gon sintió como si sentimientos guardados por años se acumularan en su pecho de golpe, abrumándolo y haciendo que quisiera llorar. Los labios de Killua temblaron y Gon se separó de él lentamente, mientras lo miraba al borde de las lágrimas. No quería dejarlo ir.

La Luz de tus Ojos - Gonkillu AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora