Capítulo XXIII

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—¿Killua?

El chico se puso de pie tan rápidamente que la silla en dónde estaba sentado cayó hacia atrás con un golpe sordo. Pálido, como si hubiera a visto un fantasma, miró incrédulo el rostro moreno de Gon que se asomaba por la puerta del salón de clases.

—¡Ah! ¡Killua! —rió el chico mientras entraba ruidosamente, acercándose a él— ¡Es como si no te hubiera visto en años! —lloriqueó.

—Ah... ah, sí...

Killua aún no se recuperaba de la impresión y sentía que su cerebro había dejado de funcionar al verlo. Por supuesto sabía exactamente qué día volvería Gon luego de su castigo, pero aún así no estaba preparado. No sabía que esperar pero de todas las opciones, no imaginó que Gon le hablaría como si nada hubiera sucedido.

—¡Hey, hey! ¡Tengo mucho que contarte! ¿Por qué no respondiste mis mensajes?

—Yo... yo pensé que tú no... —Killua se sonrojó intensamente, desviando la vista hacia un costado. Fue ahí cuando notó que los pocos estudiantes que aún estaban en el salón de clases durante el receso los miraban sin siquiera disimular.

—Uhm... ¿podemos...?

Gon lo miró con su brillante sonrisa, y luego miró alrededor despreocupadamente; una chica que había estado observándolos salió rápidamente del salón hacia el corredor principal.
Sin decir palabra tomó la mano de Killua y lo arrastró, como siempre, por el corredor y luego a la azotea del edificio.

Killua ni siquiera se resistió. Una mezcla de emociones crecía en su pecho: estaba demasiado feliz por volver a ver a Gon pero no sabía si tenía permitido estarlo, los nervios y la incertidumbre lo estaban haciendo temblar levemente, y necesitaba todas sus fuerzas para disimular.

Se había preparado durante toda la semana para hablar con el moreno pues se lo había prometido a Alluka, sin embargo, por más que ensayaba mentalmente lo que diría, más seguro estaba de que en el momento de confesarse las palabras le iban a faltar.

Aún así tenía que hacerlo. Apenas tuviera una oportunidad se lo diría, y prefería que fuera lo más pronto posible para terminar la agonía interminable en la que había estado sumergido durante esos días.
Incluso había soñado una y otra vez con los distintos escenarios, imaginando que lo rechazaba, pero también, imaginando que el moreno aceptaba sus sentimientos.

Al despertar de ese sueño se había sentido tan extraño, como si de verdad fuera posible que Gon estuviera enamorado de él también... pero no quería alimentar falsas esperanzas.
Si lo veía lógicamente, tenía apenas un 1% de probabilidades de que a Gon le gustara también.
Además... ¿Qué pasaría si le decía que sí? Era imposible que tuvieran una relación pública, como hubiera ocurrido con una pareja heterosexual. ¿Cuánto rechazo tendrían que enfrentar? ¿Acaso serían capaces de resistirlo juntos? Y bueno, por supuesto estaba el problema de su familia. ¿Qué pasaría si Illumi se enteraba de que estaba saliendo con alguien, y que ese alguien, además, resultaba ser un chico?

Un escalofrío recorrió su cuerpo, y Gon lo notó.

—Killua, ¿tienes frío?

—Ah, no, no... Estoy bien.

El viento helado en la azotea soplaba con fuerza, recordándoles que estaban en pleno invierno.

Gon se rascó la cabeza con su típica sonrisa inocente, y entonces lo miró, directamente a los ojos, como el día en que se habían conocido. Killua sintió de inmediato como si sus ojos estuvieran derramando ámbar sobre él, y sin percatarse, retrocedió un paso.

—Killua, yo... solo quiero hablar contigo. ¿Está bien?

El chico asintió en silencio, extrañado por la seriedad con la que Gon le estaba hablando, y su nerviosismo comenzó a crecer descontroladamente. Si el moreno sacaba el tema hablaría de inmediato y se confesaría. No quería alargar las cosas, y prefería pasar el trago amargo lo más pronto posible.

—Estas dos semanas, estuve pensando un montón —sonrió—. Hablé con mi Tía Mito, y cuando me di cuenta de lo idiota que había sido, también hablé con Kurapika y Leorio. Yo... uhm... no sé bien cómo decir esto.

Killua lo miraba al borde de un colapso nervioso.

—Lo siento mucho Killua —murmuró al fin, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

El albino abrió la boca y la volvió a cerrar de inmediato, sin saber cómo reaccionar.

¿Había escuchado bien? ¿Por qué le estaba pidiendo disculpas? Y, maldita sea, ¿Por qué tenía lágrimas en los ojos? Lentamente comenzó a entrar en pánico, y sin saber qué decir, soltó lo primero que se le vino a la cabeza.

—¿Estás llorando?

Gon lo miró sorprendido, y de inmediato emitió un quejido lastimero, mientras las lágrimas se desbordaban.

—¡Killuaaaaa! ¡Soy un idiota! —sollozó como un niño pequeño— ¿Por qué eres amigo de un idiota como yo? ¡Lo arruiné todo y te hice daño! ¡Lo sientoooooo!

—¿Qu...? Esp... Hey no... Go-Gon... hey no llo... ¡no llores! —tartamudeó mientras se acercaba al moreno que se había dejado caer al piso, y le tocó tímidamente el hombro para confortarlo, arrodillándose a su lado.

—Killuaaaaaa... —lloriqueó— ¡por favor, no quiero dejar de ser tu amigo! ¡seamos amigos para siempre! ¡Lo siento tantoooo!

—Ah... —El albino dejó caer los brazos, sin darse cuenta.

"Amigos". Gon quería que fueran amigos para siempre. Toda su resolución había quedado aplastada bajo el peso de esas palabras, y su corazón se comprimió dolorosamente. Había sido demasiado optimista. 1% era demasiado alto.
Pero estaba bien. Estaría bien. Aún podían ser amigos

—Está bien —suspiró—. No tenías que disculparte de esta manera. Yo... en realidad está bien.

—¿Killua? —Gon dejó de lloriquear y lo miró mientras se limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano.

—Claro que somos amigos —sonrió.

Justo en ese momento sonó la campana que marcaba el fin del receso. Killua se puso de pie rápidamente, y le ofreció la mano para ayudarlo a levantarse.

—Vamos, no quiero llegar tarde.

—Sí...

Mientras caminaban por el corredor hasta sus respectivos salones de clase, Gon intentó una y otra vez ver el rostro de Killua, pero por alguna razón no lo logró.
Podía notar que algo no andaba bien, aunque el albino intentaba ocultarlo con todas sus fuerzas. Solo necesitaba ver su rostro una vez más y confirmarlo.

—¡Bien, nos vemos luego! —le dijo Killua alegremente mientras se despedía y trotaba de vuelta a su salón al final del pasillo.

—Sí... —Gon lo miró alejarse, intranquilo, y sin darse cuenta llamó su nombre por instinto— ¡Killua!

El chico se dio la vuelta para mirarlo, y entonces lo confirmó: Estaba sonriendo. Pero incluso desde lejos podía notar que su sonrisa quebrada, guardaba una pena tan honda e inmensa que Killua parecía estar ahogándose en ella.

La Luz de tus Ojos - Gonkillu AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora