Capítulo IX

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—¡Fíjate por dónde caminas, nerd!

Killua no alcanzó a reaccionar y sintió cómo su cuerpo chocaba contra algo duro. De inmediato escuchó un golpe que resonó en el pasillo y en sus oídos; su preciado almuerzo había caído al piso, desparramándose y haciendo un desastre.

Sus manos se quedaron fijas en la misma posición en que habían estado sosteniendo la pequeña caja, y observó con impotencia la comida desperdiciada. Su estómago rugió, protestando.
Sin saber qué hacer pegó su espalda a la pared y se deslizó hasta sentarse en cuclillas en el piso, llevándose las manos a la cabeza. Su almuerzo. El almuerzo que le había dado Gon.

—Maldito bastardo... —masculló enojado y al borde de las lágrimas.

Aunque no le había visto la cara tenía claro quién era el culpable, pero no podía dejar de reprocharse a sí mismo por no haber tenido más cuidado. Estaba tan absorto en sus pensamientos que ni siquiera había visto a Erick acercarse. Si tan solo hubiera estado alerta... sí, probablemente podría haberlo esquivado sin problema.

El día no podía ir peor, y a cada momento se sentía más y más patético. Hundió la cabeza entre los brazos, bloqueando su vista, y suspiró profundamente para tranquilizarse. Debía resistir. Así había sido siempre. Así sería siempre. No podía hacer nada.

El golpe de un objeto pequeño que caía sobre el piso frente a él lo hizo levantar la cabeza de inmediato, asustado.

—Freecss no es lo que parece...

Erick ni siquiera se había dignado a mirarlo cuando masculló esas palabras llenas de resentimiento, y simplemente se retiró por donde había venido, perdiéndose de vista.

Killua lo vió alejarse con la boca abierta, sin entender la situación, y de pronto reparó en el objeto que Erick había tirado frente a él: era una caja de pañuelos.

—¿Qué...?


Las horas pasaban lentamente mientras Killua escuchaba la lección de la tarde. Tenía tanta hambre que no podía concentrarse, y sus pensamientos vagaban una y otra vez entre el recuerdo de Gon junto a esa chica, y las palabras que había soltado Erick. No lo entendía. Erick era un bastardo, pero aún así le había dejado esa caja de pañuelos al frente... ¿Para ayudarlo? ¿Por qué lo haría? Además lo había empujado antes... ¿O de verdad había sido un accidente? En realidad no podía recordarlo, pues no estaba prestando atención en ese momento. ¿Y si en realidad había sido su culpa? De todos modos no importaba, ahora lo que más le molestaba eran las palabras que había dicho sobre Gon. ¿Acaso era una advertencia?

—...Zol...¡Zoldyck!

—¡Mierda! —Killua se levantó asustado de su silla y las risas burlonas resonaron en el salón.

—¿Qué clase de vocabulario es ese? —le reprochó severamente la profesora de historia, Biscuit.

—Ah... lo siento mucho... —masculló mientras volvía a sentarse, rojo hasta las orejas.

—¿Al menos puedes responder lo que te pregunté?

Killua la miró confundido, sin decir palabra.

—¿No, verdad? Te veré después de clases, jovencito.

—Pero yo...

—¡Silencio!

Killua bajó la cabeza, avergonzado y molesto al mismo tiempo, mientras apretaba los dientes para no decirle a la maestra que era una vieja bruja amargada. Sólo se había distraído un momento y ahora tendría grandes problemas en casa gracias a ésto.

Apenas sonó la campana de salida se puso de pie y se acercó a la mujer, con el rostro lleno de arrepentimiento.

—Profesora Biscuit, de verdad lo lamento, yo...

La Luz de tus Ojos - Gonkillu AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora