Capítulo XVI

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Ambos caminaban lentamente por las calles desiertas mientras sus pasos resonaban en la oscuridad de la noche.
Habían pasado rápidamente por la escuela para buscar sus cosas, o en realidad, la mochila que Killua había olvidado, y luego Erick había insistido en acompañarlo hasta su casa.
Aunque Killua se negó en un principio, terminó cediendo para no hacerlo sentir mal. De todas formas agradecía la compañía, pues sabía que el castigo por llegar a esa hora a casa sería terrible y probablemente no vería la luz del sol en días.

—¿Estás nervioso? —le preguntó Erick mientras lo miraba de reojo.

—No, estoy bien. 

—De seguro nunca habías llegado tan tarde a casa.

—¿Cómo lo sabes? Quizás tengo una vida secreta que nadie esperaría... Visitando bares todas las noches, o algo así...

—¡Ja! ¡Eso es imposible! Un nerd siempre será un nerd. Hasta tu mentira suena a nerd.

—¿Quieres dejar de decirme nerd?

—¿De verdad te molesta?

Killua guardó silencio un momento.

—En realidad no. Nunca antes me habían llamado nerd, eso es todo. 

—¿Es en serio? ¿Cómo te llamaban tus amigos en tu otra escuela? 

—No tenía amigos.

—Oh.

—Sí.

—Bueno, no somos tan diferentes entonces. 

Erick guardó silencio un momento mientras miraba hacia el cielo. Las estrellas brillaban claras y cristalinas, y a él le pareció que los ojos de Killua se parecían a ese cielo estrellado y lejano.

—¿Tienes frío?

—¿Uh? No... Tengo tu sudadera puesta aún... lo siento, ¿quieres que te la devuelva?

—No...¡no! Puedes usarla cuanto quieras...

Killua lo miró conteniendo una sonrisa.

—¿Acaso no te diste cuenta que la tenía puesta e ibas a ofrecérmela de nuevo?

—Cállate —le dijo sonrojándose, pero Killua se echó a reír. 

Su risa clara resonó en los oídos de Erick, y eso hizo que sonriera alegremente también. 

—Solo quería ser amable, no te burles.

—Gracias —sonrió Killua medio en broma. 

—Ah, nunca imaginé  que Zoldyck me diría esa palabra alguna vez. 

—¿De qué hablas? Te agradecí por el jugo y los pañuelos antes, y además, deja de llamarme Zoldyck. Así le dicen a mi padre. 

Erick lo miró sorprendido. 

—Llámame Killua. 

—Uh...

—Bueno, si no quieres está bien. 

—No es eso. Se me hace... extraño. —le dijo al fin.

—Erick, me besaste hace un rato y ahora te da vergüenza decir mi nombre...

—¡Agh! ¿Por qué eres así? —se quejó mientras se llevaba las manos a la cabeza. 

—Porque eres un idiota —rió. 

—Supongo que sí.

—Bueno, aquí está mi casa —le dijo Killua señalando con el pulgar hacia una pequeña y antigua construcción. 

—No imaginaba que tu casa fuera así. 

—¿Qué imaginabas?

—No lo sé... una mansión y mayordomos. 

—¿Quién podría vivir en una mansión? —rió.

—¿Acaso tú familia no es rica? Los Zoldyck son famosos...

—¿Huh? No pensé que supieras de eso.

—No soy tan idiota como parezco —sonrió orgulloso.

—Heh, de todas formas, mi familia es la que tiene el dinero, no yo.

—Lo sé. 

Killua lo miró por un momento mientras metía las manos a los bolsillos despreocupadamente, y luego sonrió algo incómodo.

—Bien, debo irme...

—Espera, ¿puedo preguntar una última cosa? —Erick lo miraba con ojos esperanzados.

—¿No fue esa una pregunta?

El chico pareció confundido.

—Adelante —sonrió Killua mientras agitaba la cabeza.

—Lo de antes... el be-beso...¿fue malo para ti?

Killua se sonrojó intensamente, y desvió la mirada. 

—No fue malo... —murmuró avergonzado.

—Bien, bien, solo quería saber —Erick apenas podía contener su alegría—. Te...¿te veo mañana entonces?

Killua levantó la vista y sonrió al ver su rostro alegre. 

—Claro.

—Genial, ¡adiós Zold... Killua!

Erick se dió media vuelta y comenzó a trotar en dirección contraria mientras Killua lo observaba desde el jardín de la casa. Cuando llegó a la esquina giró nuevamente y se despidió con la mano, antes de doblar y perderse de vista.
El albino dejó pasar  unos minutos para asegurarse de que ya no estaba cerca, y rápidamente se quitó la sudadera y la metió en su mochila. Ágilmente se escabulló entre los arbustos y echó a correr a toda velocidad para llegar a su verdadera casa. 

Apenas llegó a la propiedad se detuvo un momento para recuperar el aliento antes de entrar. Intentando no hacer ruido, abrió la puerta y se escabulló en la enorme sala que estaba completamente oscura.
Al no escuchar ningún sonido supuso que todos estaban dormidos, y suspirando de alivio porque nadie se había despertado, se dirigió hacia la escalera.
Apenas pisó el primer peldaño, escuchó una voz fría que no lo dejó avanzar.

—Es bastante tarde, Killu.

El chico se dió vuelta de inmediato, y se encontró con los ojos inexpresivos de Illumi. 

—Tu-tuve que que-quedarme po-por...

—Killu. No me mientas. Sabes que debo castigarte, ¿verdad?

Killua bajó la cabeza, derrotado. No había forma de evitar esto. No había explicación posible que Illumi fuera a aceptar. De todas maneras sabía perfectamente que iba a ser castigado. 

Illumi lo tomó fuertemente por el brazo, y Killua se dejó arrastrar. 

Mientras lo golpeaban una y otra vez, una pequeña luz de esperanza se encendió en su cabeza. Esta vez decidió aferrarse a ella con todo lo que tenía para poder soportar el dolor y no volverse loco. 

En su camino a casa, Erick no podía dejar de sentirse inquieto. Sabía que no tenía oportunidad con Killua pues éste se lo había dejado claro, pero aún así...

No podía ignorarlo. Necesitaba arreglar las cosas con Freecss y al menos hacerle saber lo idiota que era por herir a Zoldyck... no, a Killua. Probablemente Freecss reaccionaría mal y eso lo asustaba pues era obvio que no tenía oportunidad contra él, pero estaba enojado y se preparó mentalmente para ello. 
Haría esto por Killua. Se lo debía a modo de disculpa. 

Hablaría con Gon Freecss y le daría su merecido si era necesario.

La Luz de tus Ojos - Gonkillu AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora