Capítulo XLVIII

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Al fin había llegado el día. El cielo azul y alegre de primavera parecía darles la bienvenida por última vez al lugar en dónde habían estudiado durante el último año.

La ceremonia de graduación empezaría en unos cinco minutos, y Gon y Killua estaban sentados al frente junto a todos sus compañeros de clase y separados por curso, pero mirándose a intervalos regulares para dirigirse una sonrisa nerviosa.

En la parte de atrás del auditorio estaban los padres, familiares y amigos, y aunque Killua sabía que solo Alluka se presentaría, lo prefería de esa manera.

La subdirectora Biscuit subió al escenario, y mirándolos a todos emocionada, comenzó con su discurso.

—Queridos alumnos, padres, familiares, amigos y maestros, bienvenidos a esta ceremonia de graduación...



Una hora más tarde todo había terminado, y los alumnos comenzaron a levantarse de sus asientos para sacarse fotos con sus amigos o familia. Killua sentía que era algo irreal. Parecía ayer cuando había entrado por primera vez al lugar, lleno de esperanza, y aunque habían ocurrido muchas cosas durante el año, todo era muchísimo mejor ahora.

—¡Killua! —lo llamó Gon desde un costado, así que se apresuró para reunirse con él.

Pronto se les unieron Ikalgo, Palm y Erick, y se tomaron unas últimas fotografías juntos, hablando sobre los exámenes, agradeciéndole a Killua por la ayuda para estudiar y sintiendo como la alegría era reemplazada por nostalgia. Todos irían a distintas universidades, excepto Killua, que se tomaría un año para poder encontrar lo que quería hacer, por lo que sería más difícil verse.

—No perdamos el contacto —sonrió Gon—. Haré un grupo para que podamos hablar ahí, así que intercambiemos números...

—A veces dices cosas bastante inteligentes Freecss.

—Ah, Erick, ¿ni en el último día me puedes llamar por mi nombre?

—Es la costumbre —masculló.

Killua lo miró extrañado y le pareció que estaba triste.

—Hey, no es como si nos fuéramos a dejar de vernos, de hecho pronto será mi cumpleaños y...

—¡Hermano! —interrumpió sin querer Alluka, llamándolo desde lejos y saludando con la mano.

—¡Alluka! ¡Pudiste venir! —exclamó Killua emocionado— Volveré luego...— le dijo a todos y corrió hacia donde estaba su querida hermana.

Erick lo miró alejarse con una mirada extraña, e interrumpiendo lo que los demás estaban hablando preguntó casi con desesperación.

—¿Quién es ella?


Killua volvió más tarde, luego de despedir a Alluka que se fue rápidamente para llegar a su trabajo de medio tiempo, y continuaron la charla por un rato más, pero pronto también dijeron adiós para reunirse con sus familias.

Apenas se separaron, Gon le dirigió una mirada alegre, y sin contenerse le tendió la mano.

—Vamos —sonrió.

Killua lo miró un momento mientras se sonrojaba hasta las orejas, dudando.

Era su último día. Pensó. Al diablo.

Le tomó la mano a Gon tímidamente y ambos se internaron entre la muchedumbre para buscar a Mito, Leorio y Kurapika, mientras algunos de sus compañeros les echaban miradas sorprendidas.
Pero no les importaba.
Mientras estuvieran juntos estarían bien.

—Ah, ¡ahí está mi tía! —le dijo Gon con una sonrisa, y ambos caminaron en esa dirección para encontrarla.

—Espera —masculló Killua dándose cuenta de algo— ¿le contaste a tu tía que...?

—¡Gon! ¡Killua!

Ya era muy tarde y el chico estaba seguro de que había visto que estaban tomados de la mano, así que la ansiedad se dibujó en su rostro por un momento.

La mujer se acercó a ellos rápidamente, y sin importarle nada, los abrazó a los dos al mismo tiempo.

Killua sintió todo el amor maternal y la aceptación que necesitaba en ese gesto, así que la abrazó de vuelta, apenas conteniendo su emoción.

Cuando se separaron la mujer le echó una mirada severa a Gon.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?

Gon se rascó la cabeza.

—Lo siento mucho tía Mito, es solo que...

—Es mi culpa —lo interrumpió Killua— yo no... No sabía bien qué hacer, estaba asustado... —murmuró.

Mito lo miró dulcemente.

—Está bien, solo quería regañar un poco a Gon, lo siento. Quizás es un buen momento para decirlo, así que si necesitan ayuda, si necesitan cualquier cosa, pueden confiar en mí, ¿Si? Puedes llamarme cuando quieras Killua. Eres parte de la familia.

El chico bajó la cabeza a punto de llorar, y Gon le apretó la mano, sonriendo.

—Ahora, tengo que decir que sabía que esto ocurriría desde un inicio —rio.

—Ah, ¿Cómo lo supiste? —preguntó Gon.

—Bueno, creo que lo noté la primera vez que llevaste a Killua a casa. Supongo que fue instinto de madre.

Killua levantó la vista tímidamente y le sonrió.

—¡Ah! Kurapika y Leorio están por allá, ¡vamos a saludarlos también! —exclamó Gon de repente— ¿Kite no pudo venir? —preguntó algo decepcionado.

Mito reprimió una risita.

—Está con los chicos, ¿No lo ves?

—Oh...¡Allí está! —sonrió Gon mientras los tres comenzaban a caminar hacia el lugar—. Deberías decirle a tu novio que...

—Mi prometido —interrumpió Mito, y miró a Killua con una sonrisa cómplice, sabiendo que el moreno no lo notaría.

—Si exacto, tu prometido, que debería...

—Gon —lo llamó Killua divertido.

—¿Hm...?

—¿Te das cuenta de lo que acabas de decir?

—¿Qué? —preguntó genuinamente confundido.

Mito no pudo evitar soltar una carcajada, y sin aguantar, levantó la mano para mostrar su anillo de compromiso.

Gon contuvo un jadeo y a continuación la abrazó con fuerza.

—¡Estoy muy feliz por ti, tía Mito! —rio levantándola ligeramente del piso.

Al fin lograron reunirse con todos y en medio de abrazos y felicitaciones por la graduación, Kite propuso invitarlos a almorzar para celebrar.

Saliendo de la escuela por última vez, Killua se detuvo quedándose atrás por un momento, y dando media vuelta miró largamente el antiguo edificio, sintiendo gratitud. Gracias a que había peleado por asistir a esa escuela pudo conocer a Gon y cambiar su vida: Aunque había sido difícil, ahora tenía un lugar en el mundo, una familia, e incluso amigos. Tenía todo lo que siempre había anhelado, y a pesar de que faltaban cosas por resolver, estaba increíblemente feliz y esperanzado.

—¡Killua! —lo llamo Gon al darse cuenta que no caminaba a su lado.

Él volteó a verlo, y sonriendo ampliamente corrió a su lado con la luz rojiza de la tarde reflejada en su cabello, recorriendo por última vez ese camino.

La Luz de tus Ojos - Gonkillu AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora