Capítulo II

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—Estoy en casa —anunció Killua apenas cruzó la puerta de entrada.

De inmediato un hombre delgado y de cabello negro y largo se acercó a recibirlo.

—¿Por qué tardaste tanto? ¿Sucedió algo?

—Claro que no. Subiré a mi habitación...

—Hey, Killu. Deberías confiar más en tu hermano mayor. Te volvieron a golpear, ¿cierto?

—No. Estoy bien.

—Vamos... —le dijo acercándose a él mientras lo miraba a los ojos y ponía la mano sobre su mejilla— no es bueno que me mientas.

Killua agachó la mirada de inmediato, mientras quedaba paralizado por el miedo.

—Solo fue un accidente... —masculló.

—¿Un accidente? ¿Estás seguro?

—S-sí... me tropecé con alguien y...

—¿Por qué te empeñas en mentir?

Un silencio pesado e incómodo cayó alrededor de ambos.

—¿Cuántas veces te lo he dicho, Killu? —preguntó mientras le agarraba el rostro con fuerza— Quizá debería ser más severo contigo. ¿Qué crees?

—Lo siento... —se apresuró a decir mientras levantaba levemente la vista— Solo fue una pequeña pelea... Pe-pero lo resolví y...

—Killu. ¿Cuántas veces tengo que repetirlo? Sólo golpéalos con lo que sea. Sé bien que no tienes amigos, y tampoco debería importarte tenerlos. Así que si abren la boca para decir algo malo sobre ti, golpéalos. Es así de simple. ¿O me estás diciendo que no eres capaz de arreglar las cosas por ti mismo en tu nueva escuela?

—¡No! Lo resolví, de verdad Illumi...¡lo hice!

El hombre le dirigió una mirada vacía y penetrante.

—Killu. Serás el próximo líder de esta familia. Debes aprender a encargarte de esos asuntos. No necesitas a nadie más que a mí así que deja de...

—¡Illumi! —lo interrumpió una voz proveniente de la escalera.

—Ah, abuelo. Solo estaba tratando de explicarle...¿Dónde vas?

Killua aprovechó que su hermano estaba distraído y se zafó de él, corriendo rápidamente escaleras arriba hacia su habitación. Cuando pasó al lado del anciano, le susurró un «gracias» que Illumi no pudo escuchar.

Apenas llegó a su cuarto cerró la puerta con llave, y se tendió sobre la cama, exhausto. No quería imaginar qué sucedería en el piso de abajo, pero estaba realmente agradecido de que su abuelo lo ayudara cada vez que podía. De no ser por esto, las cosas hubieran sido peores para él y para Alluka.

Cada día que pasaba y mientras las cosas iban empeorando gradualmente, agradecía que su hermana ya no estuviera en esa casa. Aunque bueno, ni siquiera había sido su elección; hace dos años luego de que la encontraran vestida como mujer en su habitación, su padre y su madre habían decidido desheredarla de todos sus bienes, y sin siquiera pararse a pensarlo, la habían echado de la casa. Alluka aún era muy joven, y Killua había hecho todo lo posible por que la perdonaran, pero ella ya había tomado una decisión: Dejó la casa y se fue a vivir a la ciudad con la frente en alto. Y Killua la admiraba por eso.
Él nunca hubiera sido capaz de desobedecer de esa forma los deseos de su familia más que para pequeños caprichos, o al menos no hace dos años. Ahora se daba cuenta de que no sabía qué hacer con su vida, ni qué cosas le gustaban pues siempre había estado encerrado y vigilado por su hermano y sus padres, pero de lo que sí estaba seguro es que definitivamente no quería encargarse del "negocio" familiar. Necesitaba desesperadamente hacer algo por su cuenta, así que la primera pelea que dio fue para entrar en la preparatoria pública de la ciudad. Y eso le había costado caro.

El chico suspiró mientras se frotaba el rostro con las manos. Estaba cansado de no saber quién era ni qué quería hacer con su vida. Necesitaba encontrar un camino, una luz al final del túnel que lo guiara, y ya casi no le quedaba tiempo.

Mientras miraba el techo, recordó lo que había ocurrido durante el día.

—Maldita sea... —murmuró enojado.

Ahora tenía otro problema que agregar a la lista, pues no creía que Erick lo fuera a dejar en paz tan fácilmente. No tenía la fuerza suficiente para defenderse de él pero...
Una pequeña luz se encendió en su cabeza, y el chico moreno que lo había ayudado apareció allí, sonriendo. Era tan raro. Le había gritado su nombre a todo pulmón antes de salir corriendo.

—Probablemente solo es un idiota... —sonrió divertido al recordarlo— pero un idiota en el buen sentido.

La Luz de tus Ojos - Gonkillu AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora