Capítulo XXXIX

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Killua se sentó al lado de Ikalgo mientras Erick pasaba hasta el fondo del salón, sin decir palabra.
El pelirrojo lo miró en silencio también, con los ojos bien abiertos.

—¿Gon estuvo aquí? —le preguntó Killua con un dejo de preocupación.

—Oh...oh, sí —respondió Ikalgo volviendo a mirarlo, mientras lo examinaba sin querer—. Fue algo insistente y creo que fue a buscarte. Me alegra que no te encontrara porque... estás bien, ¿cierto? ¿Erick no te hizo nada?

—No, todo está bien —sonrió—. Solo estuvimos hablando. Somos amigos.
El chico pareció dudar.

—No te está obligando a ser su amigo o algo, ¿Verdad?

—¡Claro que no! —rio— pero gracias por preocuparte. Por cierto... uh, cuando Gon y Erick tuvieron la pelea, ¿tú viste cómo empezó todo?

Ikalgo abrió la boca, sorprendido, pero no logró articular ningún sonido.

—No te meterás en problemas ni nada. Solo necesito confirmar una cosa. ¿Qué fue lo que dijo Erick que enfureció a Gon?

La clase antes del almuerzo era la más terrible para Killua, pues siempre estaba hambriento y anhelando que sonara la campana para comer con Gon, pero ésta vez no tenía apetito. Sentía el estómago hecho nudos y no podía concentrarse en nada. Solo quería que las horas pasarán rápidamente y resolver de una buena vez el gran problema en que se habían metido todos gracias a él.
No quería pensarlo demasiado, pero cada vez que buscaba algún culpable llegaba la conclusión de que de no estar ahí, las cosas no se hubieran complicado de esa manera. Se sentía culpable, por lo que quería dar su mejor esfuerzo para solucionarlo.

Apenas sonó la campana y el profesor terminó la clase, saltó de su asiento y se acercó a Erick.

—Ve en 10 minutos a la azotea —le dijo lo más rápido que pudo mientras el rubio lo miraba confundido sin tener tiempo de preguntar nada, pues el chico ya se había alejado corriendo.
Killua salió del salón de clases para dirigirse al de Gon, pero antes de que diera dos pasos fuera, se encontró de frente con él.

—Ah, Kill...

—Ven conmigo.

El chico le tomó la mano y lo arrastró corriendo hasta el final del pasillo para luego subir las escaleras hasta la azotea.

Apenas llegaron Killua se agachó un momento para recuperar el aliento y poder hablar. Conociendo a Gon como lo hacía, sabía que lo más importante en esta situación era no darle mucho tiempo para que se enojara o sobre pensara lo que había ocurrido, así que debía actuar rápido.

El moreno estaba visiblemente confundido, y sólo miró a Killua sin saber qué decir o hacer.

—Hey, debemos hablar de algo —logró decir al fin con la respiración entrecortada—. No quiero que esto se vuelva un problema entre nosotros más adelante, así que quiero resolverlo ahora.

—Ah, sí —Gon lo escuchaba atentamente mientras la preocupación comenzó a aparecer en su rostro. Sabía que Killua hablaba muy en serio en ese momento.

—No quiero que sientas que te estoy reprochando algo —sonrió levemente mientras se acercaba a él, notando cómo se sentía—, pero creo que es lo mejor.

Gon abrió los ojos al escuchar esas palabras, y poco a poco comenzó a ponerse más inquieto.

—Recuerdas ese día, bueno... ¿el día en que tuviste la pelea con Lía por mi culpa?

—Sí, pero en realidad no fue tu...

—No, no es... Solo escúchame, ¿si? —Sabía que si se dejaba arrastrar por el ritmo de Gon acabaría arrepintiéndose de lo que iba a hacer—. Ese día, cuando salí de aquí solo quería irme a casa. Y bueno, Erick me ayudó. Lo encontré en el pasillo y...

La Luz de tus Ojos - Gonkillu AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora