Capítulo 19: Un inesperado revés

705 78 34
                                    

CAPÍTULO 19: UN INESPERADO REVÉS

Todos vivimos bajo el mismo cielo, pero ninguno tiene el mismo horizonte. 

Konrad Adenauer

—Al habla agente 5-9-8-7. Necesitamos urgentemente refuerzos —pudo decir Óscar acercándose su localizador de muñeca mientras corría—. Agente 8-6-4-1 herido. Dos hombres armados intentan escapar con el testigo.

Había abandonado a Víctor en las escaleras de emergencia del edificio con una herida de bala en el abdomen que le impedía moverse.

Todo había sucedido demasiado rápido. Víctor y él habían evitado coger el ascensor para alcanzar la tercera planta, pero cuando llegaron a la puerta del 3ºC, les pareció escuchar pasos que se alejaban de allí a toda prisa por aquel pasillo infinito y de escasa iluminación del bloque. Ni él ni su compañero dudaron un segundo en ir tras ellos corriendo.

Llegaron a unas escaleras metálicas que daban a la parte trasera del edificio y pudieron ver entre los peldaños a tres hombres bajando por ella.

—¡Alto! ¡Brigada 1! —les gritó el pelirrojo.

Fue entonces cuando comenzó el tiroteo. La mayoría de las balas impactaron en la estructura de acero de las escaleras, que junto con los propios disparos, crearon en un momento un ruido ensordecedor. Ambos agentes precisamente también se ayudaron de las barandillas para protegerse frente a ellas, aunque fuera solo parcialmente. De hecho, aquellas barras de metal no consiguieron parar el frenesí de balas que los prófugos empezaron a disparar y una de ellas consiguió atravesar incluso su uniforme antibalas e impactar en su compañero. Óscar se giró de inmediato hacia él, pero Víctor le detuvo haciéndole señas para que siguiera persiguiendo a sus sospechosos, aunque le fue imposible disimular su gesto de dolor. No era la primera vez que veía cómo herían a compañeros suyos, pero sin duda aquel disparo le había dado en un sitio problemático. Si no conseguían atenderle rápido podía acabar desangrándose.

Óscar siguió bajando las escaleras con agilidad y velocidad para poder recuperar ese tiempo que había perdido preocupándose por su compañero. Ya había dado el aviso a la Central de que mandaran a más agentes cuanto antes, pero no tenía demasiadas esperanzas de que fueran a llegar pronto. La mayoría de dispositivos se habían dirigido a las principales calles de la ciudad y a los sitios de más tránsito para encontrar la bomba y desactivarla antes de que fuera demasiado tarde y sucediese lo mismo que en otras capitales europeas.

Su más que trabajada forma física le permitió acortar distancias y al mismo tiempo ir esquivando los disparos sin lamentar ninguna lesión. Uno de los dos hombres a los que perseguía era el que había comenzado a atacarles y el que continuamente se seguía girando para proseguir con el tiroteo, aunque su puntería dejase mucho que desear. El otro que lo acompañaba cargaba con el que parecía ser el testigo que él buscaba. Tenía también una pistola en la mano, pero se notaba que prefería no malgastar las balas.

—¡Deteneos o disparo! —les amenazó sabiendo que no le temblaría el pulso lo más mínimo en cumplir aquellas palabras. Era más una señal de aviso. Siempre le gustaba jugar limpio y no atacar de imprevisto.

Una vez dicho esto, no dudó un segundo más en apuntar a su blanco y disparar. 

Aquella mosca molesta, que no había hecho más que incordiarle con sus balas sin fundamento, cayó al suelo todo lo largo que era. 

—¡Alto! —volvió a vociferar a los dos que quedaban en pie, aunque en realidad su orden iba destinada a la persona que arrastraba con su testigo.

Para su sorpresa, ambos se detuvieron. Óscar prefirió ser prudente y acortó poco a poco la distancia que los separaba sin dejar en ningún momento de bajar su arma. Pasó por el lado del otro hombre al que había derribado y vio que había comenzado a formarse un charco de sangre bajo él.

No quieras volverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora