Capítulo 16: Empezando la cuenta atrás

721 76 25
                                    

CAPÍTULO 16: EMPEZANDO LA CUENTA ATRÁS

Sólo podemos tener confianza en el futuro si tenemos confianza en nosotros mismos. 

John F. Kennedy

Vera apartó las manos de la mesa algo incómoda al ver que aquel muchacho se había quedado absorto mirando su pulsera.

Su mandíbula estaba tensionada y su rostro había perdido algo de ese bronceado natural que parecía caracterizarle. Era como si le hubieran dado una horrible noticia y no le quedara otra opción que mantener la compostura de un tipo duro.

"¿Pero qué narices mira este tanto?" se preguntaba la chica extrañada.

El joven salió de su ensimismamiento al perder su contacto visual con la pulsera. Alzó la vista y se topó con los ojos de Vera que también lo miraban con seriedad.

Él se dio cuenta de que no había actuado bien y que tenía que olvidar lo más pronto posible lo que había visto para no despertar ninguna sospecha en la muchacha.

Bajó la mirada hacia sus propias manos, que las tenía cruzadas sobre la mesa y esbozó una sonrisa:

—Me alegra que hayas aceptado la invitación —le confesó—. Nunca había tenido compañía en esa planta así que conseguiste sacarme de esa monotonía.

Sus palabras parecían haber ejercido el efecto esperado en la chica arrancándole una sonrisa y borrando cualquier resto de extrañeza en sus ojos.

—Yo también me alegro de que no pensaras que era una loca o algo así —se sinceró ella.

—Loca, ¿por? —le preguntó con una mueca divertida.

—No hace falta que disimules, Gabriel —se le escapó una pequeña risa. Poco a poco notaba que el hielo se iba rompiendo entre ellos—. No es lo más normal que te encuentres con una chica gritando a chillido limpio por haberse encontrado a un murciélago, ¿o sí?

—No, la verdad es que no. Pero bueno, tampoco vamos a hacer de eso una montaña de arena. Le puede pasar a cualquiera, aunque quizás con otro tipo de cosas y no con murciélagos en una ciudad del año 2063.

—Sí, no tengo ni idea de cómo pudo llegar ese bicho hasta allí. Supongo que para resguardarse un poco del frío.

—Ni idea y creo que nunca lo podremos saber —se aventuró a decir el muchacho—. Pero, por cierto, aún no sé cómo te llamas.

—¡Oh! Llevas toda la razón…soy una despistada —se disculpó ella sonrojándose—. Me llamo Vera.

—Bonito nombre—le respondió.

La sonrisa de Vera se ensanchó y sintió arder sus mejillas.

—Gracias. ¿Y a ti cómo te gustan que te llamen? ¿Gabriel o Frontera?

—Gabriel está bien —le contestó él.

—Quizás sea una indiscreta, pero ¿por qué te apodan Frontera? Es un nombre algo curioso.

En ese momento el camarero llegó a su mesa para dejar sus cafés y la tostada de ella.

—Buen provecho —les dijo amablemente antes de marcharse.

—Gracias —le respondió la chica devorando con la vista la tostada. La noche anterior al final solo se había tomado un yogur tras terminar su conversación con Leo. Estaba demasiado cansada como para preparase algo de cena y optó por la opción fácil y rápida.

—Tienes hambrecilla por lo que veo —bromeó  el muchacho cuando quedaron de nuevo los dos solos.

—Entre la mudanza y el trabajo no tengo casi tiempo para comer tranquilamente, así que sí, mi respuesta es un sí —Vera fue incapaz resistirse más y le dio el primer mordisco a su desayuno.

No quieras volverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora