Capítulo 51: Andando sobre arenas movedizas

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CAPÍTULO 51: ANDANDO SOBRE ARENAS MOVEDIZAS

No sólo has jugado con fuego, has empapado las cerillas de gasolina.

Han (A todo gas: Tokyo Race)


—Sabía que estabas tramando algo pero de verdad que no me esperaba que fueras tan temeraria. Parece que Óscar también te lo acabó contagiando —le respondió Emma después de escuchar a Irene sin pronunciar ni una sola palabra.

—¿Temeraria? Venga, Emma, ponte en mi lugar... Te enteras de que alguien de tu entorno, al que tienes mucha estima, no es quien dice ser y que puede estar relacionado con la muerte de Óscar... ¿Qué haces? ¿Asientes con la cabeza y te comportas como si nada? No es ser temerario, es simplemente tener sangre por las venas, Emma —le replicó Irene. "Y eso que no te he contado que quien me ha dado esta información decía ser una guardiana de almas que lo único que quería era hacerse con mi localizador..." pensó para sí. Hasta para confesar sus verdaderas intenciones tenía que jugar bien sus cartas.

—Pero si lo que me dices es cierto y hay gato encerrado en el Centro Nacional de Desintoxicaciones y Dependencias... ¿Te das cuenta de dónde te estás metiendo, Irene? Es conocida por todos la fama del CNDD y el montón de empresas que se lavan la cara con las donaciones que le dan a esa institución —le recordó la agente mirándola con seriedad.

—Sé muy bien dónde me meto pero lo que no se puede negar es que, si lo que me contó ese interno es cierto, el CNDD está escondiendo algo muy turbio.

-—Tú misma lo has dicho... —intervino Emma—. Si lo que te han contado es cierto. Mucha de la gente que suele ingresar en esos sitios puede no tener muy cuidado el sentido que discrimina la realidad de la ficción... Al fin y al cabo las drogas...

—No pienso discutir ahora contigo sobre el poder de las drogas en la mente humana, Emma —le interrumpió Irene con cierta brusquedad. Sabía que el tiempo era un bien limitado y lo que menos quería hacer era desperdiciarlo en conversaciones como aquella. Ya que se había visto obligada a contarle a una agente de la Unidad de Antiterrorismo sus averiguaciones, debía sacar algún provecho de la situación—. Necesito averiguar quién es este hombre y pensé que me serviría vuestra base de datos, pero veo que me equivoqué.

—Este programa en concreto solo acepta fotografías de personas reales y no simples retratos a mano alzada. Solo el área de Identificación de Sospechosos de la Unidad podría aceptar una entrada como esa —le contestó la agente mirando de nuevo el trozo de papel que Irene le había enseñado.

—Pues necesito que me lleves allí entonces, Emma.

—¿Pero tú me has escuchado todo lo que te he estado diciendo? —Los ojos azules de la joven cambiaron el centro de atención hacia la propia Irene.

—¿Y tú? ¿Has escuchado lo que te he contado sobre los internos del CNDD y cómo los utilizan para convertirlos en verdaderos zombies que después esta persona de aquí se encarga de contratar? —La impaciencia se quiso intuir en el tono de voz de Irene. Por un momento había pensado que tendría a Emma como apoyo y no como oposición.

—Hay tantas cosas en este mundo que no comprendemos, Irene, que esta ya ni me extraña, la verdad. ¿Qué quieres que te diga?

—Muy sencillo. Solo quiero que me digas cómo puedo entrar en el área de Identificación de Sospechosos para que pueda utilizar este dibujo y averiguar así la identidad de este hombre —le contestó ella sin andarse con rodeos.

—No me fío ni un pelo ya de ti, Irene —le confesó Emma—. Y si te voy a ayudar en esto es solo porque eres tú y lo que te unía con Óscar, que quede claro, no porque esto tenga ningún sentido. Pero que sepas que esto solo nos puede traer problemas tanto a ti como a mí.

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