Capítulo 47: Sentimientos encontrados

285 37 14
                                    

CAPÍTULO 47: SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

Salvador Allende


—Pues más vale que hayas descubierto algo que pueda quitarme este cabreo que tengo ahora mismo encima —le soltó Shen sintiendo cómo la impotencia aún le palpitaba con fuerza por sus venas. Había perdido a la única persona que había logrado infiltrarse en aquella organización y, por desgracia, sus presentimientos le advertían de que ya no volvería a verle de nuevo . Siendo muy optimistas lo mejor que le podría pasar sería acabar encerrado para la posteridad. No le dejarían poner un pie en la calle con el historial de traiciones que llevaba a sus espaldas. Aunque desgraciadamente la opción que más peso tenía en la mente de Shen no era esa sino la propia muerte, y si eso sucedía, Javier Santillán se podía despedir oficialmente de su alma y de todo cuanto había tenido. "Te ha salido bien caro ayudarnos, Santillán" se dijo Shen para sí ignorando de nuevo la presencia de Óscar a su lado.

—Las almas podemos salvar vidas, Shen —Las palabras del pelirrojo la devolvieron de inmediato a aquella explanada llena de polvo, humo, sangre y desesperación.

La joven se giró de inmediato hacia su etéreo acompañante dejándole ver la sorpresa que esa frase le había causado.

—¿Cómo dices? —Sin duda el antiguo agente había sabido ofrecerle un buen descubrimiento, o al menos esas primeras palabras así parecían confirmarlo.

—Lo que acabas de escuchar. Quizás te resulte descabellado e incluso no me creas, pero he podido comprobar por mí mismo que puedo devolver a la vida almas que estaban a punto de abandonar sus cuerpos —le confesó Óscar clavando su mirada azul en ella.

Shen permaneció en silencio durante unos segundos, intentando procesar lo que el joven le estaba contando.

—Pues es la primera noticia que tengo yo de algo así... —fue lo único que consiguió decir.

—Era asombroso. Parecía como si estuviese viendo a cámara lenta cómo las almas abandonaban los cuerpos malheridos pero solo me bastaba darles un pequeño empujón para devolverles de nuevo a la vida. ¿Ves a ese grupo de gente de allí?

De forma instintiva la muchacha giró la cabeza hacia el lugar que le apuntaba el pelirrojo y pudo ver a varias personas levantándose del suelo, con la ropa ensangrentada y con el pánico reflejado en sus rostros.

—¿Pero por qué nunca les habéis dejado a las almas salir de los cementerios? —Volvió a preguntarle Óscar con un cierto tono de recriminación—. Si por vosotros hubiera sido, me hubierais encadenado a mi tumba para que no volviera a poner un pie fuera del cementerio.

—Son órdenes de nuestros superiores, Óscar y créeme que no se tomaron precisamente a la ligera. Si por algo se os prohíbe abandonar vuestros nichos es para facilitaros vuestra desconexión con el mundo físico. Estas no son circunstancias que se den todos los días, Óscar, así que no te des de listillo porque te recuerdo que llevas en esto unas horas y yo unos cuantos años más. Solo por eso mi experiencia gana más que tu inesperado descubrimiento —le soltó Shen con brusquedad—. Puede que en tu anterior vida hayas sido un agente de muchas insignias pero en esto apenas has visto la punta del iceberg.

—Perdone usted —se disculpó con falsedad el joven dándole la espalda—. Uno solo quiere ayudar y parece que eso también ahora es un delito de alto grado.

—Solo tienes que fijarte en cómo ha acabado Santillán, por querer también meterse en unos asuntos que no eran de su incumbencia —le recordó la muchacha—. Como ves no me tengo que remontar a épocas muy pasadas para buscarte un buen ejemplo. Ahora ya eres tú el que decide. Ayudas o te ayudas. Aunque eso sí, esta vez te juegas la única cosa que te queda: tu alma.

No quieras volverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora