Capítulo 14: Algunas respuestas

729 77 49
                                    

CAPÍTULO 14: ALGUNAS RESPUESTAS

Ningún hombre elige el mal por ser el mal.

Solo lo confunde con la felicidad, con el bien que busca.

Mary  Wollstonecraft

  

—No puede ser… —murmuré sin despegar la vista del mapa, incapaz de creer lo que tenía ante mis ojos.

Se podía decir que el azul invadía la mayoría de rincones del planeta. Solo se salvaban algunas zonas de África y Asia, así como los dos polos de la Tierra.

Por un momento me olvidé de aquella chica que aún permanecía a mi lado y me limité a recorrer en silencio cada centímetro del mapa. De repente la pantalla se quedó negra. Me giré hacia ella y vi que había comenzado a teclear de nuevo.

—Creo que esto también te podrá interesar —me aclaró como si hubiera podido oír mi queja por quitar la imagen de aquella forma tan abrupta.

En ese momento España ocupó la totalidad de las pantallas.

Aquel país no era ninguna excepción a lo que sucedía en el resto de Europa. Sin embargo, aquella ampliación me había servido para notar que ciertas provincias presentaban un tono azul más tenue.

No es que fueran muchas, la verdad, pero Madrid sorprendentemente se encontraba dentro de ese grupo.

—Este cementerio era, hasta ayer, el único de nuestro país que no había sufrido ninguna baja, Frontera —me comunicó con aspereza.

Aquellas palabras despertaron cierto sentimiento de culpabilidad y desconcierto en mi interior. Nunca antes se me había informado de que otros vigilantes estuvieran pasando por la misma situación en la que yo me encontraba en ese momento. Quizás haberlo sabido me hubiera ayudado a prevenir lo sucedido, pero no dejaría de quedarse como eso, como un mero "quizás". Desgraciadamente el tiempo corría solo hacia delante y ya no podíamos cambiar los hechos.

—¿Y qué les ha sucedido al resto de vigilantes? —pregunté tratando de esconder mi preocupación.

—La mayoría dejaron de existir —me respondió con frialdad sin entrar en más detalles.

Me volví hacia ella y vi que su mirada estaba perdida en algún punto del pavimento. Era evidente que aquel tema la afectaba de lleno. Ella rápidamente se dio cuenta de que había descubierto su punto débil y se volvió a poner su coraza de mujer fuerte y decidida. Escribió otra combinación de letras y símbolos y restauró las imágenes de las cámaras de seguridad en cada una de las pantallas.

Se levantó de la silla e hizo ademán de marcharse.

—Ahora que ya sabes todo esto, no dudes en acabar con todo aquel que se salte las reglas —sentenció con dureza mientras me daba la espalda y se dirigía a la puerta de la cabina.

—No te puedes marchar ahora —le dije al tiempo que aceleraba mi paso para evitar que saliera de allí y volviera a dejarme con todas aquellas odiosas preguntas bombardeándome la cabeza.

Logré cogerla del antebrazo y girarla hacía mí. Nuestras miradas de nuevo se encontraron, esta vez a escasos centímetros uno de otro. Pude confirmar en aquel momento mi teoría. Sus ojos, que habían vuelto a recuperar la picardía del inicio, eran claros, concretamente de un color gris ceniza.

No pude evitar tensarme cuando vi su rostro de porcelana acercarse al mío. Aquello fue tan imprevisible que ni siquiera fui capaz de apartarme. “¿Pero quién diantres se cree esta? Gabriel, para esto ¡ya!” ordenaba una voz en mi cabeza. Ni siquiera estas palabras hicieron efecto alguno en mis pies, que seguían pegados a esa zona del suelo.

No quieras volverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora