Capítulo 45: Un nombre: Noa (Maratón 3/4)

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CAPÍTULO 45: UN NOMBRE: NOA

Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros.

Jean Paul Sartre


—Por un momento pensé que te habías marchado y que era yo la que de nuevo controlaba mi vida —habló Vera en voz alta agachándose al lado de Gabriel, que había caído inconsciente en el suelo. La decepción y la impotencia parecían haberse hecho con el control de sus cuerdas vocales.

"Quizás todavía sigo aquí pero si algo te puedo asegurar es que no he tenido nada que ver con las decisiones que has tomado durante estos últimos años" le respondió una voz en su cabeza. "No he tenido nada que ver porque precisamente me anulé como alma, Vera. Si algo quería evitar a toda costa era que mi presencia en tu interior cambiara por completo la vida que solo a ti te corresponde vivir".

—Eso deberías haberlo pensado antes de entrar en mí y antes de utilizarme para acercarte a Leo —le recriminó con acidez la muchacha—. Durante todo este tiempo he estado viviendo una mentira, Noa, una mentira de la que yo también formaba parte y en la que yo misma he decidido caer.

"Lo que te une a Leo no es una mentira. Los dos sentís lo mismo pese a las circunstancias en la que cada uno os encontráis" le dijo Noa.

—Te equivocas, Noa. Eso es lo que me he obligado a pensar durante todo este tiempo pero por más que me duela sé que cuando llegue el momento de sincerarnos el uno al otro todo cambiará —le respondió Vera tomándole el pulso a Gabriel para asegurarse que nada más grave de un desvanecimiento era lo que le había hecho caer al suelo—. ¿Por qué tuve que ser yo a la que escogiste? ¿Por qué tengo que soportar que cada cosa que pase en mi vida tú tengas algo que ver? Primero Leo y ahora mi propio vecino. ¿Acaso tú también escogiste ese apartamento por mí? ¿Por qué te ha reconocido Gabriel si no?

"Vera, escúchame bien. Te repito que no me he vuelto a entrometer en tu vida y que eso casi me está costando mi propia alma. No es nada fácil compartir un cuerpo y mucho menos impedir que no sea yo la que dirija algún movimiento de tu vida, pero lo hice, Vera. Quizás si hubiera pasado unos días más en esta situación me hubieras anulado por completo y no hubiera sido capaz de volver a tener voz dentro de ti pero cuando has tocado el acero de esa pistola has conseguido reavivarme de nuevo. Créeme que soy yo la primera sorprendida por haberme reencontrado con Frontera".

—¿Pero de qué le conoces y por qué ha matado a ese hombre y ha intentado hacer lo mismo con Leo? —Se interesó ella dirigiendo la vista hacia el cadáver que había en mitad del salón.

"El que dices que es tu vecino es un guardián de almas que se encarga de velar por el bienestar de aquellas personas que, tras morir, sus almas han quedado atrapadas en una especie de limbo inmaterial que les impide alcanzar el descanso eterno" le contestó Noa.

—Estupendo. Debo de ser un imán perfecto para atraer a todos los especímenes extraños de este planeta —soltó Vera incapaz de creer que hasta su propio vecino pudiera estar relacionado con todo aquel asunto de almas, muertes y regresos a la vida.

Noa emitió una sutil risa dentro de su cabeza. "Permíteme que piense que nada aquí es fruto de la casualidad" le dijo volviendo a recuperar el tono serio de aquella voz cargada de profundidad. "Puede que no sea yo la única que haya decidido utilizarte y que otra persona haya sido la responsable de que contactaras con Frontera".

—Genial, eso me deja mucho más tranquila —murmuró la muchacha sin saber si tomarse a broma lo surrealista de la situación o empezar a preocuparse más seriamente.

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