CAPÍTULO 15: PALABRAS ENTRE DOS EXTRAÑOS
La verdad es como el sol, puedes ocultarla por un tiempo, pero no va a desaparecer.
Elvis Presley
Cuando sonó el despertador Vera acaba de ser vencida por el sueño. No había conseguido dormir desde que tuvo aquella pesadilla por más que trató de pensar en otras cosas más agradables. Pero fue inútil. Estaba cansada y ni eso parecía ayudarle. Había mirado a su dispositivo a todas las horas de la madrugada y solo a partir de las siete el peso de los párpados fue mayor que el del recuerdo de ese mal sueño.
En ese momento, cuando ya eran las ocho y debía empezar a arreglarse, hubiera dado lo que fuera por retroceder unas cuantas horas en el tiempo y así poder descansar algo más. Dio un par de vueltas más en la cama y finalmente consiguió vencer esas ganas de quedarse la mañana entera durmiendo.Se incorporó y miró hacia los ventanales, aún sucios y sin cortinas. Se puso una rebeca que le servía en aquel momento de bata y se acercó más hacia ellos. La ciudad había amanecido sin ninguna nube en el cielo, pero un frío polar seguía colándose por aquellos ventanales que parecían más una capa trasparente de hielo que una lámina de cristal.
Se preparó un café para así entrar en calor antes de arreglarse aquellos pelos de loca con los que se había despertado. Después de todas las vueltas que había dado durante la noche, aquello era más que comprensible. Al sentarse en el comedor con su taza de café hirviendo con las dos manos para intentar entrar en calor, vio de nuevo la nota de su vecino sobre la mesa. No tenía la menor idea de qué iban a hablar, se habían visto solo una vez y tampoco sabía si era del todo adecuado charlar con alguien al que acababas de conocer y que lo único de lo que tenía certeza era que vivía en el piso de enfrente.
"Venga Vera, no te pongas siempre en lo peor. Se veía un chico normal y corriente, que incluso vino a ayudarte cuando estabas con tu ataque de histeria por el murciélago", pensaba la muchacha. "Más de uno hubiera creído que eras tú la loca de atar y mírale, te ha invitado incluso a un café".
Se terminó el café, lavó la taza y comenzó a vestirse. No le gustaba maquillarse, pero sabía que si no se retocaba un poco las ojeras y se daba algo de color en las mejillas, su aspecto sería el de un auténtico zombie. También consiguió adecentar un poco su pelo con un par de horquillas y un poco de peine. No quería arreglarse en exceso, solo irían a una cafetería, no a uno de esos locales donde Leo la solía invitar a cenar en los que tenías que ir bien vestida para que no te miraran mal.
Eran las 8:55am cuando terminó de todo. Dudó sobre si salir o no al rellano, tampoco quería parecer una acosadora ni nada por el estilo. Pero le resultaba patético estar dando vueltas por el piso hasta que fueran las 9 en punto para tocarle a la puerta.
Sin embargo, se decantó por esta última opción. Los minutos transcurrían lentos y sentía un nudo en el estómago que ni ella se explicaba. ¿Por qué estaba tan inquieta? Ni siquiera recordaba haber estado tan nerviosa cuando tuvo la primera cita con Leo y aquello no era ni mucho menos una cita, solo una pequeña charla entre dos personas que se acaban de conocer.
Eran ya las 9:03 y no había movimiento alguno en el rellano.
"A lo mejor está esperando a que le llame a la puerta, al fin y al cabo no sabe si voy a aceptar o no su invitación ¿y para qué saldría de su casa si decido no ir?", se dijo para ella.Con ese pensamiento en mente se sintió más segura para abrir la puerta y tocarle al timbre. Trató de mostrarse casual y relajada, como cualquiera se tendría que sentir en aquella situación sin la mayor transcendencia, pero pasaron varios segundos y no obtuvo respuesta.
"Vale, pues no está" concluyó la muchacha. Se iba a dirigir ya a su casa cuando escuchó a alguien subiendo por las escaleras. Le pareció escuchar la voz de su vecino, pero parecía que no estaba solo.
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No quieras volver
ParanormalMadrid, año 2063. Muerte y vida se intercambian desafiando las leyes de la naturaleza. Un pacto amenaza con romper el equilibrio de los días. No existe el control, tampoco el libre albedrío. ¿Qué se esconde detrás de esas personas con las que compa...