Capítulo 55: ¿Hogar dulce hogar?

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CAPÍTULO 55: ¿HOGAR DULCE HOGAR?

Nadie más que uno puede liberar su mente de la esclavitud.

Bob Marley


—Bueno, pues aquí estamos de nuevo —la voz melodiosa y tranquila de Lázaro se impuso sobre el ruido del equipamiento médico que mantenía con vida a la persona que residía en aquella habitación—, cinco años después... No te ves tan cambiado después de todo. Parece que mi petición para que te siguieran cuidando fue tomada bastante en serio.

"Siempre sabías que este momento llegaría" dedujo Leo esforzándose para que aquel pensamiento resonara claro y nítido en la mente del cuerpo que compartían.

Su verdadero ser se encontraba frente a él, postrado en una cama articulada, surcado por infinidad de cables que lo sujetaban a una vida completamente artificial. Por muchos cuidados que le hubiesen hecho, no había ganado nada de peso desde la última vez que había estado allí. Seguía siendo un simple esqueleto cubierto de una fina capa de músculo.

—Eras mi cobaya, Lázaro, nunca supe cómo ibas a comportarte y necesitaba cubrirme las espaldas así que conservar tu cuerpo era mi mejor opción por si tenía que retractarme —le confesó mientras apoyaba el maletín que llevaba sobre la pequeña mesita que había al lado de la cama.

"Y supongo que es ahora cuando has decidido quitarme de en medio. Ya te he dejado de ser útil y por eso me has traído de vuelta a mis orígenes".

—Sé que eso es lo que puede parecer pero no estoy a disgusto con el trabajo que has hecho, Lázaro. Si te he traído aquí es para recompensarte por todo, como ya te he dicho antes.

"Y yo también te he dado las gracias y te he dicho que no necesitaba ninguna recompensa, que para mí la vida que estaba teniendo era lo mejor que me podías haber regalado" le respondió el muchacho intentando no sonar demasiado brusco aunque verdaderamente aquella situación le estaba haciendo perder los nervios.

—Lázaro... Si no te obligara a pasar por esto sí que estaría acabando contigo. Si te dejara seguir con tu vida probablemente esta noche habrías visto morir a las personas que más te importan y como muy tarde mañana por la mañana tu alma desaparecería por completo con el último latido de este cuerpo —le soltó con total naturalidad, como si se hubiera limitado a contarle la próxima previsión meteorológica.

Leo se quedó congelado. Se esperaba cualquier respuesta pero, por alguna razón, no contaba con escuchar aquello.

—¿No querías respuestas? Pues ahí tienes la verdad, Lázaro —el joven desabrochó los pestillos del maletín, extrajo un cilindro metálico de él y lo dejó sobre la mesa auxiliar—. Me mandaron al mundo físico para solucionar el bloqueo en el paso a la Cuarta Dimensión y no sólo lo he ido consiguiendo durante estos años al sacar almas del purgatorio sino que me he propuesto acabar con el problema de raíz.

"¿Cómo? ¿Exterminando a toda la raza humana?" Le soltó Leo con rabia. Cada segundo que pasaba se culpaba más por haber preferido colocarse una venda sobre los ojos y vivir esa nueva oportunidad que se había presentado en su puerta sin pensar más de dos segundos seguidos en lo que se podía estar organizando a su costa. Ni siquiera se podía excusar diciendo que no lo sabía. El propio Sr le había hablado de la rebelión mundial que se iba a producir durante aquellos días. Él mismo se había presentado en el cementerio en el que trabajaba Gabriel para reclutar a las últimas almas y para advertirles. Porque eran ellas, las almas de la Cuarta Dimensión las que creía que su jefe iba a hacer desaparecer para así acabar con el estancamiento que tanto quería evitar. No se trataba de una gran pérdida o eso era lo que se había encargado Sr de inculcarle durante esos años. "Son almas incapaces de evolucionar" habían sido las palabras que habían salido siempre de su boca. No parecía que estuviese haciendo nada malo. Había un motivo detrás de aquella empresa que justificaba perfectamente esa decisión. Sin embargo, todo aquel convencimiento se había desmoronado por completo al enterarse de que los planes de su jefe iban mucho más allá. Por alguna razón que aún se le escapaba, Sr había decidido acabar con la vida de seres de carne y hueso y aquello lo había cambiado todo, básicamente porque en ese instante eran personas cercanas a él las que iban a sufrir ese ataque. No eran simples almas anónimas que jamás había conocido. Se trataba de Vera, de su familia, de personas que habían formado parte de nuevo de su vida. Por muy egoísta que sonase, aquello marcaba la diferencia. Al fin y al cabo solo cuando el hombre ve amenazado su entorno más cercano es cuando verdaderamente reacciona al peligro que otros ya han sentido y él no había sabido escapar a esa generalización, le gustase o no.

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