Capítulo 45

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Lilith:

Allí estaba. Lauviah estaba a unos metros de mi celda. Iba acompañado de gente que jamas había visto o que simplemente no recordaba. Una chica de pelo blanco con ojos azules y marcas en su cuerpo, me llamó la atención, pues se veía muy poderosa. Pero a la emoción de ver a Lauviah nuevamente me llenó de emoción todo el cuerpo. Había esperado tanto tiempo, y sufrido tanto, que ahora, pareciera que todo esto fuera un sueño.

Aiel:

Lilith parecía estar en una conmoción emocional. Estaba muy alegre y por primera vez, la había visto ser feliz de verdad. Después de múltiples estruendos pudimos ver que Lauviah se acercaba. Lilith casi se desmalla de la emoción. Pero Lauviah no venía solo, allí también estaba Oraculum, dos chicos que nunca había visto y Layla. Lucía diferente, pero seguía siendo ella.  Ella, la razón de mis insomnios y la ladrona de mi corazón.

Lilith:

Lauviah y sus cuatro acompañantes estaban a pocos metros de nosotros. Se veían afanados y desesperados, pues les venían persiguiendo. po aguntaba un segundo más, y estire mi brazo derecho por una de las aberturas que formaban los barrotes. No me importó que al haber hecho eso, mi brazo se sentía débil y mi cuerpo también. La barrera era fuerte y no permitía aquel tipo de acciones.

-¡Laviah!- Grité con las fuerzas que aun conservaba- ¡Lauviah!-.

-¡Lilith!- Respondió en la distancia, con su peculiar sonrisa-¡Lilith!-.

Lauviah:

Finalmente llegué a su celda y tome la suave mano de Lilith que sobresalía por dentro de los barrotes. Nunca pensé que volvería a tocar esa suave piel, y ahora, lo estaba haciendo.

-Te extrañe- Estaba llorando, y yo también lo hice, pues habían muchos sentimientos encontrados que no podía retener. Quería decirle tantas cosas, pero el tipo era muy poco, así que tendría que sacarla de allí lo mas pronto posible-.

Lilith me miró profundamente con sus ojos cristalinos, y respondió:

-Yo también te extrañe mucho-.

-Te sacaré de aquí lo mas pronto posible- Le avisé, mientras me alejaba para realizar magia y así poder romper esos barrotes-.

-¡Espera Lauviah! En los barrotes no funciona la magia...-Advirtio Lilith-.

-Tampoco los toques, pues morirías ya que eres un ángel- Me detuvo Aiel. Así que Lilith estuvo  acompañada por Aiel todo este tiempo. Pensé en sus advertencias. Si no podía tocarlas, ni hacer magia, ¿Entonces, qué podía hacer?-.

-¡Lauviah!- Llamó la voz de Layla-¡Ya no hay tiempo! ¡Tenemos que irnos, AHORA!- Layla efectuó magia de movimiento-.

-¡Espera!- Supliqué por un poco mas de tiempo, pues aun no había sacado a Lilith y a Aiel de la celda-.

-Lo siento Lauviah, pero ya no hay tiempo- Dijo en tono de lástima-.

-Entonces vayanse ustedes. Yo no me iré de aquí sin ellos- Respondí decidido. No estaba dispuesto a volver a abandonar a Lilith-.

-¿Estás loco?- Preguntó incrédulo Oraculum-.

-Quizás si- Reconocí-.

-No te vamos a dejar aquí- Ordenó Layla. Unas cadenas celestes se ataron a mi cuerpo- Esos barrotes no son normales, solo pueden ser abiertos con una llave, de resto, no importa lo que intentes, no funcionará-.

La magia comenzaba a surtir efecto.

-¡No!- Proteste furiosamente- ¡No me puedes obligar!-.

-¡Layla!- Gritó Aiel por la celda al ver que solo quedaban pocos segundos-.

-¿Aiel?- Layla al ver a Aiel se destrozó. Ya no tenía esa actitud segura y despiadada, ahora era...frágil-.

Para nuestra mala suerte, ya no había nada que hacer. Tuve que resignarme.

-Lilith, te sacaré de aquí. Te lo prometo- Afirme, con lágrimas en los ojos y el corazón destrozado- Te amo- Susurré con el miedo de que fueran nuestras últimas palabras. La amaba tanto, que si ella muriera, yo también moriría-.

Lilith estaba desesperanzada. Pero aun así, a pesar de todo ese dolor y frustramiento, sonrió. Mientras yo lo único que hacía era llorar, ella sonreía.

-Yo también te amo- Pronunció esas cuatro palabras con seguridad, y con verdaderos sentimientos, pues sus ojos brillaban como el sol-.

Aun no entendía como ella podía estar feliz en una situación como esta. Luego lo comprendí.

Aiel:

Layla se veia confundida al verme allí. O al verme así. Demacrado, con cicatrices y sangre. Layla comenzó a llorar.

-Lo siento- Dijo lloriqueando-.

Solo les quedaban seis segundos más. En esos segundos tendría que decirle lo que sentía antes de que fuera demasiado tarde.

-¡Layla! Tienes que saber que yo te...- Había acabado. No fui capaz de haberle dicho algo tan simple y a la vez tan complicado- ...amo- Declaré a la ausencia de ellos-.

Ángeles de la música ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora