Capítulo 46

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Oraculum:

Estábamos de nuevo en el salón circular de los Ángeles de la Guerra, donde hace unos momentos Layla nos convoco a ir al inframundo. Estábamos exhaustos y heridos. Lauviah aun seguía atado con las cadenas que Layla había traído para traerlo de vuelta acá.

-¿Por qué me trajiste?- Preguntó con un susurro cargado de ira-.

-Te necesito- Respondió cansinamente Layla, aun con lágrimas en los ojos y la imagen de Aiel en sus cristalinos ojos. Estaba volviendo a la "normalidad", pues el eclipse había concluido y ya no habían marcas en su pálido cuerpo-.

Las cadenas desaparecieron y Lauviah se levantó taciturno del suelo.

-Matame...-Pidió suavemente, luego, entró en cólera- ¡Matame! ¡Lo hiciste Layla! ¡Rompiste nuestra promesa!-.

¿De que promesa estaba hablando Lauviah?

-¡Mi vida no tiene sentido ahora!¡Lilith morirá gracias a tu acto "heroico"!- Gritó sarcásticamente- ¡Pudiste salvarlos! ¡Matame!- Lauviah estaba echo furia, y su poder se hacia evidente- ¡Mirame a los ojos por lo menos!-.

Layla estaba devastada y no le prestaba atención a Lauviah. Lo ignoraba. Lauviah no soportaba tal acción de Layla, así que se dirigió hacia ella y le iba a hacer obligar a que lo matara, pero Celine, el niño que había traído Layla, se interpuso.

-No pongas ni un solo dedo encima de la señorita Layla Amenazó con voz dura, a pesar de que era un niño-.

Lauviah se apartó un poco, pero siguió gritando:

-¡Fue tu culpa!- Lauviah lloraba de la cólera- ¡Matame! Al igual de todo ya lo hiciste...- Lauviah se rindió- Viste el estado en el que estaban ellos, ¿verdad? Ahora los matarán por nuestra culpa- Supuso Lauviah mas cuerdo-.

-Lo sé- Murmuro suavemente Layla. Era el primer sonido que Layla había emitido desde que habíamos llegado del inframundo- Es mi culpa y entiendo que me grites, pues tienes toda la razón. Pero no me pides que te mate- Layla estaba sollozando débilmente-.

En ese momento, entendí lo sucedido. Layla había escogido la vida de Lauviah, a la de Aiel. Había escogido a su maestro, que a la de su posible amante. Nadie lo había notado, pero yo si. Era trágico y valiente, y Lauviah no lo comprendía.

-Lo siento- Se disculpó disturbado Lauviah- No era mi intención gritarte de esa manera...Lo siento- Se excusó rápidamente al ver lo que había hecho-.

-No tienes que disculparte- Layla seguía sin dirigirnos la mirada hacia alguno en la sala. Se limitaba a mirar al suelo- Amas a Lilith, y cometí un error: Escoger entre dos amantes la cual son uno solo. Eras tú, o ella. La decisión fue complicada. ¿Acaso no escuchaste las alarmas?-.

-¿Alarmas?- Preguntó extrañado Lauviah-.

-Cuando entramos a la celda sonaron unas estruendosas alarmas. Quizá no te diste cuenta, pero esas alarmas avisaban al Rey Demonio de nuestra presencia- Explicó delicadamente-.

Celine en ningún momento se apartó de ella. Podía ser tan solo un niño, pero al verlo allí, parecía una figura protectora de Layla.

Un silencio perturbador se formó, hasta que Layla hizo presencia en mi mente:

-Oraculum- Llamó débilmente- Tengo miedo...-.

-Todos los tenemos- Respondí agotado, mientras ocultaba la gran herida que me había hecho Nastradamus. La sangre no dejaba de parar y sentía como se nublaba mi vista lentamente-.

-¿Oraculum?¿Estas bien?- Preguntó preocupada Layla. Pero ya no tenia energías de responder a tal pregunta. Mi visión era oscura y ya no sentía nada.

Celine:

La señorita Layla se dirigió rápidamente hacia el señor Oraculum. Pude ver su herida en el torso, pues su sangre emanaba por cantidades. La señorita Layla también emanaba sangre, pero no de una herida, eran lágrimas de sangre.

Nostradamus:

-¡Maldicion!- Exclamó Haruki furioso- ¡¿Como carajos es que pudieron escapar?!-.

-Habrán mas oportunidades de matarlos, te lo asegu...- Escribí con la estela para tranquilizar a Haruki, pero Haruki disolvió las palabras-.

-¡No se trata de eso, Nostradamus!- Gritó frustrado- ¡Deje que se lo llevará! ¡Te decepcione!- Haruki lloraba de la furia- Lo lamento, no tengo derecho de ser discípulo tuyo- Afirmó, tranquilizandose-.

-No digas eso. Estoy orgulloso de ti. La poseedora del libro de las lunas estaba en gran desventaja encomparación a ti. Tanto, que no tuvo otra alternativa que huir-.

-Pero fallé- Haruki era perfeccionista y no iba a dejar pasar su error tan fácilmente- Después de todo lo que entrene...No es justo-.

En ese momento entró un títere del Rey Demonio. Haruki se mostró fuerte y se dirigió hacia él. Esperabamos que nos trajeran nuevas ordenes o algo así, pero no fue así. Era algo más. Algo que no esperábamos: Un aviso. O también se podría decir que era un advertencia. El Rey Demonio nos visitaba por primera vez.

Lilith:

Todo estaba perdido. La alarma atormentaba nuestros oídos y en pocos segundos el Rey Demonio estaría aquí. Nunca le había visto, y tenia miedo. Estaba asustada, preocupada, me dieron ganas de vomitar y de desmayarme. Me dolían los cachetes de haber sonreído cuando solo quería gritar y rogarle a Lauviah que no me abandonara en este horrible lugar, pero no tuve opción, pues, quizá esa era la última que nos viéramos, y no quería que me recordara llorando y sufriendo. Quería que me recordara feliz, como cuando nos conocimos, como cuando nos enamoramos... Vi su cara de confusión y dolor, me dolió verlo así por no culpa, pero no podía negar que estaba contenta de haberme despedido de él.

Había llegado. El Rey Demonio estaba aquí.


Ángeles de la música ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora