Capítulo 4

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Alice:

Cuando desperté, vi al chico de anaranjado cabello y verdes ojos. Él me observaba con sus bellos ojos y un impulso corrió por mi cuerpo. Sus ojos tenían la culpa de mis extrañas intenciones. Lo que sucedió después fue confuso. Al cerrar lo parpados nuevamente, sentí sus labios en los míos. Me sentí mal, pues la imagen de Jake apareció en mi mente. Cuando nuestro fugaz beso concluyó, Lysander se disculpó. Al parecer él tampoco quería que sucediera eso. Pero luego, me dedico una de sus sonrisas más sinceras.

—Será nuestro secreto—Susurró mientras se llevaba el dedo índice a sus labios—.

—Lo será—Asentí sonriendo—.

Luego recordé con claridad lo que había sucedido antes de perder la consciencia. No podía ser verdad. ¿Realmente me había secuestrado? ¿Aquel chico me había cloroformado para después venderme en la deep web? ¿O si se trataba de un proxeneta? No tenía claro si solo las mujeres podían ser proxenetas, pero de todo modo, ¿qué carajos estaba sucediendo? Todo debía ser culpa de las drogas. Bajé la cabeza y comencé a idear un plan: No pudimos ir tan lejos mientras estaba inconsciente, así que la casa de Anthony no estaría lejos y muy probablemente Anthony habría salido en busca de mí. Por ende, concluí que lo mejor que podía hacer era gritar y correr lo que más rápido que pudiese.

Pero antes de que consiguiera llevar a cabo mi plan, la mano del chico que no dejaba de ser lindo, me tomo por el hombro.

—Lo que sea que estés pensando, detente—Advirtió con voz seria—.

Sin poder resistir más, estallé en llanto.

—No me vendas...haré lo que sea...pero por favor no me hagas nada— Supliqué entrecortadamente—.

El chico bonito me miró entre confundido y preocupado. Intentó calmar mi llanto, pero sus esfuerzos fueron en vano, pues estaba dispuesta a llorar lo que fuese para que me dejara ir o para que alguien me escuchara y viniese en mi ayuda.

—No te haré ningún daño—Aseguró con las mejillas sonrojadas—Soy un ángel de verdad.

—Eso no es cierto, aún debo estar drogada—Mi rostro se hinchó y mis ojos se achicaron. Tal vez si lucía desagradable, el chico bonito no querría llevarme con él—.

El chico bonito, desesperado, tomó unas florecillas amarillas y me las ofreció.

—Y quieres seguir drogándome—Continué sollozando—.

—No son narcóticos, si a eso es lo que te refieres con "drogas"—Aclaró el chico bonito con voz formal, pues muy probablemente se había cansado de mis lloriqueos— Tómala.

Sin más opciones, tomé la planta amarilla y respiré su aroma. De repente, todas mis preocupaciones desaparecieron y pude ver con claridad lo que sucedía alrededor. El chico bonito parecía incapaz de cometer algún daño contra mí, y todo nuestro derredor lucía como un hermoso paisaje. Temí por un momento que fueran efecto de las drogas, pero la mirada del chico bonito me transmitió la seguridad suficiente para abandonar todo tipo de dudas.

— ¿Dónde estamos?—Pregunté mirando a mi alrededor. Nos encontrábamos en una especie de jardín con rosas de todos los colores. Era un paisaje estupendo. Fijé mi mirada en la silueta de Lysander y al ver su espalda, reconocí dos alas de ángel — ¿Enserio eres un ángel? Y si eso es cierto ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué pasó?... ¿Cómo es que era que te llamabas?

—Me llamo Lysander—Recordó, satisfecho al ver que su extraña flor había hecho efecto—Tenía miedo de que no fueras a reaccionar de tu estado de shockBueno, ahora que estás tranquila, hazme todas las preguntas que quieras—.

Ángeles de la música ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora