Capítulo 2

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Alice:

—Lo siento, fue mi culpa—Se disculpó el chico impaciente. Había quedado tan hipnotizada con sus ojos verdes que no había visto que las partituras que llevaba antes, ahora estaban esparcidas por todo el lugar. Comencé a recogerlas desesperadamente, ya eran las 6:30 pm. Anthony me iba a regañar—.

El chico de ojos bonitos también comenzó recoger las partituras, el verlo así me pareció tierno. No sabía qué hacer y parecía apenado. Solo faltaban pocas hojas cuando el chico se fijó en una.

— ¿Tocas el violín?—Pregunto, intentando ocultar su timidez. Asentí— Esta obra es un poco complicada para ustedes...—No sé a qué se refería con el 'ustedes'—Digo, es una obra muy bella, la suite in A minor de Bach. Sin duda una de las mejores obras compuestas por ustedes...—Otra vez utilizaba el 'ustedes'. Pero a pesar de eso, cuando hablaba de eso, sus palabras surgían con fluidez. Como si fuera un músico con experiencia— Solo he interpretado una vez esta obra, pero ha sido una de las composiciones más hermosas que han compuesto los humanos...— Ahora parecía que no fuera de este mundo. Utilizaba las expresiones 'humanos' y ahora hablaba dejándose llevar por la música—.

—Tú también tocas el violín, ¿cierto?— Pregunté al notar su pasión por la música, y en especial el violín—Nunca te había visto en ninguna presentación... ¿Eres de otro país?

—Algo así, podría decirse...—Respondió con voz baja—.

Por más que lo observaba no me cansaba de ver sus ojos verdes. Volví a mirar el reloj. Cada vez era más tarde, así que le di una despedida rápida y salí a correr a casa de Anthony.

Pero antes de que me diera cuanta, el chico de ojos verdes tomo mi mano, deteniéndome. Su mano era cálida y suave. Y sin darme cuenta, un leve rubor subió por mis mejillas.

—Oye... ¿Cómo te llamas?—Su actitud tranquil cambió repentinamente. Una sonrisa pícara broto de sus labios y sus mejillas se enrojecieron. Al igual que las mías. Aun así, no soltó mi mano—.

—Alice...—Respondí, a la vez que soltaba un gran suspiro—.

—Mi nombre es Lysander. Sé que esto te parecerá muy confuso. Pero tienes que venir conmigo, ahora—Pronunció el 'ahora' con seguridad, y seguidamente me abrazó—.

—Oye... suéltame...—Pronuncié con un hilo de voz mientras forcejeaba para soltarme de sus brazos. El rubor de antes ahora era rojo intenso- Tengo un compromiso...- Pero antes de que siguiera hablando, me miró a los ojos y murmuró a mi oído:

—No tengas miedo... y no te sueltes—.

Y en ese instante, surgieron dos alas de su espalda. Parecía un ángel...parecía, no, ERA un ángel. No sabía qué hacer, pensaba que ellos solo existían en libros de fantasía. Tenía miedo. Sin embargo, la sensación de volar me hizo olvidar todo. Quería quedarme así por siempre, aunque las palabras que habíamos cruzado eran pocas, sentía algo especial en él. Todo era estupendo; hasta que miré hacia abajo. Sufría de vértigo así que grité al ver como la ciudad se hacía pequeña. Todo se volvió borroso, y la desesperación circulo a través de mis venas. ¿Y si aquel chico bonito me había drogado y yo no había reaccionado a causa de los efectos de los alucinógenos? La sensación de volar era correspondiente a las consecuencias de los narcóticos. Mi cabeza dolió trémulamente y me desmayé.


Ángeles de la música ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora