Capítulo 48

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Lysander:

Recuerdos sobre mi infancia, esos eran los recuerdos que había recuperado al escuchar mi apellido. Mis recuerdos se situaban en un día soleado, y un jardín de orquídeas. Allí estaba yo, jugando con un niño pelinegro, que supuse que era Anthony. Jugábamos a las escondidas, y vivíamos una niñez esplendorosa. Pero no solo estábamos nosotros dos, también habían una niña y un niño. La niña era de pelo blanco y ojos color azul oscuro, ella era Layla, la reconocí al instante. El niño era de pelo amarillo como el sol y era muy travieso, no lo reconocí. Eramos muy felices jugando los cuatro juntos. 

–Te encontré, su Majestad– Anunció cantarinamente Anthony. No recordaba que Anthony me llamaba de esa manera cuando eramos niños. De hecho no recordaba casi nada sobre mi infancia–.

–No me digas así– Respondió furioso mi yo del pasado. Habían cosas que simplemente no cambiaban–.

–Así es– Corroboró el niño de pelo amarillo como el sol– Yo soy el único al que deben tenerle respeto aquí– Dijo risueño–.

–No seas envidioso, Haru–Protestó Layla versión niña– Todos saben aquí que yo soy mas fuerte que tú, por lo tanto me deben respeto es a mí– Layla rió– ¿No es así?– Nos preguntó a mí y a Anthony–.

–Si– Respondimos firmes– Daremos la vida por ti, si es el caso–.

No entendía porque respondíamos de esa manera, si tan sólo éramos unos niños.

–Eso es injusto, Layla– Reprochó el niño de pelo amarillo– Ellos son tus sirvientes, los míos están muy lejos– El niño se puso de malhumor y se sentó en una roca que  estaba cerca–.

–Pero yo estoy aquí– Respondío con voz tiernecilla un niño al cual no había notado antes. Era un par de años mayor que nosotros– Yo siempre estaré a tu lado–.

–Lo sé, Nostradamus– Respondió resignado el niño de cabellos dorados–.

Un niño entró con un estruendoso grito. El niño tenía los ojos blanquecinos y su pelo era negro con puntas violetas y aguamarinas. Era Oraculum.

–¿Qué tal todos?– Preguntó eufórico– ¿Cómo estas hermanito?– Oraculum niño se hizo detrás de Nostradamus y comenzó a halarle los cachetes–.

–¡No...hagas...eso!– Logró protestar Nostradamus, sin poder quitarse a su hermano de encima–.

–Está bien– Oraculum retiró sus manos de los cachetes de Nostradamus–.

–Niños– Llamó una voz femenina joven– Ya se esta haciendo tarde para jugar. Volvamos a casa a esperar a sus padres– Era Lilith–.

–Si– Respondieron resignados–.

–Déjalos jugar un poco más– Intervino Lauviah, que había aparecido de la nada–.

–Esta bien, pero sólo unos segundos más. O sino sus madres me regañarán– Aceptó Lilith sonriendo a Lauviah. Lauviah correspondió su sonrisa con un beso en los labios–.

–¡Iuu!– Dijimos al unisono al ver aquel acto de amor–.

–Nunca haré eso en mi vida– Dijo asqueado Anthony–.

–Nosotros tampoco– Respondimos–.

–Cuando sean grandes lo harán, ya verán que sí– Respondió Lauviah risueño–.

-No, nosotros serviremos a Layla- Dijimos con Anthony-.

-Yo seré la poseedora del libro de la lunas- Aseguró Layla-.

Ángeles de la música ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora