Llevamos una semana con las actuaciones de Hugo en el bar y está siendo todo un éxito. En los tres años que llevo trabajando aquí, nunca he visto venir a tanta gente cómo hasta ahora. No me extraña que los padres de Flavio estén tan contentos por todo ello. Incluso piensan en contratar a algún camarero más, ya que nosotros dos solos no damos a basto.
Tengo que reconocer que el chaval cada día se lo curra más, hace unas pedazo actuaciones...pero claro, eso no se lo voy a decir al muy creído de él.
La cosa es que durante toda la semana hemos tonteado y mucho, pero no sé si va enserio o no. Lo que me da igual porque no quiero tener nada con él. ¿Que me pone mucho? Pues sí, pero aparte de eso nada más. Además, a mí ya me gusta Dani.
— Podríamos contratar a Samantha, hace poco me dijo que estaba buscando trabajo — le digo a Flavio mientras preparamos todo para abrir dentro de unos minutos el bar y niega rápido con la cabeza.
— No, ella no — resoplo.
— ¿Y por qué no? ¡Es que no entiendo por qué la odias tanto de verdad! — suspira.
— Eva, ya te lo he dicho mil veces, me cae mal y punto. No hay más — ruedo los ojos.
— Ya, pues es mi mejor amiga y no me gusta que siempre estés diciendo todas esas tonterías sobre ella — se ríe con sarcasmo.
— ¿Y ella lo que dice sobre mí, qué, eh?
— Fla, ya conoces a Samantha, no tiene filtro. Pero eso no quiere decir que sea una mala persona, ¿no?
— Es que yo no estoy diciendo que ella sea una mala persona ni nada de eso Eva, solo que no la aguanto, ya está — suspiro.
— Mira, me da igual, me tenéis harta ya los dos con vuestras gilipolleces... — le digo enfadada.
— Eva venga, no te enfades
— Pues sí que me enfado porque yo estoy en medio de los dos, ¿sabes? Y odio tener que posicionarme en un lado o en el otro cuando sois los dos personas muy importantes para mí — me abraza.
— Lo siento, a partir de ahora prometo llevar una relación cordial con ella o intentarlo por lo menos
— Gracias — nos sonreímos y seguimos abrazados.
— ¡Hola! — nos dice Hugo entrando en el bar con una sonrisa, pero al vernos así, se le cambia la cara — ¿interrumpo algo? — y nos separamos.
— Ah no, nada. Pequeñas discusiones que solemos tener esta tonta y yo, ¿verdad? — dice Flavio mirándome con una sonrisa y le sonrío de vuelta.
— Ya...bueno, pues yo me voy a ensayar — y pasa de largo hacía el escenario sin ni siquiera mirarme.
¿Y a este qué le pasa ahora?
En fin, sigo poniendo todo en su orden y me doy cuenta de que faltan botellines de cerveza.
— Fla, voy al almacén a por cervezas
— Valee — y me voy para allí.
Justo las encuentro en la parte superior de la balda. ¡Mierda! No llego hasta allí arriba. Intento alcanzarlas poniéndome de puntillas, pero con la mala suerte que tengo, se me cae una de ellas al suelo haciéndose añicos. Menos mal que me he alejado lo suficiente cómo para no cortarme.
Me pongo a recoger los vidrios con una escoba que pillo por allí, cuando escucho la puerta abrirse...